En estos primeros días de 2023, los conflictos armados y la crisis económica ocupan no solamente los titulares de los medios de comunicación, sino también las conversaciones de los reencuentros navideños. La preocupación y la inquietud por el futuro es algo inherente al ser humano, sin embargo, no podemos olvidar que, como se ha demostrado en los últimos años, es en los momentos de más incertidumbre y complejidad cuando la humanidad saca a relucir con mayor fuerza la esperanza, la cooperación y la solidaridad. Unos instantes que también nos invitan a reflexionar sobre las cosas importantes de la vida, cuestionándonos posturas, actitudes y relaciones que hasta entonces no habíamos abordado.
Esta Navidad, bajo el lema 'Gracias por seguir creyendo en lo esencial', desde la ONG Entreculturas queremos centrarnos en lo fundamental, queremos enfocar nuestra mirada en lo que impulsa nuestra vida: el tiempo compartido en familia y con las personas más cercanas; la importancia de poder vivir en paz y la ilusión de la infancia. Es por ello que en estas fechas especiales queremos detenernos especialmente en las personas que viven en contextos de vulnerabilidad a causa de la guerra, la violencia o la exclusión y que se ven forzadas a abandonar sus hogares y dejar todo atrás, separándose de sus familias y comunidades.
Son ellas las que nos animan a seguir trabajando cada día en las zonas más desfavorecidas de 40 países de África, América Latina, Asia y Europa. Personas como Kateryna (nombre ficticio), refugiada ucraniana en Polonia que se vio forzada a abandonar la ciudad de Jerson junto a sus hijos cuando fue invadida. Su huida fue complicada y todavía el miedo impregna sus recuerdos: "Los niños llegaron a dormir al raso, sin comer nada. Es un miedo que es difícil de transmitir, es imposible expresarlo con palabras". Ahora, en Polonia, Kateryna lo que más valora es lo esencial, la acogida que les proporciona el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS): "Teniendo a tus hijos a salvo, un techo sobre la cabeza, donde lavarse y comer. No sé qué puede ser mejor".
Como ella, millones de familias en todo el mundo están viviendo una Navidad difícil y compleja, en la que padres y madres no van poder cubrir, ya no solo los deseos de sus hijos e hijas, sino tampoco alguna de sus necesidades y derechos básicos. Una situación complicada, donde la infancia se ve privada de la educación y de las oportunidades para acceder a una vida en condiciones de dignidad y justicia. Mariah (nombre ficticio), refugiada ucraniana acogida por JRS en Polonia, lo tiene claro: lo que más echa en falta, lo esencial para ella, es la compañía de las personas que más quiere: "Podemos superar lo que sea, podemos construir una nueva casa, empezar de nuevo en cualquier sitio si estamos vivos y juntos. Eso es lo que más anhelo".
La esperanza de un futuro mejor es lo que alimenta a personas como Mariah. Personas que a pesar de las duras circunstancias que están viviendo se mantienen erguidas y fuertes porque es en los momentos más oscuros donde la luz brilla más. En Entreculturas trabajamos para contribuir a iluminar el camino de las más de 345.000 personas a las que acompañamos en diferentes partes del mundo, estando presentes tanto en países que viven crisis cronificadas, como nuevas situaciones de emergencias.
Esta Navidad también hemos sido más conscientes de lo esencial que es la paz. Una paz frágil y perecedera que necesita del apoyo de todas las personas del planeta para mantenerse en pie. Con esa idea llevamos años contribuyendo a la educación de la sociedad en la ciudadanía global, entendiendo la ciudadanía como responsabilidad y derecho. Y es que en un mundo tan cambiante e interconectado como el actual, es crucial preguntarse por el papel de la educación como llave para la defensa, el disfrute y la consecución de los derechos humanos.
Desde Entreculturas apostamos por seguir formando y acompañando a una ciudadanía que no solamente comprenda la importancia de la convivencia, los cuidados y la construcción de una cultura de paz, sino que también sea consciente del importante papel que tienen en la misma. Porque solo garantizaremos una paz duradera dotando a las nuevas generaciones de herramientas y habilidades para contribuir a ella.
La educación también permite mejorar la calidad de vida de las personas que se ven afectadas por la guerra. Este es el caso de Amro, refugiado sirio de 10 años, que huyó junto a su familia a Líbano y que asiste a una de las escuelas de JRS. En ella, Amro (nombre ficticio) ha logrado vencer las dificultades de aprendizaje para encontrar un sueño que perseguir, el de ser inventor: "Amro es uno de nuestros tesoros ocultos y hemos podido ayudarle a cumplir su sueño. El pequeño inventor de hoy será grande en el mundo de mañana", explica el director de la escuela a la que acude todos los días .
Amro es solo una muestra de por qué en Entreculturas trabajamos para garantizar el derecho a la educación de todas las personas, especialmente, de aquellos colectivos más vulnerables o con menos oportunidades. Las circunstancias actuales hacen que este año, más que nunca, enfaticemos la urgencia de educar para la paz y la convivencia, aprovechando que la esperanza, que renace cada Navidad, nos ilumina y nos guía para seguir creyendo que un mundo más justo y solidario es posible. Nos impulsa a seguir al lado de las personas que más nos necesitan, a luchar por un futuro mejor.
Marcos Andrés García es técnico de Comunicación y Medios de Entreculturas