MADRID, 30 Abr. (EUROPA PRESS) -
Casi 30.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares en el norte de Mozambique desde que el grupo terrorista Estado Islámico en África Central (ISCA) asaltó la localidad de Palma, en la provincia de Cabo Delgado, el pasado mes de marzo, según una estimación de Naciones Unidas.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) ha expresado por boca de su portavoz, Babar Baloch, la "profunda preocupación" por las consecuencias humanitarias derivadas de ese y otros ataques, en particular por la situación en que han quedado miles de personas vulnerables que ahora viven como desplazadas.
"Quienes escapan de la violencia llegan sin pertenencias, a menudo con problemas de salud que incluyen heridas y una desnutrición grave", ha enfatizado el portavoz, en un comunicado con el que la agencia reconoce también que se desconoce aún la magnitud de la tragedia humanitaria.
La cifra de víctimas y desaparecidos sigue siendo una incógnita, pero ACNUR habla de "decenas" de muertos y da cuenta de "miles" de huidos, algunos de ellos a pie y otros por carretera o mar. "Muchos más seguirían atrapados dentro de Palma", ha señalado Baloch.
INESTABILIDAD CRECIENTE
La inestabilidad en norte de Mozambique se ha disparado desde 2017 y ya son más de 700.000 los desplazados por la escalada de tensiones en las provincias de Cabo Delgado, Nampula, Niassa, Sofala y Zambezia, según el recuento oficial de Naciones Unidas.
El portavoz de la agencia internacional ha alertado de que el conflicto armado que sacude Cabo Delgado --en el último año se han recrudecido las acciones de ISCA-- no ha hecho sino dar pie a "graves abusos de los Derechos Humanos, la suspensión de servicios clave y un grave impacto sobre los civiles".
Los niños representan "casi la mitad de la población desplazada" y, según ACNUR, las mujeres y los menores de edad suponen casi el 80 por ciento de las víctimas de violaciones de Derechos Humanos que los equipos de la agencia están apoyando en Pemba, Mueda, Montepuez, Negomano y Quitunda.
"Igual de preocupante es la separación de familias", ha dicho Baloch, al relatar los casos de "cientos" de niños que han llegado "traumatizados y exhaustos" tras ser separados de sus parientes más directos. Otros "muchos" han llegado a un lugar seguro únicamente acompañados por sus madres.
HISTORIAS COMO LA DE RABIA
El director de Operaciones y Emergencias de la Organización Internacional para las Migraciones, Jeff Labovitz, ha comprobado esta semana de primera mano la situación en Mozambique, donde ha constatado también que hay personas "necesitadas de una asistencia humanitaria urgente y completa".
"Cabo Delgado ha visto unos niveles de desplazamiento sin precedentes y que han crecido rápidamente en el último año", ha señalado, en un comunicado en el que la OIM ha hecho balance de la visita y ha difundido los testimonios de algunos de estos desplazados.
Personas como Rabia, que perdió a su marido y sobrevivió junto a sus dos hijos. "Nos movimos por varios sitios durante días, sin comida ni dinero", cuenta, al hablar de su periplo previo a llegar a la localidad de Afungi, desde donde pudo volar a Pemba.
"Voy a perseverar, pero la situación es muy difícil. No sé cómo voy a mantener a mis hijos sin un lugar donde vivir o equipos para comenzar a cultivar", lamenta, sabedora de que el futuro no será fácil. El Gobierno ha proporcionado tierras para algunas de estas familias, un gesto que la ONU ha aplaudido.