BILBAO 9 Feb. (EUROPA PRESS) -
La Sala Rekalde de la Diputación Foral de Bizkaia presenta la exposición retrospectiva de Isabel Garay (Muskiz, Bizkaia,
1946-Santander, 2016) que recoge la producción de la artista a lo largo de cuatro décadas, desde los ochenta hasta el año pasado.
Según ha informado la Diputación, "durante el recorrido de Isabel Garay queda patente que la artista no ha cesado de experimentar en escultura y pintura, desarrollando con perfecta maestría cada uno de sus avances, ejemplo de ello es el paso de la escultura en barro refractario de los años 80 a los módulos recombinables de aluminio y vidrio de los años 2000".
Isabel Garay es reconocida fundamentalmente como escultora, la práctica del dibujo y de la pintura sobre papel han "ritmado toda su vida: dibujos a lápiz, dibujos a pastel, dibujos preparatorios para las variaciones de sus series, pasteles de paisajes, y, en fin, grandes pinturas a pastel derivadas de la abstracción formal, que entran en resonancia con sus composiciones modulares", ha añadido.
En la exposición se muestran alrededor de 40 obras entre escultura y obra sobre papel, reunidas en el catálogo que se ha editado para la ocasión con textos de Hubert Besacier, profesor y comisario francés, especialista en el trabajo de Isabel Garay.
A partir del 10 de febrero y hasta el 4 de junio, el público podrá recorrer la Sala Rekalde conociendo las diferentes etapas de la creación artística de la vizcaína Isabel Garay. El mismo viernes, a las 19.00 horas, las personas interesadas podrán realizar una visita guiada a la exposición de la mano del comisario de la muestra, Hubert Besacier.
LA EXPOSICIÓN
La obra de Isabel Garay se desarrolló durante poco más de 40 años. Pero fue a mediados de los años 80 cuando su trabajo de escultura alcanzó plena madurez. En un primer momento modeló figuras de barro refractario que pasarían, poco a poco, de tener formas antropomórficas (1985-1987) a formas arquitectónicas y luego a formas cada vez más geométricas y abstractas (1988-1989) en las que interviene un nuevo material: el acero corten.
En 1990 se produjo una mutación fundamental y decisiva: el concepto de una escultura modular y en serie. Con la serie Barras y estrellas, la artista hizo alternar módulos de barro y módulos de acero de iguales dimensiones y forma, lo que le permitió multiplicar a voluntad los ensamblajes y reposicionar los elementos en otras tantas secuencias.
Con la serie Sobre triángulos (1991) el elemento de tierra cocida se vuelve un simple inserto en las composiciones de módulos de acero y desaparece totalmente a partir de Génesis (1995). Para las series Aire armado (Aire armado I, 1993, Aire armado II, 1994), los módulos que se conciben a partir de hierro armado son cuadriláteros vacíos de los que sólo quedan las aristas, permitiendo a la escultura abandonar el suelo para crear construcciones en el espacio.
En la serie Fugas (1995) Isabel Garay sigue utilizando el hierro armado del que hace tratar la superficie con plata o con oro, para componer obras que recuerdan a la vez la pintura y la escultura. Hasta entonces el color era el del material (acero oxidado o barro cocido) y la luz solo intervenía para valorizar los volúmenes. A partir de las series en las que recurre al aluminio anodizado o pulido, (Modulo y materia, 2000) luego a los módulos de vidrio coloreado (Aluminio y vidrio, 2012, Color y forma, 2014), la luz se convierte en componente de la escultura.
Durante todos estos años, Isabel Garay no abandonó la práctica del dibujo y la pintura, con un dominio de la figuración y el rigor minimalista. Fuertemente apegada al territorio que va de Bizkaia a Cantabria, no dejó de dibujar sus paisajes.
GEOMETRÍA
En su última serie de pinturas al pastel (El cielo y su geometría, 2012-2014), se dedicó a captar los colores y los movimientos cambiantes del cielo atlántico para concebir a continuación una segunda parte del díptico donde estos colores se reorganizan en composiciones estrictamente geométricas.
Se comprende entonces, comparando estas obras con la disposición de secuencias que utilizan el vidrio de color, que Isabel Garay, al final de su trayectoria como artista, supo encontrar una perfecta coherencia entre sus actividades pictóricas y su búsqueda en el campo de la escultura.
"Considerando que una exposición retrospectiva debe dar cuenta de la creación de una vida y que esta creación es un todo, pero también que, a partir de los años 90, las series se suceden de forma paralela y que sus módulos se combinan a veces entre sí, hemos preferido optar por una visión sintética de la obra más que por una trayectoria cronológica, para poder transmitir al mismo tiempo su riqueza y su lógica interna", ha manifestado.