Una de las imágenes más poderosas de este año ha sido la de una niña afgana saltando, contenta, en el aeropuerto de Melsbroek (Bélgica) tras ser evacuada de Afganistán con su familia. Una imagen tan sencilla como llena de significado. Es una suerte que, pudiendo haber pasado desapercibida, la foto haya tenido tanto impacto.
Su fuerza está en que se trata de un salto de alegría, el de una niña feliz, en un contexto realmente dramático. En un año que vuelve a batir récords de refugio y desplazamiento, la crisis afgana empujó de nuevo al exilio a miles de personas. Es ahí, bajando del avión, siguiendo a sus padres, obviamente preocupados en pleno proceso de acogida, cuando la niña no se aguanta el salto de alegría.
Esta imagen, que se hizo viral, me parece tremendamente simbólica. Creo que ha pasado de ser un gesto espontáneo para convertirse en ejemplo de la resiliencia que muestran los niños y niñas incluso en mitad de la multitud de crisis que enfrentamos. Un pequeño salto del que aprender, una imagen efímera pero que ojalá quedase grabada en nuestra memoria colectiva.
El salto de la niña afgana nos recuerda que hay miles de niños y niñas que no renuncian a vivir en un mundo mejor. Que incluso tras una experiencia de violencia, amenaza o movilidad forzosa, no hay obstáculo capaz de detener un salto de esperanza. Ese deseo, esa mirada al futuro, nos reta a organizaciones como Entreculturas a seguir luchando por cada posible salto en los 178 proyectos que desplegamos en contextos de extrema exclusión en 38 países de América Latina, África, Asia y Europa.
Ante la complejidad del momento actual, nuestro mayor error sería el cansancio, la resignación o la desesperanza. Niños y niñas como esta nos contagian su entusiasmo al tiempo que sus vidas nos comprometen a seguir fomentando la transformación frente al olvido.
Es por eso que queremos celebrar, en estas fechas que invitan a sopesar, agradecer y proyectar. Queremos celebrar cada salto de ilusión por volver al cole sin olvidar que al comienzo de esta pandemia más de 1.600 millones de niños y niñas de 190 países vieron interrumpida su educación.
Queremos celebrar cada salto de alegría de las niñas que logran acceder a la escuela y, a la vez, ser conscientes de cómo se han agudizado para ellas y para las mujeres las condiciones de violencia en mitad de la pandemia. En los dos últimos años se ha incrementado su exposición a la trata, al matrimonio forzoso o a las diversas formas de explotación y pobreza, así como sus dificultades para acceder a la educación (11 millones de niñas están en riesgo de no volver a estudiar, una cifra que se suma a las 130 millones de niñas que ya no podían hacerlo antes de marzo de 2020).
Queremos celebrar cada salto seguro de la infancia también en contextos de migración forzosa y desigualdad donde las escuelas son refugio, espacio seguro y nueva oportunidad. Celebramos el acceso de niños y niñas a sistemas educativos en situaciones de emergencia en los que generar espacios de aprendizaje, para el empleo, para la creatividad o el juego, a pesar de que en 2021 ha seguido creciendo el desplazamiento forzoso. Según Naciones Unidas, más de 82 millones de personas se han visto forzadas a huir de sus hogares debido a persecuciones, violencia, conflictos o violaciones de Derechos Humanos. Más de la mitad de esos 82 millones son niños, niñas y jóvenes que se niegan a rendirse.
Desde Entreculturas seguiremos trabajando para ver y propiciar más y más saltos de esperanza. Para alegrarnos pese a todo, por cada logro, por cada avance. En esta Navidad hacemos nuestra la frase del Papa Francisco en la Encíclica Fratelli Tutti: "Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros".
Daniel Villanueva es vicepresidente ejecutivo de Entreculturas.