GRANADA 23 Nov. (EUROPA PRESS) -
El Teatro Alhambra, dependiente de la Consejería de Cultura, acoge estos días el espectáculo 'Eroski Paraíso' de la compañía gallega Chévere, un montaje que se estrenó en 2016 y ha sido su primer trabajo después de haber recibido el Premio Nacional de Teatro en 2014.
'Eroski Paraíso', que se representa este viernes y sábado a las 21,00 horas, surgió de un proceso de investigación y documentación desarrollado en Muros, un pequeño pueblo de la costa gallega, explorando la memoria colectiva, la deriva vital y la transformación de los afectos dentro de la comunidad a partir de historias reales recogidas sobre la sala de fiestas Paraíso, que funcionó entre 1972 y 1990, y que posteriormente se convirtió en un supermercado Eroski.
El espectáculo está protagonizado por Patricia de Lorenzo y Miguel de Lira, dos de los intérpretes más veteranos, sólidos y premiados de Galicia, tanto por su labor teatral como en el cine y la televisión. El reparto incluye a la joven actriz Cristina Iglesias, que ha sido seleccionada para este espectáculo en un taller de prácticas escénicas que Chévere ha dirigido a actores y actrices menores de 25 años, en el que participaron más de 40 jóvenes.
En la sala de fiestas Paraíso se conocieron Eva Martínez y Antonio Formoso en 1989, como tantas otras parejas de la zona. Ella tenía 19 años, él 25. Se casaron al quedar ella embarazada y su hija Alexandra (Álex) nació al año siguiente, justo cuando cerró la discoteca.
Como tantas otras familias, emigraron y anduvieron dando tumbos de un lado a otro, dejando que la vida decidiese por ellos. Veinticinco años después, encontramos a Eva de vuelta en Muros cuidando de su padre y trabajando en el supermercado que abrieron en el mismo local que ocupaba la sala de fiestas. Antonio sigue en Canarias. Álex acaba de terminar un máster de cine en Barcelona y viaja a Muros para hacer su primer documental. Una película sobre sus padres, sobre la distancia que sus vidas abrieron entre aquel paraíso y este supermercado, un retrato del desarraigo vital de toda una generación.
La obra se plantea como una pieza inundada de intimidades, basada en el trabajo de actor que propone al público asistir como observador al rodaje de una película documental, superponiendo en el escenario la mirada cinematográfica y la teatral, reutilizando el lenguaje del cine y los recursos del documental creativo.