El pasado 5 de junio se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente y queremos aprovechar la ocasión para hacer una reflexión sobre este problema y, de paso, aprender de las lecciones que la actual crisis del Covid-19 puede proporcionarnos para enfrentarlo.
Entre ambas crisis hay varios paralelismos, y por supuesto algunas diferencias. Por ejemplo, el Covid-19 tomó por sorpresa a la mayoría de las instituciones y gobiernos del mundo, conduciendo a una crisis sanitaria y económica mundial sin precedentes en la historia moderna. Sin embargo, algunos expertos y líderes de pensamiento como Bill Gates llevaban años advirtiendo que uno de los mayores riesgos a los que se enfrentaba el mundo era una posible pandemia. Esto puede extrapolarse al problema del cambio climático pues, en esencia, se trata de ejemplos clásicos de problemas inciertos a largo plazo que se ven desplazados por
otras prioridades a corto plazo más apremiantes. Por desgracia, la incertidumbre puede llevar a la complacencia y ésta a la idea de que prepararse para enfrentar estos problemas implica un desperdicio de recursos e inversiones improductivas.
Paralelismos entre la actual pandemia y la crisis del cambio climático
Existen otros paralelismos. Por ejemplo, los países y grupos de población con menores recursos han sido algunos de los sectores más afectados. Ambos eventos son también fenómenos globales, que ponen de relieve nuestras interdependencias y la necesidad de trabajar juntos para resolver los problemas.
En términos humanos, el impacto del cambio climático, si no se mitiga, será comparable a una crisis permanente de Covid-19. Un estudio publicado en la revista médica británica The Lancet llegó a la conclusión de que el impacto del cambio climático sólo en la producción mundial de alimentos podría causar más de 500.000 muertes para el año 2050.
Sin embargo, también hay una diferencia muy importante. Existían pocos modelos económicos y escasa discusión pública que predijeran la devastación económica que traería hacer frente a una pandemia. En cambio, con el cambio climático, se ha hablado mucho sobre las transformaciones que se producirán en las próximas décadas si no actuamos rápidamente, y ya existe una importante conciencia pública y política. Sabemos que estos cambios climáticos serán devastadores, que se producirán año tras año, y que sólo pueden evitarse invirtiendo de
forma consistente para crear una economía descarbonizada.
También sabemos, como destacamos trimestralmente en nuestro Climate Change Progress Dashboard, una herramienta que desde Schroders hemos desarrollado para medir el progreso climático, que el ritmo de las inversiones no ha sido lo suficientemente rápido. Tal vez el Covid-
19 proporcione un ejemplo del impacto devastador que la naturaleza puede tener en nuestra forma de vida, lo que podría ayudar a generar más voluntad política, necesaria para hacer este tipo de inversiones. Esta pandemia ha puesto de relieve el importante papel que pueden desempeñar los gobiernos para facilitar los cambios de comportamiento. Por ejemplo, aunque el impacto del confinamiento ha sido grave, ha recibido un fuerte apoyo popular.
Lecciones para el cambio climático pueden aprenderse de la gestión de la pandemia
Es posible que la pandemia encierre importantes lecciones para los votantes y los políticos, pero también es posible que los mercados financieros aprendan algo. En este sentido, creemos que es cada vez más¡ probable que se analice la respuesta política al cambio climático e se¡ determine si es suficiente o no, y que los precios de los activos se muevan en consecuencia.
Si la inversión para descarbonizar la economía y cumplir los objetivos del Acuerdo de París sigue siendo insuficiente, es probable que los precios de los activos coticen los riesgos de los fenómenos climáticos adversos, incluidos los riesgos para el valor de los bienes inmuebles de baja calidad, el aumento de las primas de riesgo en las regiones del mundo más afectadas y menos preparadas, y una prima para las coberturas contra el cambio climático.
Por el contrario, si se puede acelerar la inversión en una economía de bajas emisiones, es probable que los mercados reduzcan las primas de riesgo. También pueden ampliar la dispersión de la valoración entre los activos que desempeñan un papel relevante en una economía de bajas emisiones y aquellos en los que es necesario reducir la vida de los activos y las tasas de crecimiento.
Sea cual sea el camino que finalmente tomemos, es probable que el cambio climático cada vez tenga un mayor impacto en los mercados financieros.
Simon Webber es gestor del Schroder ISF Global Climate Change Equity de Schroders.