Una psiquiatra advierte del riesgo de que los sirios se acostumbren a vivir en medio del conflicto
DAMASCO, 13 Mar. (Por Charlie Dunmore, ACNUR) -
El mundo de Al Sahira se desmorona. Hace dos años, la mujer de 48 años perdió a tres de sus catorce hijos cuando su casa en Alepo quedó parcialmente destruida por la artillería. La familia desplazada buscó la seguridad en Damasco, pero la tragedia volvió a golpearles el mes pasado, cuando las esquirlas se cobraron la vida de su hijo de 13 años, Zakariya.
Sentada en la oficina de una psiquiatra en un hospital del centro de Damasco, Al Sahira trata de evitar que sus manos tiemblen mientras describe la angustia mental que las perdidas han tenido sobre ella.
"No sé como he salido adelante. Paso mucho tiempo simplemente sentada en casa y mirando las fotos de mis hijos muertos", cuenta. "Siento que debo hablar con alguien y decirle lo que he pasado", añade.
Nahla, una psiquiatra de 34 años de Qalamun, 90 kilómetros al norte de la capital, comenta que el sufrimiento de Al Sahira es parte de un dramático incremento del trauma psicológico que afecta a los sirios tras cinco años de conflicto.
"La crisis ha tenido un profundo efecto psicológico en las personas, pero esta es una reacción perfectamente normal a una situación anormal", explica Nahla, que dirige el departamento de salud mental y apoyo psicosocial del Policlínico, financiado por ACNUR y gestionado por la Media Luna Roja Siria.
Aunque no hay cifras verificables sobre el aumento de los desórdenes de salud mental entre los sirios desde que estalló el conflicto, Nahla estima que el número de personas que requiere tratamiento se ha aproximadamente triplicado. De los entre 400 y 500 pacientes que su departamento trata cada mes, los casos más comunes que se encuentran son depresión (23 por ciento), ansiedad (18 por ciento) y desorden de estrés postraumático (13 por ciento).
MENOS PSIQUIATRAS
Junto con el incremento en el sufrimiento se ha registrado un descenso en el número de psiquiatras que ejercen dentro de Siria. Las cifras de la Asociación de Psiquiatras en Siria muestran que actualmente hay solo 70 psiquiatras cualificados en todo el país, menos de la mitad de la cifra que había antes de que comenzara la crisis.
Varios de los antiguos colegas de Nahla abandonaron el país, pero fue el estallido del conflicto lo que le convenció a ella de quedarse. "Antes de la crisis yo quería trasladarme al extranjero y especializarme en psiquiatría infantil, pero cambié de opinión y me quedé para estar con mi familia y ayudar a mi país. Siria me ha dado mucho y yo tengo algo para devolverlo", afirma.
Para aquellos como Nahla que se quedaron, esa decisión no fue exenta de costes. Como muchos de sus colegas, ha perdido a familiares y se ha visto desplazada de su casa por los enfrentamientos. El trabajo también cobra un peaje psicológico en los propios trabajadores sanitarios.
"Nadie no está afectado por lo que está ocurriendo en Siria. Después de cinco años, la mayoría de los miembros del personal también sufren de cuestiones psicológicas. Intentamos apoyarnos entre nosotros y organizar intervenciones en equipo", explica.
Para pacientes como Al Sahira, aunque puede ser necesaria medicación par abordar estados específicos como la depresión, igualmente importante es compartir sus experiencias con un profesional entrenado y comenzar el proceso de recuperación.
"No podemos quitar el dolor de la gente como Al Sahira que han perdido a sus hijos, pero podemos escuchar sin juzgar e intentar reconectarles con sus familias y redes sociales. Sin este tipo de ayuda, sufrirían mucho más y su estado empeoraría", subraya Nahla.
El único impacto positivo de la crisis del que Nahla ha sido testigo es el abandono del estigma en torno a las enfermedades mentales, con personas que antes nunca habrían acudido a ella pidiendo ayuda. Según comenta, el mayor reto es garantizar que los sirios no se acostumbran a lo que está ocurriendo a su alrededor.
"Tras cinco años de guerra, la gente está comenzando a acostumbrarse a ello. Yo estoy trabajando constantemente para intentar asegurarme de que no se habitúan a esta situación. No hay nada normal en lo que está ocurriendo en las comunidades afectadas por el conflicto en Siria", subraya.