MINSK 29 Nov. (Reuters/EP) -
El ministro de Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, ha insistido este martes a su homólogo ruso, Sergei Lavrov, en que el Gobierno sirio y sus aliados, entre los que se cuenta el Kremlin, permitan el acceso de ayuda humanitaria al este de Alepo, zona rebelde.
"Ha habido un claro llamamiento a los rusos para que permitan el acceso de suministros humanitarios para alcanzar a la población del este de Alepo, que afronta condiciones terribles", ha dicho un miembro de la delegación alemana en Minsk.
El ministro de Exteriores de Francia, Jean Marc Ayrault, ha avanzado que su Gobierno solicitará una reunión urgente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para abordar la crisis humanitaria en Alepo e impulsará una resolución para prohibir el uso de armas químicas en Siria.
El régimen de Bashar al Assad ha lanzado una nueva ofensiva sobre Alepo con la que ha logrado arrebatar a los rebeldes la franja norte del territorio que controlan, la zona oriental, lo que ha provocado un éxodo de los residentes.
Observadores y fuentes medicas han denunciado que se han producido varios ataques con gases tóxicos desde que el Gobierno puso en marcha esta operación militar, algo que las autoridades sirias han negado. Sin embargo, Naciones Unidas y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPCW) han asegurado en su último informe que todos los bandos, incluido el Estado Islámico, han usado estos arsenales en Siria.
La toma del este de Alepo supondría una gran victoria para el Gobierno sirio y sus aliados porque les permitiría tomar el control de toda la ciudad, a excepción de una pequeña porción en manos de las milicias kurdas, con las que hasta ahora no se han enfrentado.
El próximo 10 de diciembre se celebrará en París una reunión en la que los países críticos con el Gobierno de Al Assad, entre ellos Estados Unidos, Arabia Saudí y Turquía, se reunirán para intentar encontrar una solución política.
Representantes de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania se han reunido este martes en la capital bielorrusa para intentar relanzar el proceso de paz para el este de Ucrania, donde continúa el conflicto entre los separatistas prorrusos y las fuerzas ucranianas.