Un año después de la primera muerte por covid en los centros de mayores, el sector asume que el nuevo modelo supondrá un aumento de precios
SANTIAGO DE COMPOSTELA, 20 Mar. (EUROPA PRESS) -
El 19 de marzo se cumplió un año de la primera muerte de la pandemia en las residencias de mayores. Fue en la San Carlos de Celanova (Ourense), dos días después de que, en la cuarta jornada de estado de alarma, se diagnosticase en una mujer que superó la enfermedad el primer caso de covid-19 en estos centros.
Atrás quedan doce meses en los que la crisis sanitaria se cebó con los centros de mayores, que suman miles de usuarios fallecidos en España y centenares en Galicia. El coronavirus puso frente al espejo el modelo de cuidados de los países occidentales y proyectó hacia el exterior las carencias de una realidad que apenas lograba traspasar la esfera familiar y de los propios trabajadores de las residencias.
De ahí que las administraciones, incluida la gallega, hayan asumido la necesidad de repensar el modelo de atención a las personas mayores y los servicios que se prestan en estos centros, si bien los expertos consultados por Europa Press creen que las mejoras conllevarán, inevitablamente, un aumento de precios. Enriquecer la atención sin agrandar una brecha de acceso por motivos económicos que ya existe es, pues, uno de los grandes desafíos en el reto de repensar el modelo.
En Galicia, la reformulación del sistema residencial está en manos de un comité asesor de la Xunta. Constituido en diciembre de 2020, está compuesto por expertos de distintos campos encargados de articular un nuevo modelo que esperan implantar antes de 2024, coincidiendo con el fin de la presente legislatura.
Cumplido un año de una crisis "sin precedentes", este órgano ultima un informe que, antes de que concluya el primer semestre del año, servirá de "diagnóstico" del actual modelo residencial gallego sobre el que asentar los cambios, que, para el Gobierno autonómico, deben pasar, en primer lugar, por reforzar la coordinación entre la atención sanitaria y la social, pero sin caer en la concepción de las residencias "como hospitales".
"El sistema sanitario ha tenido una serie de desarrollos en el campo de los procesos tecnológicos y organizativos que, a veces, no se han visto reflejados en el mundo sociosanitario", señala en declaraciones a Europa Press Antón Acevedo, director xeral de Atención Sociosanitaria, cargo creado el pasado otoño para, precisamente, reforzar esa coordinación.
Además de mejorar los sistemas de vigilancia ante episodios virológicos como el covid-19, Acevedo incide en que el objetivo es hacer que las personas puedan mantenerse "el mayor tiempo posible" en su entorno y, al mismo tiempo, avanzar hacia un sistema que diferencie la atención según el perfil de la persona.
A pesar de la existencia de un documento que fija las líneas maestras sobre las que redefinir el modelo (ratios máximas, cambios arquitectónicos o tipologías de usuarios), Acevedo emplaza a dejar trabajar al comité asesor y evitar "marcarle el camino" desde la administración.
"Queremos que el comité, desde su independencia, nos diga los caminos que debemos seguir", recalca el responsable autonómico, que subraya la necesidad de, primero, contar con un "análisis" de la situación sobre el que construir los cambios y darles encaje con cambios normativos. "Pero eso sería la última parte", apostilla.
"REVOLUCIÓN" TECNOLÓGICA
Uno de los integrantes del comité asesor es el vicepresidente de la recién nacida Asociación Galega do Sector da Dependencia (Agasede), Óscar Neira, quien considera que todavía es "muy pronto" para afirmar que se hayan producido cambios. En declaraciones a Europa Press, Neira niega que algo "haya fallado" en el sector y prefiere hablar de que estos centros "no estaban preparados para una enfermedad infectocontagiosa".
El vicepresidente de Agasede pone el foco, entre otros asuntos recogidos en el informe, en un replanteamiento "a nivel arquitectónico" de las residencias de nueva creación, aunque también las ya existentes podrían "adaptarse" con "el apoyo de la administración" a través de, según sugiere, líneas de ayudas públicas.
Neira también ve conveniente trabajar para "integrar los servicios sanitarios" en la vida de los geriátricos. "No defendemos la medicalización de las residencias porque esa no es su función. Queremos ser hogares para los residentes", subraya.
Como tercer ámbito en el que profundizar, el vicepresidente de Agasede menciona el tecnológico: "Quizá somos un sector que no ha tenido una revolución tecnológica, somos más tradicionales". Para ello, también apuesta por apoyos públicos a las residencias, "igual que hay ayudas para la industria 4.0".
INCREMENTO DE PRECIOS
Eso sí, todos estos añadidos y un previsible incremento de las ratios de personal precisa un "aumento de recursos", lo cual podría derivar en una subida de costes y de precios del servicio. "Hay que tener cuidado también por cómo tratamos eso", señala Neira.
Quien también asume que los precios van a tener que incrementar es el presidente de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría (SGXX), Miguel Ángel Vázquez: "Si queremos cambiar un modelo y mejorarlo, tenemos que pagar más. La sociedad tiene que ser consciente de ello, si no apostamos por financiar los cuidados de larga duración de las personas mayores, no vamos a tener mejores servicios".
Con la vista puesta en el futuro, Vázquez reclama como imprescindible "un pacto estatal" para unificar el criterio de las comunidades autónomas y luego incide en la mayor formación no solo de los trabajadores, sino también de las direcciones de los propios centros; más allá de meros cambios arquitectónicos. En cualquier caso, aboga por que el sector público se sitúe a la cabeza de estos avances, para que así el privado pueda imitarlo.
Para el presidente de la SGXX, el futuro de los centros sociosanitarios pasa por asemejarlos "lo más posible" a las viviendas de los mayores, ya que los actuales "son modelos de habitación de hospital".
EL NORTE DE EUROPA, REFERENCIA
El espejo en el que mirarse está el norte europeo. Los nórdicos, asegura Vázquez, trabajan con residencias "pequeñas" y "más amigables", parecidos a la propia vivienda en las que los mayores "determinan su vida". Además, sobre el eterno debate en torno a la medicalización de los centros, reivindica una "mayor coordinación" con el sistema sanitario público.
"El médico de cabecera de un anciano no tiene por qué ir a la residencia", recalca, si bien para casos en los que esto no sea posible apuesta por que sean los propios sanitarios del sistema público los que acudan al centro a dar atención. Esto también facilitaría "la inspección", ya que no son profesionales médicos que dependen de la dirección de la residencia.
Sobre los cambios habidos en el sector hasta el momento tras un año de pandemia, considera que no se produjo "ninguno", con la única excepción de que el mundo de las residencias se ha "acercado a la sociedad" al haber permanecido en el foco mediático de la pandemia.
LA SALUD DEL PERSONAL
Sin embargo, esto ha llevado aparejado un "sentimiento de culpa" instaurado en los trabajadores de los sociosanitarios. En este contexto, el presidente de la Sociedade de Xerontoloxía e Xeriatría pide a la Consellería de Política Social "un plan de salud mental" para estos profesionales.
"Todavía no están curadas las heridas. El sector lo pasó tan mal que hay desconfianza, hay miedo a algo irracional", añade Vázquez. De hecho, la Xunta, a semejanza del programa pensado para los sanitarios, avanza que trabaja en un plan para los empleados de las residencias públicas, con quien, tras meses de protestas, Política Social ha accedido a retomar las conversaciones para la renovación del convenio colectivo.