Insiste en cuestionar la proporcionalidad en la actuación del agente que disparó contra el músico
VIGO, 31 Ago. (EUROPA PRESS) -
La familia de Javier Fernández, alias Hal 9000, batería del grupo Los Piratas, que falleció el pasado miércoles como consecuencia de un disparo de un guardia civil, estudia ejercer la acusación particular contra el agente por un presunto delito de homicidio imprudente.
Según ha explicado a Europa Press el letrado que representa a los intereses de la viuda (y de su bebé de pocos meses), Gerardo Gayoso, "hasta ahora la familia ha actuado con cautela, y estaba presente en el proceso como parte perjudicada, porque no tenía información de lo que había pasado".
No obstante, tras conocer el contenido del atestado de la Policía Judicial de la Guardia Civil, el abogado considera que hay argumentos para ejercer esa acusación ya que, según ha explicado, en el texto queda reflejado que, cuando los agentes acudieron a la vivienda de Ponteareas con un equipo sanitario, la mujer de la víctima les esperaba fuera de la casa y "les advirtió de que ella no era la que necesitaba ayuda médica, sino su marido, que era un enfermo mental, con un trastorno bipolar diagnosticado".
Así las cosas, el letrado ha cuestionado la proporcionalidad de la actuación de los agentes, ante "una persona enferma", incluso aunque ésta pudiera estar teniendo un comportamiento violento y hubiera "cogido elementos de cubertería en sus manos". "Ni su mujer ni su hijo estaban en peligro y, además, el médico y los agentes sabían que era un enfermo", ha insistido.
Por otra parte, la Guardia Civil mantiene su versión de que había acudido el miércoles a esa vivienda por un presunto caso de violencia de género, y de hecho, el atestado remitido al juzgado se ha presentado como diligencias por un presunto delito de este tipo, además de por otro de atentado contra un agente.
A ese respecto, el abogado ha explicado que, efectivamente, hay un parte de lesiones de un agente que, al parecer, fue agredido por Javier. No obstante, ha precisado que dichas lesiones se ciñen a una erosión en la nariz y, por tanto, "ni puntos de sutura ni nada que obligase a responder con un disparo".
VERSIONES CONTRADICTORIAS
Según la versión de la familia, trasladada a los medios por el letrado y por la propia suegra del fallecido, el pasado miércoles Javier Fernández tuvo un "brote psicótico", consecuencia de la suspensión del tratamiento que seguía desde hace años por un trastorno bipolar.
Ante su comportamiento agresivo, su mujer -que estaba en la vivienda con Javier y con el bebé de ambos-- decidió pedir ayuda para tranquilizar a su pareja y hasta el domicilio, en la parroquia ponteareana de Guláns, se desplazó una dotación de la Guardia Civil y una ambulancia.
A partir de ahí, el relato de los hechos difiere entre la versión de la familia y la de la Guardia Civil. Mientras que el Instituto Armado sostiene que se trataba de un presunto caso de violencia de género, la mujer y su abogado lo niegan, e insisten en explicar el comportamiento de Javier por su enfermedad mental.
La Subdelegación del Gobierno emitió un comunicado en el que relataba que el músico había agredido a su mujer y a uno de los agentes intervinientes. Asimismo, admitía que el otro guardia, a la vista de que el hombre no deponía su actitud violenta, se vio obligado a efectuar un disparo que le impactó en el abdomen. Javier Fernández, de 40 años, moría horas después en el Hospital Meixoeiro.
Su mujer y sus allegados han insistido en que el músico "jamás fue un maltratador", y han lamentado que lo que necesitaba era ayuda médica, y no ser reducido por la Guardia Civil. "Lo que se pudo solucionar con una pastilla, se solucionó con una bala", llegó a afirmar uno de sus compañeros de Los Piratas.