MADRID, 5 Dic. (EUROPA PRESS) -
Afganistán superó a Irak como el país del mundo con un mayor número de víctimas por ataques terroristas en 2017, según un estudio que confirma una nueva caída, del 27 por ciento, en la cifra de personas que perdieron la vida el año pasado como consecuencia de los atentados.
El Índice Global de Terrorismo que elabora el Instituto para la Economía y la Paz (IEP) estima que 18.814 personas fallecieron en 2017 en algún atentado, lo que supone el tercer año consecutivo de caídas y un descenso del 44 por ciento en comparación con los niveles máximos de 2014.
Siria e Irak registraron las mayores caídas en cuanto a víctimas --1.000 y 5.000, respectivamente-- aunque este último país sigue encabezando la lista negra por sus 1.956 incidentes y sus 4.271 víctimas mortales. En el número dos en cuanto a peligrosidad aparece Afganistán, aunque sus 4.653 fallecidos le sitúan por encima de Irak.
La mejora generalizada en Oriente Próximo se debería en gran medida a la reducción del número de muertes en ataques atribuidos al grupo terrorista Estado Islámico, de un 52 por ciento, aunque la organización se mantuvo en 2017 como la más mortífera a nivel global.
En la parte occidental de Europa también se ha notado una reducción del terrorismo islamista, con caídas significativas en Francia, Alemania y Bélgica. España, sin embargo, tiene uno de los mayores niveles de deterioro dentro del informe por los atentados de Barcelona y Cambrils de agosto de ese año y figura en el puesto 50 de 138.
Pese a las mejoras, el Índice Global de Terrorismo recuerda que en cinco países --Afganistán, Irak, Nigeria, Somalia y Siria-- hubo más de mil muertos por terrorismo en 2017. Somalia, además, sufrió el atentado con más víctimas del año, 587, por una macroexplosión registrada en su capital, Mogadiscio, y atribuida a Al Shabaab.
ANÁLISIS ECONÓMICO
El informe analiza también el impacto del terrorismo, estimado en 2017 en unos 52.000 millones de dólares. El dato, que en un 72 por ciento corresponde a las víctimas mortales por los ataques, representa una caída del 42 por ciento respecto a las cifras de 2016, si bien no tiene en cuenta los efectos indirectos en materia de empresas, inversiones y refuerzo de seguridad.
Por otra parte, la pérdida de territorio por parte de Estado Islámico --entre 2015 y 2017 se quedó sin el 60 por ciento del terreno que controlaba-- se ha reflejado también en sus cuentas, con una reducción de ingresos aproximada del 80 por ciento. La mayor parte de estos ingresos procedían de la explotación de los yacimientos de petróleo y gas.