El agua, arma definitiva del Estado Islámico

Un iraquí se zambulle en el lago del palacio presidencial de Mosul
Foto: SHAMIL ZHUMATOV / REUTERS
  
Actualizado: sábado, 16 mayo 2015 15:47

MADRID, 16 May. (EDIZIONES) -

   El agua se ha convertido en una de las armas más poderosas del Estado Islámico, que concentra sus fuerzas en tomar el control de ríos y presas tanto en Siria como en Irak. La eficacia de esta arma se ha multiplicado ante la incapacidad de los países árabes para llegar a acuerdos sobre cómo gestionar los periodos de escasez.

   El presidente del Consejo Árabe del Agua, Mahmud Abú Zeid, ha advertido de esta utilización por parte de los yihadistas. "Es evidente que el Estado Islámico está intentando hacerse con los recursos hídricos árabes", ha afirmado en declaraciones al portal informativo y de análisis 'Al Monitor'.

   "El agua significa vida y la toma de estos recursos en los países árabes es muy grave, ya que supone un medio de presión inhumano", ha argumentado Abú Zeid.

   Las regiones de Siria e Irak bajo control del Estado Islámico se abastecen fundamentalmente de los ríos Tigris y Éufrates, pero también hay un tercer actor implicado, Turquía, ya que las presas que controlan el caudal de estos dos ríos se encuentran en territorio turco.

   El Estado Islámico controla la mayoría del curso alto de los ríos Tigris y Éufrates, de los que dependen la agricultura, la industria y el abastecimiento del agua potable de toda Irak y de gran parte de Siria. Por ello, Abú Zeid ha advertido de que el grupo yihadista podría provocar una grave crisis, mucho mayor que la ocasionada por el control del petróleo ya que "el agua es una cuestión de vida o muerte".

Hombre en una fuente

   De hecho, según un informe del Centro de Estudios del Oriente Próximo, con sede en Beirut, el propio Estado Islámico considera que el control de ríos y presas es un arma más importante que el petróleo.

MÁS ALLÁ DE SIRIA E IRAK

   Un mapa publicado por el propio califato yihadista en julio de 2014 evidencia su intención de utilizar el agua como pie de playa para afianzar su control sobre nuevos territorios como Egipto, Etiopía o la región del Magreb. El control de las fuentes del Nilo parece así fundamental para sus aspiraciones y la 'baya' o juramento de fidelidad del grupo nigeriano Boko Haram al califa del Estado Islámico en marzo de 2015 podría ser una herramienta clave en este sentido.

   Ante esta estrategia a gran escala del Estado Islámico para hacerse con el control de los acuíferos sería necesaria una respuesta coordinada a nivel internacional. Hasta ahora, la única iniciativa similar es la puesta en marcha por la Liga Árabe en 2008 para fijar criterios sobre el uso y gestión del agua en periodos de crisis.

   El proyecto ha alcanzado ya la fase definitiva, con un documento final ya redactado, pero son los propios Estados árabes los que plantean ahora reservas y dudas sobre lo pactado.

   Abú Zeid ha explicado que la región árabe cuenta con menos del 7 por ciento de las reservas de agua dulce del mundo, y menos del 1 por ciento del agua de río, mientras que las lluvias están en torno al 2 por ciento de la media planetaria. Además, más del 60 por ciento del agua que se utiliza en los países árabes procede de países no árabes. De ahí la importancia de este recurso.

   "El agua árabe está en grave peligro por el agravamiento de los conflictos del agua y por lo limitado de los recursos de agua potable. Sin embargo, la población sigue creciendo y la comida es cada vez más escasa, por lo que podría haber hambrunas para 2025 si no hacemos un esfuerzo coordinado", ha argumentado Abú Zeid.

EL EJEMPLO DE MOSUL

   El Estado Islámico tomó Mosul, que es con dos millones de habitantes la segunda ciudad por población de Irak, en junio de 2014. Desde entonces ha demostrado su capacidad para organizar y gestionar una gran ciudad y mejorar los servicios públicos que hasta entonces eran prácticamente inexistentes.

   Lo primero que hizo el califato nada más capturar Mosul fue reciclar los bloques de hormigón utilizados por el Ejército iraquí para levantar controles y barricadas para construir un muro alrededor de toda la ciudad. Después, los empleados públicos se concentraron en reparar todas las calles de la ciudad, llenas de grietas y socavones.

Miliciano con una bandera del Estado Islámico

   "Arreglaron los baches, limpiaron las calles y plantaron árboles", ha explicado un activista iraquí, Abdul Aziz al Jarba. También se ha mejorado el suministro de electricidad, prestado por primera vez en años sin cortes.

   En cuanto al palacio presidencial de Mosul, construido por el difunto dictador Sadam Husein, los yihadistas lo han abierto al público para que los ciudadanos puedan contemplar su lujo y disfrutar de sus jardines. Exactamente lo mismo que hicieron las tropas estadounidenses cuando tomaron la ciudad.

   Los propios vecinos reconocen que no se había hecho tanto por mejorar la ciudad desde antes de la invasión estadounidense de 2003. El cómo lo han conseguido los yihadistas también es evidente: el Estado Islámico amenazó a los funcionarios con flagelaciones si desobedecían las órdenes de la recién creada Oficina de Servicios. Así han logrado un funcionariado fiel y que trabaja muy duro mientras en realidad siguen recibiendo sus salarios del Gobierno central iraquí.

   Uno de los miembros del consejo de la gobernación de Nínive --capital, Mosul--, Alí al Zubai, ha reconocido desde Erbil, en el Kurdistán iraquí, que los servicios han mejorado en estos once meses de control yihadista. "Están intentando legitimarse y conseguir apoyo popular proporcionando servicios que el Gobierno no daba. Es una de las tácticas más peligrosas del Estado Islámico", ha advertido.

   Además, cada una de estas mejoras es publicitada a gran escala con consignas repetidas incesantemente como "Mosul florece bajo el califato", ha explicado un periodista, Sarmad Ahmad, en declaraciones a 'Al Monitor'. Ahmad vive en Bagdad, pero tiene su familia en Mosul, y ha dado un seudónimo por motivos de seguridad.

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