La pobreza energética es una realidad que afecta a las familias y colectivos más vulnerables en España. Tristemente, cada vez son más las familias que se ven en una situación desesperada y que tienen serias dificultades para mantener su hogar a una temperatura adecuada. De hecho, así lo demuestran los datos del informe de Indicadores de Pobreza Energética 2021.
Esta problemática ha ido empeorando con en los últimos 4 años. Si en 2019 el 7,6% de los hogares no podía estar a una temperatura decente, en cuestión de dos años esta estadística se ha duplicado. Es decir, en 2021 el 14.3% de los españoles no se podía permitir ni siquiera encender la calefacción. Estas dificultades se trasladan en enfermedades graves, crónicas e incluso la muerte.
Pagar la factura de la luz se ha convertido en un lujo para una gran parte de la sociedad
Para poner en contexto, es la propia Organización Mundial de la Salud la que determina a qué temperatura debe estar un hogar. Esta debe variar entre los 18 y los 22 grados. Pues bien, muchos domicilios ven caer los 10 grados cuando amanece. Esto es, entre 8 y 12 grados menos de lo recomendado para disfrutar de un buen estado de salud. Un estudio de la OMS indica que*entre un 30% y un 50% de las muertes adicionales que ocurren en los meses de invierno son causadas por la insuficiente climatización en los hogares.
¿Cómo puede una familia media (tres o cuatro miembros) atender sus gastos mensuales si sólo uno de ellos tiene empleo o tienen bajos ingresos? Esta situación se ve agravada cuando en la unidad familiar se encuentran personas mayores con alta dependencia, personas con discapacidad o con enfermedades crónicas o graves.
¿Cómo se puede afrontar el pago de combustible, facturas de agua, luz, gas, productos de primera necesidad y alimentos? La crisis energética y la inflación de precios en los alimentos básicos están contribuyendo a que las familias tengan que decidir entre comer o calentar su casa.
Hemos visto cómo se han disparado los precios de productos básicos como la alimentación, las bebidas, droguería o perfumería. Para hacer frente a este nuevo escenario, muchos usuarios han tenido que modificar sus preferencias de compra para controlar mejor el gasto.
Y es que la pobreza energética es una enfermedad silenciosa que provoca enfermedades crónicas y más de 7.100 muertes al año. Según datos de la Asociación de Ciencias Ambientales cada 74 minutos fallece una persona en España por culpa de la pobreza energética, afectando especialmente a los colectivos más vulnerables y en riesgo de exclusión social.
Como sociedad, debemos hacer todo lo posible para garantizar que todas las personas tengan acceso a la energía. Si no lo hacemos, estaremos fracasando como sociedad. Con el objetivo de ayudar a muchas de las familias que están cayendo en la desesperación, entidades como la Fundación Luz Solidaria y en colaboración con servicios sociales, entidades y asociaciones locales, realizan un asesoramiento personalizado y se encargan de gestionar y tramitar el bono social, revisar las cláusulas abusivas, paralizar cortes de luz ante el retraso en el pago de facturas y negociar planes de pago con sus compañías comercializadoras.
Además, en los casos de mayor urgencia, entidades como Fundación Luz Solidaria asumen el pago de las facturas pendientes de aquellas familias más vulnerables.
Cabe destacar la ampliación de recursos destinados al bono social eléctrico y térmico que el Gobierno ha realizado en los últimos meses, pero todavía muchas familias desconocen que existen y a esto se suma la dificultad para realizar la gestión administrativa. La brecha digital y la falta de información dificultan que los colectivos más desfavorecidos puedan acceder a estas ayudas.
Facilitar que estos recursos se destinen a los más desfavorecidos es deber de las Administraciones Públicas, empresas y organizaciones. Y la solidaridad es, en muchos casos, la única vía para dar voz a quienes sufren la pobreza energética.
Isabel Jiménez es presidenta de la Fundación Luz Solidaria