El actual presidente ha logrado capear el temporal que azota Venezuela desde que tomó las riendas
CARACAS, 5 Mar. (EDIZIONES) -
Este 5 de marzo hace cuatro años que Hugo Chávez murió para dar a luz un nuevo icono moderno que desde entonces ha alimentado a su sucesor en el cargo, Nicolás Maduro, lo que ha garantizado su supervivencia política, a pesar de las fuertes turbulencias que atraviesa Venezuela.
Chávez sigue siendo el presidente venezolano más popular de todos los tiempos, según una reciente encuesta realizada por Hinterenlaces, que concede al mandatario 'bolivariano' un 79 por ciento de las simpatías, por su preocupación por los pobres y su liderazgo internacional.
Su imagen aún está presente en grafitis, carteles e incluso en las pantallas de televisión, a donde ha dado el salto con una serie de Sony para Colombia que el Gobierno pretende combatir con una versión propia sobre "el verdadero Chávez".
Los fastos han sido acordes a la altura del "gigante". "Aquí amamos a Chávez" es la consigna con la que las autoridades venezolanas han celebrado una semana de homenajes con participación de figuras internacionales para "recordar su espíritu eterno", dijo Maduro.
La adoración por la figura del comandante se explica por la transformación que experimentó la nación caribeña durante sus 14 años de Gobierno gracias, sobre todo, a las misiones sociales que dieron sanidad, educación y vivienda a las clases más humildes.
Uno de los datos más reveladores es el índice de pobreza, que pasó del 42 por ciento en 1999 al 27 por ciento en 2013. La pobreza extrema se redujo a la mitad en este periodo, desde el 16 al ocho por ciento, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) de Venezuela.
Martin Hopenhayn, director de la División de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de la ONU, ha explicado a BBC Mundo que la espectacular reducción de la pobreza en Venezuela obedece, más que a los subsidios sociales, "al aumento de los ingresos laborales", que pasaron de unos 4.000 dólares a más de 12.000, de acuerdo con el Banco Mundial.
La política social de Chávez habría sido imposible sin la financiación garantizada por el 'boom' petrolero que disfrutó hasta su muerte. Cuando llegó al Palacio de Miraflores el barril de petróleo estaba a 11 dólares y a partir de ahí el precio creció y creció dejando una media anual de 56.500 millones de dólares.
"Daba tanto dinero y era tan rentable que toda la economía venezolana se ha enfocado en el petróleo" y la industria nacional prácticamente ha desaparecido porque "producir cualquier cosa dentro es mucho más costoso que importarlo", indicó Raúl Gallegos, analista económico, en una entrevista concedida a Europa Press.
CRISIS VENEZOLANA
Chávez ya auguró que la excesiva dependencia del oro negro podría suponer un problema en el futuro pero no hizo nada para solucionarlo y ha sido Maduro quien ha tenido que lidiar con la caída del precio del petróleo en el mercado internacional.
A final de 2014 el barril de crudo marcó un mínimo histórico de 27 dólares, reventando la máquina venezolana, que necesita que cotice al menos a 125 dólares para equilibrar sus cuentas públicas, muy lejos de la media actual de 50 dólares.
Esto ha supuesto que los ingresos del Gobierno han caído diez puntos y el PIB venezolano ha pasado del 1,3 por ciento en 2013, cuando falleció Chávez, a un -10 por ciento en 2015, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Con una industria nacional inexistente y sin dinero para importar, los supermercados se han vaciado de productos de primera necesidad, incluidos alimentos y medicinas, lo que ha llevado a los venezolanos a hacer largas colas para llenar la cesta de la compra.
La visible demanda no significa en modo alguno que los bienes básicos estén al alcance de todos. La inflación, disparada por un sistema cambiario esquizofrénico, cerró con un 700 por ciento 2016, según cálculos del FMI, porque el Gobierno no da cifras oficiales.
"Los trabajadores que se mantienen están haciendo unos 4.000 bolívares semanales: eso no les alcanza ni para comprar un paquete de harina", cuenta a Reuters Jhonny Magdaleno, líder de uno de los sindicatos de Polar, una de las principales empresas distribuidoras de Venezuela.
LA SOLEDAD DE MADURO
Con esta asfixiante situación no es de extrañar que el apoyo popular a Maduro --ratificado en las urnas como heredero político de Chávez-- se sitúe tan solo en el 25 por ciento, conforme al último sondeo de Delphos, después de tocar fondo en el 20 por ciento.
El 65 por ciento incluso confiesa que quiere que abandone la Presidencia, algo que la Mesa de Unidad Democrática (MUD) --coalición opositora-- ha vislumbrado con claridad y ha intentado forzar con un referéndum revocatorio.
Pero el Consejo Nacional Electoral ha ejercido de escudo y ha suspendido 'sine die' la convocatoria de una consulta para que los venezolanos decidan si desahucian a Maduro de Miraflores antes de que su mandato expire de forma oficial, en 2019.
El descontento se extiende incluso a las filas 'chavistas', donde cada vez son más los no 'maduristas' que reclaman un golpe de timón para volver a los años dorados de la Revolución Bolivariana. Representan un 15 por ciento de la sociedad venezolana, según Delphos.
Las tensiones en el seno del 'chavismo' han propiciado la aparición de grupos disidentes que comulgan con el ideario pero difieren de quién y cómo lo ejecuta. Buscan ofrecer "una nueva alternativa pro Chávez", señala Heiber Barreto, de Marea Socialista, a Americas Quarterly (AQ).
Lo cierto es que el oficialismo nunca ha sido monolítico, recuerda a AQ el analista político John Magdaleno, pero la brecha entre facciones ha engordado a medida que la crisis se ha agudizado. "Los 'chavistas' críticos intentan eludir su responsabilidad para poder presentarse como una opción de futuro", apunta.
HORIZONTE INCIERTO
La debilidad en las filas 'bolivarianas', sin embargo, no se traduce automáticamente en una ganancia para la MUD, que no logró rentabilizar la muerte de Chávez en su momento y tampoco lo ha hecho con la actual crisis porque sigue inmersa en las luchas intestinas por el liderazgo opositor.
La miríada de partidos políticos que forman la MUD --y que van desde la derecha hasta la izquierda moderada--, están absortos ahora en el debate sobre la estructura y el liderazgo, tras lo cual esperan pactar una 'hoja de ruta' hacia "el cambio que Venezuela necesita".
El secretario ejecutivo de la MUD, Jesús 'Chúo' Torrealba, ha reconocido que, tras las expectativas generadas en 2015 por la victoria opositora en la Asamblea Nacional, 2106 fue "un año malo" para la MUD. "Hay necesidad urgente de una mejor oposición", ha admitido.
Maduro, pese a su pésimo historial de Gobierno, ha conseguido así sobrevivir un año más a la "desaparición física" de Chávez y parece que, una vez neutralizada la amenaza del referéndum revocatorio, conseguirá completar sus cinco años de mandato.
"No creo en el final del 'chavismo'", confiesa Luis Vicente León, director de Datanálisis, a AQ. "La gente tiende a confundir la pulverización de Maduro y del PSUV con el final del 'chavismo', pero creo que seguiremos hablando de él muchos, muchos años", augura.