MADRID, 15 Nov. (EUROPA PRESS) -
Comprar una vivienda es una de las decisiones más importantes que se toman a lo largo de la vida, debido a la gran inversión que supone. Por ello hay que informarse correctamente y tener claras las necesidades y la situación de las finanzas personales. Para llevar a cabo esta operación, la mayoría de las personas necesita contar con un apoyo financiero. Y lo más frecuente es pedir una hipoteca. Para ello hay dos cuestiones clave: saber cuál es la solvencia económica del futuro propietario y conocer los diferentes tipos de hipotecas.
¿Cuál es mi solvencia económica?
A la hora de solicitar una hipoteca es primordial hacer un análisis presente y un cálculo futuro de las cuentas del comprador. El tipo de vivienda que vamos a comprar estará determinado por la situación económica y la estabilidad laboral. Para ello, hay que tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
- No destinar más del 30% de los ingresos mensuales al pago de la cuota hipotecaria
- Contar con una cantidad ahorrada de, como mínimo, el 20% del precio total de la vivienda
- Disponer de entre el 10% y el 15% del valor total para los gastos asociados a la compra de la vivienda (impuestos, notaría, Registro de la Propiedad)
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Tipos de hipoteca
Antes de contratar una hipoteca, hay tres aspectos fundamentales a tener en cuenta: el capital, el interés y el plazo. El capital es el dinero que la entidad bancaria presta al comprador; el interés, que puede ser fijo o variable, es el porcentaje que se debe pagar al banco por el dinero prestado; y el plazo es el tiempo en el que se firma que se devolverá el capital prestado más los intereses.
Las hipotecas se pueden clasificar atendiendo a distintos factores, pero el criterio más común es dividirlas en función del tipo de interés. Así, existen:
- Hipoteca a tipo fijo: el tipo de interés no varía durante todo el periodo de pago de la hipoteca, es decir, las cuotas son siempre las mismas y no dependen de la evolución de los tipos de interés en los mercados.
- Hipoteca a tipo variable: las cuotas mensuales dependen de la evolución de un índice de referencia, que en España suele ser el euríbor. Si el euríbor baja, las cuotas también lo harán y viceversa.
Como combinación de los dos anteriores, existe la hipoteca a tipo mixto, que cuenta con un periodo con un interés a tipo fijo y con otro a tipo variable. Las cuotas se mantienen fijas en los primeros años del plazo de amortización para pasar a un tipo de interés variable más tarde.
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Tipo fijo vs. tipo variable: ventajas e inconvenientes
Las hipotecas a tipo fijo aportan estabilidad y seguridad. Las cuotas no varían durante todo el plazo de amortización y el propietario sabe todos los meses qué cantidad tiene que pagar. Como contrapartida, cuando se contratan estas hipotecas el tipo de interés suele ser más elevado y el plazo máximo de amortización más reducido.
Por el contrario, en las hipotecas a tipo variable las cuotas mensuales están sujetas a las fluctuaciones del mercado. Además, las hipotecas a tipo variable tienen cuotas mensuales más bajas y plazos de amortización más amplios.
Cada hipoteca tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Para elegir la mejor hipoteca hay que dejarse aconsejar por los expertos, ser conscientes de la situación financiera y del proyecto de vida particular, siendo realistas y teniendo siempre en mente que una hipoteca es un préstamo a largo plazo.