Publicado 30/12/2024 11:11

Los Montes de Málaga y el vino, un legado histórico

Lagar de Chinchilla. Montes de Málaga.
Lagar de Chinchilla. Montes de Málaga. - RAFAEL FLORES DOMÍNGUEZ/JUNTA

MÁLAGA 30 Dic. (EUROPA PRESS) -

Un capitulo en la historia de Málaga habla de la riqueza y renombre que alcanzó la viticultura en los Montes de Málaga. Durante siglos, los vinos malagueños fueron celebrados y solicitados en los mercados más distinguidos de Europa, llegando a las mesas de Londres, Ámsterdam o Hamburgo.

Estos vinos destacaban por su calidad y por ser el producto de un paisaje único y singular, que hoy conocemos como el Parque Natural Montes de Málaga.

El origen de esta tradición vinícola se remonta a finales de la Alta Edad Media, cuando esta región estaba controlada por sistemas defensivos, y la agricultura y la ganadería eran las principales actividades económica, han indicado en un comunicado. Dentro de esta sencilla economía, la viticultura tenía un papel relevante.

Durante los siglos posteriores, la producción de vino dulce dentro de la sociedad islámica, conocido como el xarab al malaquí, se consolidó como una de las principales fuentes de riqueza de la zona. Con la conquista de Málaga en 1487 por los castellanos, las tierras fueron repartidas, pero las prácticas agrícolas heredadas de los moriscos, especialmente la viticultura, se mantuvieron.

Así, a partir del siglo XVI, la producción de vino de los Montes de Málaga comenzó a experimentar un auge que llevaría sus productos a los mercados europeos más importantes.

Los desmontes y roturaciones, que buscaban ampliar las tierras de cultivo, generaron una demanda internacional creciente. Para el siglo XVIII, Málaga se había convertido en el viñedo más grande de Andalucía y el mayor exportador de vino de España.

La influencia de este comercio no solo impactó en la economía local, sino que también impulsó el surgimiento de una pujante burguesía, en su mayoría de origen extranjero, que controlaba las tierras y las grandes explotaciones. Estos propietarios construyeron majestuosos lagares, espacios que combinaban la producción vinícola con áreas de recreo.

Ejemplos de estos edificios aún pueden encontrarse en lugares como el lagar de Jotrón, Chinchilla o Salvago Alto, dentro de los actuales límites del parque. No obstante, a finales del siglo XIX, la viticultura malagueña comenzó a enfrentar dificultades. La llegada de la plaga de la filoxera en 1877 destruyó la mayor parte de los viñedos, sumiendo al sector en una crisis profunda. Pese a los intentos por reactivar la producción, los lagares comenzaron a caer en el olvido y muchas de estas antiguas fincas fueron abandonadas o demolidas.

Con el fin de evitar las constantes inundaciones que afectaban a la ciudad de Málaga, en la década de 1920 se impulsaron planes de reforestación en los Montes de Málaga. A partir de ese momento, el paisaje de viñedos fue sustituido por extensos pinares, transformando para siempre la fisonomía de esta región.

MONTES DE MÁLAGA: UN LEGADO HISTÓRICO Y GEOLÓGICO

El Parque Natural Montes de Málaga, establecido oficialmente en 1989, no solo protege este fascinante entorno natural, sino que también encierra una rica historia vinculada a la viticultura y a las actividades agrícolas tradicionales.

Con una extensión de más de 4.900 hectáreas, este parque está situado a pocos kilómetros de la ciudad de Málaga y se caracteriza por sus paisajes montañosos, profundos barrancos y una vegetación que ha ido recuperando su esplendor a lo largo de las décadas.

Desde el punto de vista geológico, los Montes de Málaga son un testimonio de millones de años de evolución. Las rocas que componen este parque, algunas de las más antiguas de Andalucía, datan de entre 450 millones y 20 millones de años, y pertenecen a lo que se conoce como el Complejo Maláguide, una formación geológica originada durante la orogenia Alpina.

Este patrimonio geológico ha dejado su huella en el relieve del parque, caracterizado por sus escarpadas pendientes y una extensa red de arroyos y barrancos.

La Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía ha asumido "un firme compromiso" con la preservación de este valioso espacio natural. A través de diversas políticas de conservación y reforestación, se ha conseguido que el bosque de los Montes de Málaga evolucione hacia un ecosistema más maduro y diverso, en el que conviven especies autóctonas de flora y fauna.

Los pinares que dominan el parque están dando paso a especies de frondosas, como encinas y alcornoques, gracias a una gestión forestal adecuada. Además, el sotobosque, compuesto por especies como el madroño, el lentisco y el palmito, está en continuo desarrollo, contribuyendo a la biodiversidad del parque.

En cuanto a la fauna, el parque es el hogar de numerosas especies, entre las que destacan el águila calzada, el jabalí y varias especies de murciélagos. También es notable la presencia de mariposas protegidas, como la Euphydryas aurinia, y especies endémicas de la región, como el grillo Petaloptila malacitana, que solo se encuentra en la Axarquía malagueña y en los Montes de Málaga.

El Parque Natural Montes de Málaga, además de ofrecer un entorno de enorme valor ecológico, también es un espacio ideal para el turismo sostenible. Con una variada red de senderos y miradores, este parque permite a los visitantes disfrutar de vistas panorámicas, observar la flora y fauna autóctonas, y conocer de cerca la historia y el legado cultural de la región.

De igual modo, el parque cuenta con varios equipamientos, como el Ecomuseo Lagar de Torrijos, donde los visitantes pueden aprender más sobre la historia de la viticultura en los Montes de Málaga y el proceso de elaboración del vino en los antiguos lagares.

Y es que, el vino de los Montes de Málaga, que en su día fue un producto de exportación reconocido a nivel internacional, forma parte de un legado histórico que hoy sigue vivo en las ruinas de los antiguos lagares y en los paisajes del Parque Natural.

La historia de este lugar, entrelazada con la geología, la biodiversidad y la cultura, es un testimonio de la capacidad de adaptación y resiliencia de sus habitantes, así como de la importancia de preservar este importante patrimonio natural para las próximas generaciones.

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