MADRID, 17 Dic. (EUROPA PRESS) -
Las multinacionales de los países ricos han "sofisticado" durante las últimas décadas el "expolio" de los recursos naturales de las naciones en vías de desarrollo, apropiándose "ilícitamente" de la biodiversidad, según informa Canal Solidario en un artículo publicado esta semana, en el que se acusa a empresas como Monsanto, DuPont, Syngenta o Advanta de estar poniendo en peligro la seguridad alimentaria de los países pobres.
Según el artículo de Marta Caravantes, de la Agencia de Información Solidaria, mientras la lucha contra el hambre se estanca, "las multinacionales compiten en una feroz carrera para patentar cualquier pedazo de vida que sea susceptible de negocio", usurpando la biodiversidad por métodos legales como los 'derechos de propiedad intelectual'.
Estas patentes "se han convertido en la clave para que unas pocas transnacionales acaparen los recursos naturales del mundo", compitiendo en una "feroz carrera en la que todo vale": plantas cultivables, microorganismos, animales, procesos biológicos universales o segmentos genéticos de seres humanos.
Según Caravantes, el sistema de patentes se ha creado a la medida de las grandes empresas, y desde hace veinte años "el resultado ha desbordado cualquier previsión": los derechos de propiedad se han extendido incluso a material "vivo", creándose así una jurisprudencia "muy peligrosa".
"Con el tejido legal bien armado, las transnacionales ya sólo necesitan crear un lenguaje a su medida que disimule el delito, la 'bioprospección'", denuncia el artículo, refiriéndose al término con el que las empresas definen sus actividades de "exploración de la biodiversidad", y que suelen darse en tierras ocupadas tradicionalmente por comunidades indígenas.
El alcance de este "expolio" es "incalculable", aunque existen datos muy claros sobre algunos sectores: según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el valor de las plantas medicinales de países en vías de desarrollo utilizadas por la industria farmacéutica es de unos 32.000 millones de dólares al año (26.000 millones de euros).
El Action Group on Erosion, Technology and Concentration (la ONG canadiense antiguamente conocida como RAFI) considera que, debido a este sistema de "expoliación", Estados Unidos debe a los países pobres cerca de 200 millones de dólares en productos agrícolas y más de 5.000 millones de dólares en productos farmacéuticos.
UN "DISFRAZ" LEGAL
Estos métodos simplemente disfrazan la apropiación por estas empresas de conocimientos tradicionales: la japonesa Asahi Foods, por ejemplo, posee la patente del nombre del 'cupuaçu', una fruta de la Amazonía brasileña. Como resultado, este país no puede exportar su fruta autóctona con su verdadero nombre.
En 1986 se produjo uno de los casos más polémicos: la empresa estadounidense International Plant Medicine Corporation patentó la ayahuasca, la planta sagrada de la Amazonía. Tras las denuncias de comunidades indígenas y ONG, la patente fue anulada definitivamente por el Gobierno estadounidense el pasado noviembre.
Por las mismas razón fueron anuladas también las patentes de la Universidad de Colorado sobre la quinua (un cereal rico en proteínas de los Andes) o de la compañía francesa DuPont sobre una variedad de maíz con alto contenido en aceite cultivado en México de forma tradicional.
Otro caso es el de la empresa de biotecnología Agracetus, que en 1994 obtuvo una patente sobre todas las variedades transgénicas del frijol de soja, alimento básico para millones de personas en todo el mundo, granjeándose las críticas de Monsanto. Más tarde, Monsanto compró Agracetus: gracias a los derechos mundiales de la patente, impuso un férreo control a su explotación.
De esta forma, Monsanto impide a los agricultores guardar una sola semilla de su cosecha para sembrarla en la zafra siguiente, como se hace en la agricultura tradicional. En 1999, Monsanto había denunciado a más de 475 agricultores acusados de replantar las semillas.