PARIS, Junio 1 (Reuters/EP)
Cerca de 10.000 civiles han huido a un campo de desplazados al norte de la ciudad de Raqqa, bastión del Estado Islámico en Siria, donde siguen llegando cientos de personas cada día, según ha informado Médicos Sin Fronteras (MSF) este jueves.
A medida que las fuerzas respaldadas por Estados Unidos se acercan a la ciudad, los habitantes de Raqqa escapan por la noche, a través de campos minados y milicias armadas, que resultan preferibles al riesgo que supone una batalla por la ciudad que, se prevé, comenzará pronto.
"No es un éxodo masivo, pero alrededor de 800 personas llegan al día al campo de desplazados de Ain Issa", ha dicho Natalie Roberts, doctora de emergencias de MSF Francia que acaba de volver de la región.
El campo en Ain Issa, al norte de Raqqa, está gestionado por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), formadas sobre todo por combatientes kurdos y con el apoyo de Estados Unidos, que han llegado a 3 kilómetros de Raqqa y planifican el asalto al gran bastión del Estado Islámico.
Las FDS organizaron el campo como lugar de tránsito para los civiles, pero debido a que la mayoría de las personas no tiene otro lugar donde quedarse ni la posibilidad de viajar, el enclave ha superado su capacidad para 6.000 personas, ha informado Roberts.
Las condiciones se han deteriorado especialmente por la llegada del calor. Naciones Unidas y otras organizaciones de ayuda humanitaria todavía no se han establecido en la zona.
MSF proporciona cuidados básicos como vacunas, atención a la maternidad y tratamiento a enfermedades crónicas. Las personas con heridas de guerra, sobre todo causadas por las minas, están siendo enviadas a tres hospitales de MSF más al norte. Roberts ha añadido que aunque la coalición que bombardea Raqqa trata de no dañar a la población civil, los hospitales de la ciudad no están equipados para hacer frente a las heridas y daños que puedan resultar de una intensificación de la violencia.
No se conoce cuántas personas permanecen todavía en Raqqa, cuya población se estimaba en 200.000 antes del último éxodo. Durante los últimos tres años, Raqqa ha servido de base de operaciones al Estado Islámico y ha simbolizado la capital del 'califato' en Siria e Irak del grupo terrorista.