Somos testigos de la mayor transformación tecnológica de la historia de la humanidad que, además, ha vivido en los últimos años un nivel de aceleración sin precedentes. Esto ha supuesto un cambio en la forma de trabajar, de relacionarnos, de educar, de vivir; sin embargo, los más vulnerables se enfrentan a la brecha digital con el riesgo de quedar excluidos de muchas de las oportunidades que ofrece la tecnología para la mejora de sus niveles de bienestar.
Estos colectivos necesitan más que nunca un impulsado para su inclusión social y digital y, en este punto, el voluntariado corporativo juega un papel más importante de lo que pensamos: canaliza la ayuda de la sociedad y vertebra el propósito de las organizaciones hacia los colectivos más vulnerables. Además, es un factor determinante que permite conectar a los empleados con el propósito de la compañía y aumentar su grado de implicación y de orgullo de pertenencia.
Cuando decimos que canaliza la ayuda de la sociedad, hablamos del efecto dominó que genera la solidaridad de los voluntarios y del que desde Fundación Telefónica tenemos la suerte de ser testigos. Nuestro objetivo es promover un mundo más humano impulsando el desarrollo digital inclusivo, y nuestro programa Voluntarios Telefónica se ha convertido en la piedra filosofal de nuestras acciones, centradas en dos tipos de vulnerabilidad: la social y la digital.
Gracias a nuestros voluntarios apoyamos diversos proyectos de inclusión social, dando cobertura a necesidades básicas y de emergencia y trabajando en reducir la brecha digital para impulsar las competencias digitales en el empleo en grupos vulnerables. Ahora mismo, contamos con más de 59.000 voluntarios y voluntarias en todo el mundo que nos permiten ejercer este efecto multiplicador, y no solo hablamos de nuestros empleados, sino también de sus familiares, amigos o cualquier otra persona que quiera convertirse en agente del cambio y que han sentido el impulso de ayudar a quienes más lo necesitan. En 2021, por ejemplo, tuvimos la suerte de ayudar en todo el mundo a más de 1,4 millones de personas, una cifra que nos anima a seguir dando voz a nuestros proyectos de voluntariado.
El voluntariado corporativo tiene la oportunidad única de contribuir al bienestar social gracias al expertise de las empresas y a las capacidades que los empleados ponen al servicio de la sociedad, pero también nos hace sentir mejores, y no solo por el necesario ejercicio que hacemos de concienciación social que fomenta valores positivos, como la empatía o la tolerancia, sino también por cómo percibimos a nuestra empresa y por cómo nos relacionamos con nuestros compañeros.
En nuestro 'Employee Net Promoter Score' hemos visto cómo en 2022 los empleados que formaron parte del programa de voluntariado mostraron un 12% más de lealtad a la empresa y una mejor percepción de la tolerancia en el entorno laboral, concretamente un 10% más que aquellos que no participan en las actividades de voluntariado. Esto es así porque, sencillamente, y por muy utópico que suene, ayudar a los demás nos hace más felices. A esto se suma la valiosa oportunidad que genera el voluntariado de desarrollar competencias emocionales y profesionales como la empatía, el trabajo en equipo, la tolerancia o la autoestima.
Los colectivos vulnerables necesitan más que nunca la cohesión social para canalizar fuerzas y cerrar las brechas que los están dejando atrás en un momento de incesantes cambios como el que estamos viviendo ahora con la transformación digital. Las empresas, como agentes sociales, tenemos la responsabilidad de aprovechar nuestros recursos y experiencia para concienciar a nuestros empleados, y a quienes nos rodean, del cometido acuciante que ha adquirido la acción social para promover la inclusión de quienes más lo necesitan y contribuir a la creación de un mundo más inclusivo, justo y solidario.
Carlos Palacios es director global de Acción Social y Voluntariado de Fundación Telefónica