Existe un término dentro del mundo de las ONG internacionales para referirnos a aquellos conceptos que, aunque muy usados en nuestro día a día, sabemos que no se entienden fuera de nuestro entorno: 'el cooperanto'. Un 'subdialecto' lleno de tecnicismos y anglicismo que recoge, agrupa y resume parte del variado trabajo que llevamos a cabo. Entre ellos, los más conocidos son "Cooperación al Desarrollo" y "Acción Humanitaria" (más conocido y mal llamado como 'Ayuda Humanitaria'). Este lunes, 19 de agosto, se celebra el Día Internacional del segundo, una oportunidad clave para acercarnos a ella y reivindicar su aporte y su impacto.
Sin embargo, es difícil dar una definición precisa de ella, ya que no existe una definición universal ni de su naturaleza, ni de su alcance, ni de su objetivo. Todos ellos están condicionados al contexto propio de cada emergencia. No obstante, sí podemos decir que la Acción Humanitaria busca salvar vidas, aliviar el sufrimiento, y mantener y proteger la dignidad humana en situaciones de crisis humanitaria, por lo que es la primera respuesta inmediata que se despliega para garantizar las necesidades básicas de las personas que viven situaciones de crisis.
Sobre su naturaleza, pudimos profundizar largo y tendido hace unas semanas diversos cooperhablantes en un taller que organizamos desde la ONG Entreculturas bajo el título: "Educación que protege, educación que construye paz". En él, diversas organizaciones internacionales dialogamos sobre el importante papel que tiene que jugar la educación en la Acción Humanitaria y en la Cooperación al Desarrollo antes, durante y después de un conflicto.
Este espacio tuvo lugar unos días después de que la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) diera los datos actualizados de personas desplazadas forzosas en el mundo, una cifra que ya asciende a los 120 millones. Un número que es reflejo del fracaso en el mantenimiento y la creación de paz y demuestran que invertir en Defensa no es invertir en paz, una política que, desde Entreculturas, consideramos que no es ni el camino ni la solución a las crisis actuales.
En Entreculturas defendemos que, al hablar de paz, tenemos que hacerlo en un sentido amplio e integral, entendiendo que en el mundo existen numerosos conflictos que no son guerras convencionales y que, aún así, causan millones de víctimas, heridos y personas desplazadas forzosamente. A la vez, vemos necesario hablar también de las crisis provocadas por la represión y la falta de democracia o la vulneración sistemática de derechos y el cambio climático. Realidades que nos interpelan y nos dicen que debemos entender la paz desde una perspectiva más holística, alejándonos de ese pensamiento de que si no hay guerra, hay paz.
La complejización y la mayor duración de los conflictos, donde cada vez hay más violencia causada por actores no tradicionales, nos obliga, sin duda, también a repensar y seguir trabajando en mejorar nuestras acciones. Unas respuestas donde claramente tiene que estar integradas la población afectada por la crisis, siendo una pieza clave y fundamental en la toma de decisiones, ya que nadie mejor que ella conoce las necesidades que tienen y aquellos servicios cruciales que han perdido y que antes disponían.
Ante escenarios tan difíciles, las organizaciones humanitarias tenemos que estar preparadas para actuar de forma rápida y coordinada sin dejar ningún derecho ni a nadie atrás. Lamentablemente, la educación sigue siendo el primer derecho que se pierde y el que más tiempo tarda en recuperarse en estas situaciones, a pesar de que ayuda a romper el ciclo de violencia al educar a la infancia y a la juventud en la reconciliación, la tolerancia y el respeto.
La educación también fortalece y consolida una paz más duradera, ya que, al trabajar con el alumnado, el profesorado y la comunidad educativa, consigue que su construcción llegue a permear en todos los estamentos de la sociedad, haciendo a todos y a todas partícipes de ella. Del mismo modo, permite desarrollar en las nuevas generaciones identidades no agresivas, belicistas o asimétricas, pudiendo crear de nuevo una sociedad diversa, abierta y común, donde la resiliencia dé paso poco a poco a la normalización y a la convivencia en armonía.
Desde Entreculturas sabemos el importante papel que tiene la escuela en estos contextos, como lugares no violentos y seguros desde los que crear espacios de encuentro y diálogo para una sociedad que muchas veces sigue dolida y resquebrajada. Por ese motivo, desde hace años llevamos a cabo la campaña 'Escuela Refugio', donde ponemos en valor la educación como una herramienta necesaria de acogida y protección de la infancia y la juventud en situaciones de emergencia.
Si bien la escuela es un punto de partida universal desde donde empezar a construir paz, debemos tener claro que el modelo de reconciliación no puede ser el mismo para todos los contextos, por lo que es fundamental adecuarlo a cada caso. Una adaptación que parte por la co-creación de espacios conjuntos, horizontales y seguros de toma de decisiones, donde, de verdad, las personas afectadas tengan voces de liderazgo en la construcción de la paz.
No es una tarea sencilla abordar el papel que la educación puede y debe tener dentro de la Acción Humanitaria. Sin embargo, en este importante día es necesario asomarse y reivindicar las posibilidades que su combinación puede tener en la construcción de la paz. Y es que, si la escuela es el lugar de aprendizaje por antonomasia, no debería ser difícil volver a ella para aprender cuantas veces sea necesaria la lección más importante de todas: vivir en paz. Por nuestra parte, desde Entreculturas, seguiremos trabajando para que la educación y las escuelas sigan siendo siempre un punto de encuentro para la reconciliación, el diálogo y la convivencia de las personas, para que la Escuela sea Refugio.
Asunción Taboada es responsable de Acción Humanitaria de la ONG Entreculturas.