Los efectivos iban en busca de elementos armados y han dado un ultimátum de 72 horas para abandonar el campamento de Mentao
MADRID, 4 May. (EUROPA PRESS) -
Al menos 32 refugiados malienses han resultado heridos, algunos de ellos de gravedad, a manos de las fuerzas de seguridad de Burkina Faso durante el asalto que llevaron a cabo durante el fin de semana en el campo de Mentao, en la región de Sahel, según ha denunciado el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Según ha informado la agencia de la ONU en un comunicado, las fuerzas de seguridad irrumpieron en el campamento, situado cerca de la frontera con Malí y que acoge a 6.500 refugiados de este país, este sábado. Los refugiados han contado que llegaron en busca de presuntos elementos armados implicados en un ataque contra soldados ese mismo día en la cercana carretera entre Djibo y Uagadugú, la capital, en el que murió un militar y otro está desaparecido.
Los efectivos de las fuerzas de seguridad llevaron a cabo registros casa por casa y presuntamente obligaron a hombres y chicos a salir de ellas, golpeándoles con palos, cinturones y cuerdas. Además, acusaron a los refugiados de complicidad con los asaltantes y les dieron un ultimátum de 72 horas para que abandonen Mentao o se arriesguen a morir, según ACNUR.
"Las acciones de las fuerzas de seguridad que nos han contado son totalmente inaceptables", ha destacado la directora para África Occidental y Central de ACNUR, Millicent Mutuli, que ha defendido que "los refugiados que viven en Mentao deberían ser protegidos".
Así las cosas, ACNUR ha pedido una investigación urgente de lo sucedido en una carta remitida al ministro de Asuntos Exteriores, en la que ha expresado su grave preocupación por la seguridad de los refugiados. Los refugiados heridos están recibiendo tratamiento en el centro de salud de Djibo, entre ellos cuatro que presentan fracturas de alguna de sus extremidades.
Además, la agencia de la ONU ha reiterado al Gobierno de Burkina Faso su petición de que permite trasladar a los refugiados desde el campamento a un lugar más seguro y se ha ofrecido a apoyar a las autoridades.
La violencia imperante en esta zona de Burkina Faso ya obligó el pasado noviembre a ACNUR a trasladar a su personal fuera del campo de Mentao. Desde entonces, ha explicado la agencia humanitaria, el acceso a los refugiados, principalmente mujeres y niños, ha sido esporádico y tanto las escuelas como el centro de salud y el puesto de seguridad se han visto obligados a cerrar.
La noticia de esta agresión por parte del Ejército burkinés a refugiados se conoce tan solo días después de que Human Rights Watch (HRW) publicara un informe en el que denunciaba que las fuerzas de seguridad habrían ejecutado a 31 detenidos el pasado 9 de abril en la localidad de Djibo, situada en el norte del país, tras haberlos arrestado en el marco de una operación antiterrorista.
Burkina Faso, al igual que la vecina Malí, ha registrado un fuerte aumento de ataques yihadistas en los últimos años, obra tanto de la filial de Al Qaeda como de la de Estado Islámico en la región. Dicha actividad ha contribuido también a incrementar la violencia intercomunitaria y ha hecho que florecieran grupos de autodefensa, a los que el Gobierno burkinés ha sumado en los últimos meses a voluntarios para que ayuden en la lucha antiterrorista. Más de 800.000 personas se han visto desplazadas en el país como resultado de todo ello.