Uno de cada siete niños somalíes está malnutrido
BRUSELAS, 11 Feb. (Por Kun Li, especialista en comunicación de UNICEF Somalia) -
Con la mayor parte del mundo centrado en la guerra, el terrorismo y la difícil situación del flujo, aparentemente interminable, de inmigrantes y refugiados, los peligros de Somalia se han olvidado. La última vez que se mencionó al país en los titulares fue hace cinco años, cuando la sequía y las políticas fallidas llevaron al país a la hambruna.
Para cuando se declaró oficialmente la hambruna meses después, cientos de miles de personas ya habían muerto y millones se habían desplazado. Pero, ¿que no se informe sobre Somalia significa realmente que hay "buenas noticias"?
Hace tres semanas cogí un barco a Baidoa, una de las ciudades más grandes del sur de Somalia, el epicentro de la hambruna. Todavía era temprano, pero el centro de alimentación terapéutica, dirigido por UNICEF y la organización médica Deeg-Roor, ya estaba lleno de madres acompañadas de sus hijos pequeños.
Dentro del edificio, de una sola habitación del tamaño de media pista de baloncesto, se desarrollaban varias actividades al mismo tiempo. En las secciones del fondo se pesaba a los niños, a su derecha, doctores y enfermeros evaluaban a cada niño y tomaban nota sobre sus condiciones.
Enfrente, una joven sanitaria daba una clase sobre alimentación e higiene a un grupo de niños y madres, apoyándose en gráficas con ilustraciones en color para convencer a las madres de amamantar a los niños, de la necesidad de lavarse las manos y de la inmunización.
Fuera, más madres y niños esperaban para entrar, protegiéndose del sol en cualquier pequeña sombra que pudieran encontrar, a lo largo de la pared, bajo los árboles, o simplemente sosteniendo un pañuelo sobre sus cabezas.
LA MALNUTRICIÓN SE HA REDUCIDO
Desde la hambruna, la malnutrición se ha reducido en cierta medida. El porcentaje de niños menores de 5 años desnutridos ha disminuido desde el 18 por ciento en el 'Gu' de 2011 hasta el 13 por ciento en el 'Gu' de 2015. 'Gu' es el nombre que tiene la estación lluviosa en Somalia, que es la temporada principal de cultivos y dura desde abril hasta junio.
Sin embargo, esta mejora no ha sido suficiente para alejar a cientos de miles de niños del miedo, y de la realidad, del hambre. Actualmente y según los últimos datos, al menos 308.000 niños están malnutridos, y de ellos, 56.000 están desnutridos y necesitan tratamiento urgente. La estadística se traduce en que uno de cada siete niños somalíes está malnutrido.
Los índices de malnutrición incluyen a aquellos que se han visto obligados a huir de sus hogares por el conflicto, por la sequía o por otras razones. En los dos campos para desplazados internos que visité, casi no había hombres ni trabajo. A menudo es la mujer quien lleva el dinero a casa lavando la ropa de familias ricas de la ciudad o buscando madera para vender fuera del campo, exponiéndose al peligro de la violencia sexual.
"La mayoría de nosotros venimos del campo, no estamos acostumbrados a este tipo de vida en los campos de refugiados", explica Hawa Abukar Waladi, una trabajadora sanitaria en el campo de refugiados Salamey Idale.
A cualquier parte que mires hay trapos y sábanas formando nuevos refugios en todas las direcciones. Montañas de desperdicios dispersas por el paisaje polvoriento. Niños caminando alrededor, sin zapatos y muchos de ellos sin pantalones.
PROBLEMA DE SANIDAD E HIGIENE
"Aquí tenemos un gran problema con la sanidad y la higiene. Muchos niños sufren de malnutrición, diarrea y varias embarazadas sufren anemia", lamenta Hawa.
Ella y los demás trabajadores se encargan de dar información crucial sobre alimentación y prácticas higiénicas a las madres. También tratan enfermedades comunes de la infancia y ofrecen servicios de referencia. UNICEF apoya su trabajo con fondos de sus donantes.
En 2015, el departamento de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea (ECHO) aportó 2,8 millones de dólares (2,5 millones de euros) para apoyar a UNICEF en materia de nutrición, agua, saneamiento, higiene y otros sectores en los campos.
El tratamiento para la malnutrición, siempre y cuando no haya mayores complicaciones, es simple. Con la ingesta de comida terapéutica, un 90 por ciento de los niños se pueden recuperar. Pero es deprimente ver que, mientras solucionas viejos casos, otros nuevos aparecen.
Hasta que no se aborde la pobreza, el desempleo y las condiciones de vida pobres y se encuentren soluciones para las familias desplazadas, los niños somalíes continuarán viviendo, y muriendo, con la amenaza del hambre.
Este artículo se publicó inicialmente en ECHO.