SEVILLA, 1 Abr. (EUROPA PRESS) -
La Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico ha incoado el procedimiento para inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural (BIC), la obra Santa Catalina de Alejandría de Bartolomé Esteban Murillo, ejecutada hacia 1652-1657 para la parroquia sevillana del mismo nombre y que, expoliada durante la invasión napoleónica hacia 1810, regresó a la ciudad en 2014. Con esta decisión, la Consejería busca evitar que la obra salga del país una vez que se ha confirmado la intención de Abengoa de vender este cuadro para saldar parte de la deuda que tiene contraída la multinacional.
En una nota de prensa, la Junta de Andalucía ha informado este viernes de que, con la inscripción del citado lienzo en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (CGPHA), los propietarios, titulares de derechos y simples poseedores del bien tienen el deber de conservarlo, mantenerlo y custodiarlo, de manera que se garantice la salvaguarda de sus valores. Asimismo, deben permitir su inspección por las personas y órganos competentes de la Junta de Andalucía, así como su estudio por las personas investigadoras acreditadas por la misma.
Asimismo, para someter al lienzo a cualquier intervención, este procedimiento obliga a sus propietarios y titulares a obtener la autorización expresa de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico, que también deberá recibir notificación antes de efectuar cualquier cambio de ubicación de dicho bien. Esta resolución, de la que ya se ha dado traslado a la Administración General del Estado, será publicada "a la mayor brevedad" en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA).
La pintura Santa Catalina de Alejandría, obra de Bartolomé Esteban Murillo, constituye una de las cimas artísticas de la producción del pintor. Se trata de una creación que posee valores culturales acreditados y relevantes, que permiten reconocerla como parte integrante del patrimonio cultural de Andalucía. Ejecutada para la parroquia sevillana del mismo nombre, y datado hacia 1652-1657, el cuadro permaneció en la ciudad hasta el año 1810, cuando fue expoliado durante la invasión napoleónica.
La "importancia y singularidad" de esta pintura en el conjunto de la obra artística de Bartolomé Esteban Murillo, así como las circunstancias históricas vividas por la misma, le confieren un doble valor al bien cultural. Por una parte, es un "ejemplo iconográfico único" en la obra de Murillo, poseedor de "notable calidad estética", en el que se hallan presentes las características formales propias de un "efímero estilo monumental".
Además, se trata de una pintura llena de simbolismo e intencionalidad por hallarse directamente relacionada con el entorno del lugar para el que fue creada, la parroquia de Santa Catalina de Sevilla. Por otro lado, son destacables los valores patrimoniales que concita la devolución de una obra maestra expoliada, recuperada y restituida a la ciudad donde tuvo una funcionalidad religiosa, social y cultural, valores que se consideran notables y suficientes para justificar su protección legal.