PUERTO VALLARTA, MÉXICO (Reuters/EP), 31
El adolescente Ethan Couch, un multimillonario de Texas, Estados Unidos, acusado de matar a cuatro personas en un accidente de tráfico en 2013 cuando conducía en estado de embriaguez, ha presentado desde México un recurso legal retrasando su extradición a Estados Unidos, algo que no ha conseguido su madre, que finalmente ha sido deportada al país vecino.
Tanya Couch, de 48 años, que escapó con su hijo a principios de diciembre a Puerto Vallarta, en el estado mexicano de Jalisco, se dirige a Los Ángeles, según ha informado una responsable del Instituto Nacional de Migración mexicano.
Otro funcionario de Migración de Jalisco, Ricardo Vera, había dicho poco antes que un juez tendría hasta 72 horas para considerar el amparo presentado por el adolescente, quien aún podría ser deportado dentro de dos semanas, dependiendo de las situaciones subsecuentes.
Couch, de 18 años, apodado el adolescente "affluenza" (enfermo de opulencia), también conocido como 'mal del niño rico', huyó a México con su madre en una probable violación a su libertad condicional que lo mantenía fuera de la cárcel, después de un accidente de tráfico que dejó cuatro muertos cuando conducía ebrio en 2013.
BAJO PERFIL EN MÉXICO
Durante su estancia en Puerto Vallarta, lleno de hoteles y restaurantes, ambos trataron de mantener un perfil bajo y optaron por alojarse en un hotel y después un discreto apartamento en el centro. Al menos en una ocasión, la madre utilizó un nombre falso.
No obstante, consiguieron atraer las miradas de alguna gente. Ambos dejaron un arma en un cajón del hotel Los Tules tras cambiar de habitación durante su estancia, entre el 20 y el 25 de diciembre, según dos trabajadores que han querido mantenerse en el anonimato por miedo a perder su empleo y quienes han afirmado que el revólver se les devolvió a los Couch. Madre e hijo pagaron en efectivo y pese a que pretendían quedarse más en el hotel, no pudieron porque las habitaciones que querían estaban reservadas hasta después de Navidad.
Fue entonces cuando decidieron cambiarse a un apartamento de dos habitaciones en el centro de la ciudad. "Ella era muy normal, muy tranquila, no hablaba mucho", asegura Ramón Hernández, un camarero que le sirvió en varias ocasiones.