En mitad del mes de junio, mientras millones de niños y niñas de España y de otros muchos rincones del mundo inician sus vacaciones estivales, hay otros pequeños que, en lugar de disfrutar de un merecido descanso, se enfrentan a desafíos inimaginables. El 20 de junio, Día Mundial del Refugiado, es un momento crucial para reflexionar sobre las realidades a las que se enfrentan estos niños y para reafirmar nuestro compromiso con su derecho a una educación de calidad.
La educación es una herramienta poderosa, que puede transformar vidas, especialmente en contextos de emergencia. En ProFuturo, trabajamos en campos de refugiados, como el de Mahama, en Ruanda, que he visitado recientemente, donde miles de niños, junto a sus familias, viven el drama de haber tenido que dejar atrás su patria. En este escenario de vulnerabilidad, la educación no solo es un derecho fundamental, sino también una vía para restaurar una sensación de normalidad y de esperanza en su futuro.
Según el informe anual de Tendencias Globales de ACNUR, a finales de 2022 había 108,4 millones de personas desplazadas por la fuerza, y una de cada tres eran niños. Esta situación tiene un impacto devastador en su derecho a la educación. De hecho, menos del 50% de los niños refugiados tienen acceso a la educación primaria, y esta cifra disminuye drásticamente en los niveles de educación secundaria y superior. Esto se debe a que el acceso a una educación de calidad y en igualdad de condiciones en los campos de refugiados es una carrera llena de obstáculos que los niños tienen que superar, como la falta de infraestructuras adecuadas, la escasez de materiales educativos o la insuficiencia de docentes capacitados.
La tecnología como herramienta de inclusión educativa
En contextos de crisis humanitaria, la tecnología ofrece oportunidades únicas. No solo facilita el acceso a recursos educativos, sino que también permite a los docentes mejorar su formación y adaptar su enseñanza a las necesidades específicas de sus estudiantes. Precisamente, en Ruanda, estamos viendo de primera mano cómo la implementación de programas de innovación educativa con tecnología puede cambiar las vidas de los más pequeños, ya que no solo proporcionan conocimientos académicos, sino que también ayudan a los niños a desarrollar habilidades socioemocionales cruciales para su bienestar.
Pero, garantizar el derecho a la educación de los niños refugiados requiere un enfoque integral y colaborativo. Las organizaciones internacionales, los gobiernos de los países de acogida y las comunidades locales deben trabajar juntos para crear entornos educativos seguros y adaptados a las necesidades de estos niños. Y en este punto, la innovación educativa con tecnología puede ser una parte crucial de esta solución, siempre y cuando se implemente de manera inclusiva y sostenible.
Hay mucho camino por recorrer. Nos encontramos ante datos tan devastadores como los compartidos por el Banco Mundial que muestran que hay más de 17,5 millones de niños refugiados y solicitantes de asilo; y otros 25,8 millones que están desplazados internamente. Y tristemente, nos encontramos con que más del 90% de los menores de 10 años que viven en campos de refugiados, no pueden leer y comprender un texto sencillo y apropiado a su edad.
Por eso, en este Día Mundial del Refugiado, me gustaría hacer un llamamiento a la acción. Los niños refugiados no pueden esperar más. Tienen el derecho a una educación de calidad que les ofrezca las herramientas necesarias para reconstruir sus vidas y contribuir positivamente a sus comunidades. Nosotros en ProFuturo, con el impulso de Fundación Telefónica y la Fundación "la Caixa", seguiremos trabajando incansablemente para asegurar que este derecho se haga realidad, utilizando la tecnología y la educación como aliados en esta misión.
Recordemos que cada niño que accede a una educación es una victoria en la lucha por un futuro más justo y equitativo. Así, en 2023 desde ProFuturo beneficiamos a 27.611 niños y niñas desplazados de sus hogares y formamos a 873 docentes en contextos de emergencia en 73 escuelas. No dejemos que las circunstancias determinen el destino de estos pequeños. En ProFuturo estamos convencidos de que el poder transformador de la educación puede cambiar sus historias.
Magdalena Brier es directora general de ProFuturo