El asalto sobre Mosul y Raqqa no supondrá la desaparición del grupo terrorista, advierten los expertos
MADRID, 13 Nov. (EDIZIONES) -
La noche del 13 de noviembre de 2015 un comando de milicianos de Estado Islámico sesgó la vida de 130 personas en distintos puntos de París e inició una oleada de ataques en distintos países en busca de notoriedad y reconocimiento internacional de su poderío. Un año después, el grupo que lidera Abú Bakr al Baghdadi se encuentra en retroceso y más amenazado que nunca.
Según los datos publicados en octubre por la coalición internacional que lucha para combatir a esta organización terrorista, desde agosto de 2014, cuando comenzaron los bombardeos aéreos en Irak que luego se extendieron a Siria, ha perdido el 56 por ciento del territorio iraquí que controlaba y el 27 por ciento del territorio sirio.
El pasado 17 de octubre las fuerzas iraquíes, junto con los peshmerga kurdos y el apoyo de la coalición internacional, lanzaron finalmente el asalto para liberar la ciudad de Mosul, la segunda del país y en manos de Estado Islámico desde junio de 2014. Desde entonces, se han producido avances y las fuerzas especiales ya han conseguido entrar en las afueras de la ciudad.
Aunque tanto las autoridades iraquíes como los militares estadounidenses han reconocido que la liberación será difícil y es complicado fijar plazos, todos coinciden en que la ciudad caerá. Lo que está por ver es qué pasará con los milicianos de Estado Islámico.
Según parece, los principales comandantes, incluido Al Baghdadi, habrían abandonado ya la ciudad y presumiblemente habrían buscado refugio en la vecina Siria. No obstante, dentro de Mosul permanecen aún otros muchos milicianos quienes podrían aprovechar para escapar mezclándose con los desplazados.
NO SERÁ SU DESAPARICIÓN
La mayoría de los expertos coinciden en que la caída de Mosul no supondrá la desaparición de Estado Islámico en Irak sino que lo más probable es que el grupo pase a la clandestinidad y lleve a cabo una insurgencia con ataques terroristas, como ocurrió con Al Qaeda en Irak, su antecesor.
La batalla de Mosul ha venido precedida de la reconquista de otras muchas localidades en los últimos meses por las fuerzas iraquíes y los peshmergas kurdos, lo que ha debilitado a Estado Islámico y reducido el territorio bajo su control.
Además, el pasado 5 de noviembre, las Fuerzas Democráticas Sirias, integradas en buena medida por las Unidades de Protección Popular (YPG, la principal milicia kurda siria) y apoyadas por Estados Unidos, anunciaron el inicio del asalto sobre Raqqa, capital del autoproclamado califato.
En Siria, Estado Islámico también ha sufrido pérdidas de territorio en el último año como la caída en agosto de Manbij, en la frontera con Siria y recuperada por las FDS, o Dabiq, una pequeña localidad de gran simbología para los milicianos y que da nombre a su revista, que tomaron los rebeldes sirios apoyados Turquía en octubre.
A esto hay que sumar que Estado Islámico sufrió otro importante revés en agosto: la muerte de su portavoz y director de operaciones fuera de Irak y Siria, Abú Muhamad al Adnani en un bombardeo aéreo cerca de Alepo de la coalición internacional.
Al Adnani fue quien hizo el famoso llamamiento a los seguidores de Estado Islámico a atentar donde quiera que estuvieran y con los medios que tuvieran. Asimismo, se sabe que era quien estaba al mando de una unidad encargada de coordinar y enviar fuera del 'califato' a milicianos para perpetrar atentados como los de París y Bruselas.
RIESGO DE ATAQUES EN OCCIDENTE
Según resalta el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés), la muerte de Al Adnani "no eliminó la capacidad de Estado Islámico de diseñar y coordinar este tipo de ataques". "La red global de Estado Islámico sigue estando operativa en el marco de la campaña definida por Al Adnani y otros altos cargos y está preparada para continuar los ataques externos en el final de 2016", añaden en un reciente informe del ISW Jessica Lewis McFate y Melissa Pavlik.
"Los países de la coalición se enfrentan a un alto riesgo de ataque por parte de Estado Islámico en sus territorios y contra su población en el extranjero mientras progresan las ofensivas para recuperar Mosul y Raqqa", consideran las experta del ISW.
"Estados Unidos debe reconocer que la campaña para recuperar Mosul y Raqqa no será la derrota de Estado Islámico. Al contrario, cualquier éxito militar en Irak y Siria debe ser la primera fase de una campaña para combatir a Estado Islámico a nivel global, mediante medios militares o no militares", advierten McFate y Pavlik.
Su opinión es compartida por otros expertos en yihadismo y terrorismo. Según Hassan Hassan, investigador del Instituto Tahrir para la Política en Oriente Próximo y autor del libro 'Estado Islámico: Dentro del Ejército del Terror', en los últimos meses el grupo terrorista ya ha definido un "plan de contingencia" que pasa por su "retirada temporal al desierto".
En un reciente artículo publicado en el 'New York Times', Hassan recuerda que el propio Al Adnani ya explicó que "las pérdidas territoriales no significan la derrota y que los milicianos lucharían hasta el final y luego se retirarían al desierto, preparando su vuelta, como hicieron entre 2007 y 2013".
En este sentido, el experto advierte de que la 'Wilayat al Furat', "la única provincia (del 'califato') que cruza la frontera sirio-iraquí" es tan importante para Estado Islámico como Mosul principalmente porque supone "un potencial escondite para su altos cargos".
ESCONDIDOS EN EL DESIERTO
En 2007, recuerda, "el desierto se convirtió en una base, principalmente para los combatientes extranjeros, mientras que los iraquíes quedaron atrás", principalmente en las zonas rurales, desde donde centraron sus ataques en "adversarios tribales y las fuerzas de seguridad iraquíes, sembrando desconfianza y miedo y generando las condiciones para su retorno seis años después".
Renad Mansour, investigador del Programa sobre Oriente Próximo y Norte de África de Chatham House, también coincide en que los líderes de Estado Islámico "pasarán a la clandestinidad y montarán una insurgencia con vistas a explotar las tensiones políticas y sectarias" que puedan surgir entre las distintas fuerzas iraquíes, principalmente chiíes y kurdos, tras la caída de Mosul.
"Cuanto más se pelee la élite política iraquí en el contexto post Mosul, más probable es que Estado Islámico, o una encarnación de la organización yihadista, vuelva a aparecer", advierte Mansour en un artículo en la web de la CNN.
"Derrotar a Estado Islámico no pone fin al problema", subraya Anthony Cordesman, un antiguo oficial del Pentágono y actualmente experto en defensa en el Centro para el Asesoramiento Presupuestario y Estratégico, citado por 'Military Times'.
"Podemos destruir a los elementos extremistas como un proto estado", añade, "pero esto no es algo que vaya a tener un final fácil y rápido". "De una manera o de otra, los combatientes extranjeros que se afiliaron a Estado Islámico siguen por ahí en cantidades significativas", advierte.