BASE DE LAS FFAA DE VANDENBERG (EEUU) 27 (Reuters/EP)
Dos altos cargos del Ministerio de Defensa estadounidense han expresado su preocupación este viernes ante las ambiciones nucleares de Corea del Norte, tras haber recorrido lugares de defensa antimisiles un día después de que el Ejército probara su segundo misil balístico intercontinental en una semana.
El vicesecretario de Defensa, Robert Worl, y el almirante Cecil Haney, comandante de combate de las fuerzas nucleares estadounidenses, se han mostrado confiados en que los sistemas de defensa antimisiles de Estados Unidos puedan contrarrestar la amenaza nuclear de Pyongyang, a pesar de un registro mixto de éxito en sus pruebas.
"Creo que cuando nos fijamos para qué está diseñado, y es un problema del tipo de Corea del Norte, creo (tener) una muy alta confianza en que seamos capaces", ha asegurado Haney, tras visitar un edificio de metal en el que los trabajadores ensamblan el interceptor basado en tierra en el corazón del sistema de defensa.
Se trata del segundo día que se envía un mensaje a Corea del Norte sobre sus ambiciones nucleares. Work ha indicado que el ensayo de un misil Minuteman III desarmado el jueves por la noche tenía como objetivo demostrar la fiabilidad de las armas nucleares estadounidenses ante posibles rivales nucleares, como Rusia o Corea del Norte.
La visita a las instalaciones de defensa antimisiles han sido otra señal para Pyongyang, que recientemente ha detonado un artefacto nuclear bajo tierra y ha probado un cohete, desafiando así las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
"Corea del Norte como conjunto (es) muy, muy problemático en términos de su sed por alcanzar la capacidad nuclear", ha indicado Haney.
30 INTERCEPTORES
Estados Unidos cuenta actualmente con 30 interceptores para alcanzar y destruir misiles balísticos nucleares mientras están en el espacio. Cuatro de ellos se encuentran en la base de Vanderberg y el resto, en Fuerte Greely, en Alaska.
No obstante, el Ejército estadounidense está construyendo otros 14, por un coste de cerca de 1.000 millones de dólares, que serán instalados en la base de Alaska antes de finales de 2017.