(Contrato. Del latín contractus. Contraer, estrechar, unir, pactar. Pacto o convenio, oral o escrito, entre partes que se obligan sobre una materia determinada, y a cuyo cumplimiento pueden ser compelidas. Social. Del latín socialis. Perteneciente a una comunidad de personas).
Todo comienza con una pregunta: ¿De qué hablamos cuando nos referimos a contrato social? La etimología es rotundamente esclarecedora. Este concepto que está en boca de todos --que hemos abstraído y casi vaciado de significado a fuerza de emplearlo como comodín-- y del que últimamente oímos hablar en informativos, foros de desarrollo y justicia social, podcasts y programas de debate, es un pacto entre comunidades. Nada más. Y nada menos.
Este pacto entre comunidades es, tal vez, el acuerdo con mayor trascendencia real en ese camino hacia la construcción de un futuro que nos acerque a un mundo más justo, sostenible e inclusivo. Y es trascendental porque, en última instancia, determina la vida de las personas.
Estamos asistiendo a una era de tendencias disruptivas. En lo económico, en lo social, en lo demográfico, en lo político, en lo tecnológico, en lo energético, en lo medioambiental, en lo científico, en lo cultural... Hay una crisis global de confianza en el sistema --un 53% de los individuos piensa que las reglas de gobernanza establecidas y aquellos que guían nuestros destinos "están fallando", según encuestas--. Y también una sensación generalizada de que urge cambiar las coordenadas económicas que rigen nuestra manera de relacionarnos --un 70 % de los franceses y un 50 % de los británicos, alemanes y norteamericanos cree que "el sistema económico requiere grandes cambios"--. El contrato social por el que nos hemos regido en las últimas décadas, y que se selló tras la Segunda Guerra Mundial, está caducando.
Así las cosas, la crisis financiera de 2008, la pandemia COVID-19, el conflicto en Ucrania y la escalada imparable de desigualdades proclaman la necesidad de redefinir urgentemente las reglas del juego. Las circunstancias inéditas a las que se enfrentan hoy las sociedades abren ventanas de oportunidad para una gran transformación. La piedra fundacional de este proyecto global de metamorfosis se puso en 2015 con la aprobación por parte de la ONU de la Agenda 2030 y sus diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El nuevo contrato social puede abordarse mejor si se aprovecha el gran consenso global que representa la Agenda 2030. Ha de ser capaz de mantener cohesionadas sociedades que parecen estar cada vez más divididas, de garantizar una fiscalidad equitativa, de reforzar la competencia inclusiva de los mercados y promover un sector privado comprometido con el beneficio social y medioambiental; de impulsar mejores servicios públicos; de garantizar el acceso a los bienes básicos a todos los ciudadanos; de proteger el medio ambiente y promover una transición ecológica sostenible.
El nuevo contrato social debe tener a todas las personas en el centro de su acción sin dejar a nadie atrás. Luchar contra la desigualdad social y mitigar el abismo entre ciudadanos e instituciones públicas son prioridades que ha de contemplar. Tampoco ha de obviar las cuestiones que marcan la realidad de la era contemporánea, como la crisis climática, el envejecimiento de la población, la desigualdad de género, el ciberespacio, la digitalización, la desinformación y la promoción del odio social, político y de identidad.
En el número 8 de la revista 'Diecisiete' que lleva por título 'La renovación del contrato social para garantizar la implementación de la Agenda 2030', abordamos esta necesidad de un nuevo contrato social desde diferentes ángulos, aportando contexto, reflexiones y propuestas. En los seis artículos que se publican en este número, se habla de la incertidumbre, de la necesidad de blindar la fuga de talento de las empresas, del papel de las comunidades como motor para la acción social, de la renovación de los estilos de vida de acuerdo con nuevos modelos eco-sociales amigables con el planeta o del papel de la educación para generar sinergias transformadoras.
Hace tan solo una década, el nuevo contrato social que ahora reivindicamos podía parecer una quimera, un mero recurso retórico o la ilusión de un proyecto vacío de significado. Hoy ya nadie duda de que será una realidad. Ha de ser una realidad, un acuerdo concreto cuyos efectos -y éxitos, y debilidades- puedan ser tangibles, medibles* Y reclamables. Un pacto entre comunidades que nos permita responder a los retos del futuro y avanzar hacia una nueva gobernanza.
Nada más. Y nada menos.
Por los editores de la revista 'Diecisiete': Carlos Mataix, director del Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid y Olivier Longué, director general de Acción contra el Hambre.
La revista 'Diecisiete' es una iniciativa de Acción contra el Hambre y la Universidad Politécnica de Madrid. Nació con la vocación de ser un instrumento al servicio de los investigadores comprometidos con la Agenda 2030 y analizar, a través de la investigación, el debate crítico y la información transformadora, los profundos cambios que afronta la sociedad.