MADRID, 1 Oct. (EUROPA PRESS) -
La deforestación es uno de los problemas medioambientales más graves a los que nos enfrentamos en la actualidad, pues contribuye de manera significativa a aquello contra lo que debemos luchar día a día: el cambio climático.
Un estudio de la Universidad de Maryland refleja que en 2020 se perdió una cobertura de área arbórea más grande que el territorio sobre el que se extiende Reino Unido, incluidas más de 4,2 millones de hectáreas de bosques tropicales primarios. De esta manera, frenar este fenómeno, que en parte viene provocado por la acción humana, es esencial para la preservación de nuestro planeta.
En este sentido, los tres mayores bancos privados de Brasil, Santander, Itaú y Bradesco, que hace un año unieron sus fuerzas para contribuir al desarrollo sostenible de la Amazonia, han reafirmado su compromiso y se han marcado cuatro objetivos prioritarios para la protección de la selva amazónica.
Y es que la deforestación del Amazonas no ha dejado de extenderse ni durante la pandemia de Covid-19, ya que el año 2020 aumentó un 30% en comparación con 2019, con un total de 8.058 kilómetros cuadrados de superficie perdida, la mayor extensión de los últimos diez años, según los datos del sistema de alerta Imazon.
Los datos de este año son alarmantes, porque el área deforestada entre enero y junio es la más grande de los últimos diez años, un 55% más que en el mismo periodo de 2020, también de acuerdo con Imazon.
Para revertir la situación, este año las tres entidades han decidido dar prioridad a los cultivos sostenibles, la bioeconomía, la ganadería y la regularización de tierras, líneas de acción extraídas del plan conjunto anunciado por las entidades en julio de 2020 con el fin de ayudar a frenar la deforestación.
La estrategia de estas tres grandes empresas para erigirse como agentes de cambio en la región se basa en tres frentes: la conservación del medio ambiente y el desarrollo de la bioeconomía, la inversión en infraestructura sostenible y la garantía de los derechos básicos de la población de la región amazónica.
Entre el resto de acciones que se contemplan en el acuerdo, destaca la estimulación de las cadenas sostenibles en la Amazonia por medio de líneas de financiación diferenciadas y otros instrumentos financieros y no financieros y la agilización de inversiones en infraestructura básica para el desarrollo social y ambiental.
"Se esperan grandes resultados. El primer año ha sido una experiencia de aprendizaje. Hemos creado un consejo asesor formado por personas expertas y con experiencia en la región", ha destacado el presidente del consejo de administración de Santander Brasil, Sergio Rial.
En cuanto a los objetivos prioritarios, en lo que tiene que ver con la financiación de los cultivos sostenibles y la bioeconomía, en un principio Rial anunció la meta de destinar 100 millones de reales en créditos a cooperativas y agroindustrias para la producción sostenible de cultivos en la región, como el açaí, la castaña y el cacao, entre otros. Solo el Santander ya ha financiado con 260 millones de reales a estos clientes.
En bioeconomía, se ha decidido apoyar un estudio que aportará posibles soluciones para la baja cuota de mercado de los productos amazónicos, que es de 300 millones de dólares al año y representa sólo el 0,17% de los mercados globales correspondientes, al observar en este ámbito "un potencial de desarrollo económico sostenible".
Respecto a la ganadería, se ha definido una lista de indicadores clave de rendimiento (KPI) para que los bancos supervisen la evolución de sus propias carteras de crédito. En este campo, Rial ha hecho hincapié en la recomendación de que, para reducir la tasa de deforestación, se implementen herramientas tecnológicas y se asuman compromisos públicos de trazabilidad de los proveedores directos e indirectos de ganado para 2025.
En concreto, Banco Santander trabaja con imágenes por satélite para supervisar las más de 12.000 propiedades que están financiando en la Amazonia. De esta manera, recibe información ante cualquier tipo de embargo en zonas deforestadas, trabajos forzados o incursiones en territorios indígenas.
"Para entender la compleja cuestión de la regularización de la tierra, hemos unido fuerzas con tres importantes bufetes de abogados (Mattos Filho, Pinheiro Neto y Machado Meyer) para elaborar un mapa de la legislación sobre la tierra en los nueve estados de la Amazonia. El objetivo final es identificar mejores modelos de regularización", ha explicado, en referencia al cuarto objetivo prioritario.
"EL CAPITAL, GRAN INDUCTOR DE LA TRANSFORMACIÓN"
Esta alianza forma parte del compromiso que el Grupo Santander mantiene desde hace tiempo con la transición, tanto propia como de sus clientes y la sociedad en general, hacia una economía de cero emisiones netas en 2050, desde el convencimiento de que las grandes empresas deben jugar un papel clave en la lucha contra el cambio climático.
Y es que la Amazonia, el bosque tropical más grande del mundo, con más de 6 millones de kilómetros cuadrados, contribuye a la regulación del clima en el planeta, y además alberga una gran diversidad natural y cultural.
"El capital es el gran inductor de la transformación. Si conseguimos reconocer las buenas empresas y al mismo tiempo restringir las que, en esencia, no observan un desarrollo a largo plazo, significará movilizar el capital en la dirección correcta", ha defendido Rial.
"Nuestra visión del futuro es el bosque en pie, correctamente puesto en valor. Prestando servicios ambientales al planeta, y esto implica negocios. El uso económico del bosque en sus diversas formas forma parte de la ecuación de mantenerlo en pie", ha agregado.
Para ello, el principal objetivo de Banco Santander es ayudar a detener la deforestación, una responsabilidad que "debe repartirse entre las diversas entidades que operan en la región, desde el Gobierno, los empresarios, las organizaciones serias del tercer sector que operan en la región, hasta los propios ciudadanos locales".