La agonía política de Rousseff

Dilma Rousseff
REUTERS
Actualizado: jueves, 25 agosto 2016 8:05

MADRID 25 Ago. (EDIZIONES) -

Dilma Rousseff atraviesa las horas más bajas de su carrera política por un 'impeachment' que podría echarla de la Presidencia, como colofón a cuatro años de descenso a los infiernos en los que no ha sabido capitalizar los logros económicos y sociales del nuevo Brasil.

Rousseff cobró relevancia pública al calor de los Gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva, primero como ministra de Minas y Energía y después como jefa de la Casa Civil, un cargo que le valió el mote de 'súper ministra' y que le sirvió para experimentar la responsabilidad de la Presidencia en pequeñas dosis.

A pesar de su probada eficacia, apenas gozaba de un diez por ciento de popularidad, pero Lula, que la designó públicamente como su sucesora, y una metamorfosis personal fueron suficientes para seducir a los brasileños: Rousseff arrasó en las elecciones presidenciales de 2010 con 55 millones de votos (el 46 por ciento).

Desde el Ejecutivo, se encargó de implementar las reformas económicas que ya había probado en el estado de Río Grande del Sur y que sustentarían el crecimiento macroeconómico de Brasil mediante la explotación de los recursos naturales del país.

Su fama de buena gestora comenzó a tambalearse en la recta final de su primer mandato por la entrada en recesión de Brasil y las consecuentes crisis social y política, que han precipitado el desmoronamiento del imperio del Partido de los Trabajadores (PT).

GOTA A GOTA

El gran desempeño económico de Rousseff se vio ensombrecido por la serie de escándalos de corrupción que salieron a la luz de forma paralela al proceso de transformación del gigante suramericano y que han salpicado a cada una de sus actuaciones clave.

La presidenta se vio perjudicada directamente por la red de sobornos que se creó para conseguir jugosos contratos con Petrobras, en la época en la que Rousseff ejercía la más alta dirección política de la empresa estatal de hidrocarburos desde el Ministerio de Minas y Energía. "No tenía la menor idea de que eso pasaba en Petrobras", ha sostenido.

A ello se suma el caso 'Mensalao', conocido ya como 'el juicio del siglo', porque ha sentado en el banquillo a casi 40 políticos y empresarios por la trama de compraventa de votos en el Congreso para garantizar a los gobiernos del PT el apoyo parlamentario necesario para sacar adelante sus iniciativas.

El descontento social estalló definitivamente por los casos de corrupción que han rodeado a la organización y las obras públicas para la construcción de las instalaciones del Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos celebrados este año en Río de Janeiro, que dieron lugar a una ola de protestas sin precedentes.

VUELTA A LOS ORÍGENES

Rousseff encaraba así en 2014 una campaña para la reelección en la que se mediría con Aécio Neves, el abanderado de la oposición brasileña por el Partido de la Social Democracia (PSDB), y la siempre carismática Marina Silva.

La líder 'petista' apostó por recuperar otras medidas, al margen de las económicas, que fueron punta de lanza de la transformación de Brasil, como el paquete de programas sociales que ha permitido reducir la pobreza y el analfabetismo, estrechando así la brecha entre clases.

Acentuó las décadas de esfuerzo del PT por favorecer a la población más vulnerable, desempolvando así el discurso de izquierda revolucionaria --aunque, obviamente, matizado-- que la llevó a la política cuando era tan solo una adolescente en el contexto de la dictadura militar.

Rousseff, hija de un próspero empresario de origen búlgaro que huyó de su país por motivos políticos, y de una profesora de Belo Horizonte procedente de una familia de ganaderos, inició su militancia política, según ha reconocido ella misma, a su entrada en el Colegio Estadual Central, que entonces contaba con un movimiento estudiantil muy activo.

En esos años formó parte de la Organización Revolucionaria Marxista Política Operária (POLOP), desde donde dio el salto al Comando de Liberación Nacional (COLINA), una guerrilla que combatió al régimen castrense. Aunque, de acuerdo con varias versiones, Rousseff nunca participó en acciones armadas, fue detenida, torturada y encarcelada durante dos años.

HACIA EL 'IMPEACHMENT'

Sus enormes esfuerzos por desandar el camino recorrido desde las trincheras marxistas hasta el Palacio de Planalto dieron fruto y los brasileños volvieron a confiar en ella como salvavidas para capear la tormenta económica y política: fue reelegida con 43 millones de votos (42 por ciento).

El plan para mantenerse en el poder había surtido efecto pero carecía de soluciones reales, algo que rápidamente quedó al descubierto, enfureciendo aún más a una ciudadanía harta de que el peso de Brasil no se reflejara en su día a día. La respuesta política no se hizo esperar y los otrora aliados del PT en el Congreso fueron abandonando uno a uno al Gobierno.

El pasado 2 de diciembre fue el principio del fin para Rousseff. Su enemigo político Eduardo Cunha aprobó como presidente de la Cámara de Diputados una de las muchas denuncias acumuladas durante años en el Congreso contra el Gobierno por su mala gestión, dando el pistoletazo de salida al 'impeachment'.

El 'jaque mate' a Rousseff llegó, paradojicamente, de manos de Lula. El ex presidente fue detenido el 4 de marzo por la Policía Federal en el aeropuerto de Sao Paulo para ser interrogado en el marco de 'Lava Jato' por, supuestamente, haber aceptado un tríplex de lujo como pago por sus favores en Petrobras.

Apenas un mes después, el 12 de mayo, los senadores aprobaron con holgura la celebración de un juicio político contra Rousseff --que quedaba apartada temporalmente del cargo-- por aumentar el gasto público durante la campaña para su reelección sin la necesaria autorización del Congreso.

Rousseff ha alertado de que el 'impeachment' es una "venganza política" de aquellos que no han logrado llegar al Gobierno con las urnas. Si bien ha reconocido que cometió "errores", ha afirmado que no hay "ninguna traza de deshonestidad, cobardía o traición" en su recorrido político.

Para superar este "momento dramático de la historia de Brasil", ha propuesto celebrar un plebiscito en el que los ciudadanos decidan sobre la posibilidad de convocar elecciones anticipadas y sobre una reforma política que prometió hace cuatro años.

Su oferta no ha logrado convencer a los 81 senadores que, a partir de este jueves y a lo largo de los próximos días, decidirán con su voto si cesan definitivamente a Rousseff, que se convertiría así en el segundo presidente apartado por el Congreso, con el único precedente histórico de Fernando Collor.