Según el INE las familias españolas ahorran solo el 5,7% de su renta disponible. Así se muestra en el informe anual ‘España en cifras’ (2018). Y en su último informe, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) establece el ahorro en el 4,9%.
Del mismo informe se desprende que los españoles ahorramos menos de la mitad que la zona euro, que ronda el 12,3%. Esta falta se achaca a que las familias españolas han reducido considerablemente su deuda frente a países de nuestro entorno en los últimos años. ¿Y si ahorramos con un objetivo en mente?
¿A qué dedicamos nuestros ahorros?
El ‘V Estudio comparación Online hacia el Ahorro Inteligente’, de Rastreator, nos indica que ese 5-6% de ahorro tiene una alta variabilidad en España. Según este estudio, solo el 75,5% de los españoles declara ahorros frente al 85,2% que lo hacía en 2017. Además, de media ese ahorro es de 229.39 euros al mes.
Como hemos comentado, buena parte de los ingresos en familia han estado dirigidos a reducir deudas. Invertir en una hipoteca, abrir un nuevo negocio o hacer frente a las cargas de una herencia son varios ejemplos relacionados. Con respecto al resto, los españoles ahorramos con un objetivo en mente.
El mismo informe destaca cómo el 69% de los españoles ahorran para imprevistos, es decir, para “construir con sus ahorros un colchón firme que le haga menos vulnerable ante posibles eventos que puedan afectar su renta, patrimonio o incluso su salud”. Y casi cuatro de cada diez ya piensa en complementar su jubilación.
Sin embargo, no todo es ahorro a largo plazo. El 55% de los españoles ahorra para realizar viajes, el 28,15% para adquirir una vivienda en propiedad, el 26,9% para invertir en educación, el 23,8% porque quiere comprarse un coche y el 11,8% para adquirir un smartphone a la última.
Cálculos de servilleta imprescindibles para ahorrar
Según el mismo informe de Rastreator, el 61% de los españoles declaran elaborar un presupuesto mensual. Es una de las mejores herramientas a la hora de ahorrar con un objetivo viable. Ya en 1981 George T. Doran publicó su método SMART, “un modo de alcanzar los objetivos”.
S.M.A.R.T. es el acrónimo de específico, medible, alcanzable, relevante y acotado en el tiempo (Specific, Measurable, Attainable, Relevant, Timely, en inglés), y esta forma de planificar objetivos pronto saltó del mundo empresarial a los hogares por su utilidad. Pongamos un ejemplo de ahorro como es la compra de un vehículo eléctrico.
Buscamos y localizamos un vehículo por 30.000 euros (medible), de los cuales hemos ahorrado previamente 10.000 euros. Si somos como el 23% de la población capaz de ahorrar entre 200 y 500 euros mensuales, necesitaremos entre 8 y 3 años para comprar el vehículo, respectivamente (acotado en el tiempo).
De modo que o bien nos damos todo este margen para ahorrar, o nuestro proyecto no es alcanzable. Estos cálculos básicos resultan imprescindibles a la hora de descartar un proyecto de ahorro, modificarlo y convertirlo en la petición de un crédito, o ayudarnos a priorizar.
¿Por qué invertir con un objetivo en mente?
En un segundo ejemplo decidimos que este año habrá un viaje vacacional, que según datos de TripAdvisor en 2017 rondaba los 1.500 euros por viaje. De nuevo, una división nos ofrece la cantidad de meses de ahorro que serán necesarios, entre 7,5 y 3 meses según los datos que hemos visto anteriormente. Por descontado, se trata de ejemplos no extrapolables a todas las familias.
Pero es imprescindible conocer cuánto pensamos gastar y en cuánto tiempo podremos alcanzar dicha cifra si buscamos ahorrar y apartar todos los meses dicha cantidad. En caso contrario corremos el riesgo de gastar por encima de lo esperado o desplazar el viaje hacia el futuro con otros caprichos.
Sin un presupuesto familiar, es muy fácil creer que estamos ahorrando cuando lo cierto es que gastamos más de lo habitual. Apartar ese dinero a una segunda cuenta mediante transferencias periódicas es un consejo interesante que podemos seguir.
Como si de una cuota personal se tratase, el dinero ahorrado pasa a engrosar una cuenta a la que, preferiblemente, no tengamos un acceso directo. De este modo nos será más fácil reunir el dinero en el plazo deseado sin tocarlo.
Ahorrar con un objetivo en mente nos ayuda a concretar la cantidad máxima de ahorro, y por tanto facilita alcanzar el objetivo. Aunque no tendrá en cuenta el factor ilusión de ahorrar por algo concreto, también podemos hacernos propuestas como “ahorraré 300 euros todos los meses”.
Reestructurar nuestros gastos durante el año
Ahorrar con un objetivo también puede ayudarnos a priorizar nuestros gastos durante el año. En el ejemplo del coche, podremos darnos cuenta de qué presupuesto destinamos cada mes al transporte, e incluso podríamos reducirlo si cambiamos a otra modalidad como el transporte público.
Para el caso de las vacaciones, podríamos usar dinero de la hucha de ocio y cultura. Dice el INE, a través de la ‘Encuesta de Presupuestos Familiares’ (2017), que el ocio y cultura se llevó el 5,7% del presupuesto familiar, unos 1.662 euros, que están separados de la partida de enseñanza (1,42%).
En otras palabras, renunciar a unos meses de cine y salidas nocturnas a restaurantes o terrazas con objeto de ahorrar un plus para un mejor viaje vacacional, por poner un ejemplo relacionado.
Como indicamos, tener un objetivo de ahorro ayuda a medir cuánto necesitaremos, y esto suele exigir un presupuesto sobre el que priorizar gastos. También el descubrir si hay partidas de gasto a las que podemos renunciar o renegociar como suelen ser la telefonía o las cuotas de servicios de streaming.