MADRID, 16 Jul. (EUROPA PRESS) -
Ya son 31 los fallecidos por el conflicto desatado esta semana entre dos comunidades en el estado sudanés de Nilo Azul, fronterizo con Etiopía, según un nuevo balance anunciado este sábado por las autoridades locales.
A la cifra de fallecidos hay que sumar al menos 39 heridos durante los enfrentamientos ocurridos desde el lunes hasta el viernes entre las tribus Hausa y Barti, en el municipio de Qissan por la posesión de unos terrenos.
El gobernador de la región, Ahmed al Omda, ha ordenado este viernes el despliegue de tropas y rescindido el derecho a asamblea durante un mes entero, informa el 'Sudan Akhbar'.
El comité de Seguridad de la Región ha hecho un llamamiento a los ciudadanos para que acaten sus decisiones y cooperen con los servicios de seguridad para mantener la seguridad, arrestar a los fugitivos ya los perpetradores y llevarlos ante la justicia.
La región de Qissan, y en general el estado del Nilo Azul, es escenario de conflicto desde 1986. Allí, las guerrillas llevan siendo durante décadas un serio problema para las autoridades, tanto para el depuesto dictador Omar al Bashir, como para la junta militar que ahora mismo controla el país.
El golpe de Estado de octubre de 2021 liderado por Abdelfata al Burhan derivó en la destitución del primer ministro civil, Abdalá Hamdok, si bien las presiones internacionales forzaron un acuerdo para restituirle en el cargo en noviembre, lo que provocó que perdiera apoyo entre las fuerzas opositoras y revolucionarias.
Sin embargo, Hamdok presentó su dimisión en enero en protesta contra la represión de las movilizaciones y después de que las autoridades militares expulsaran del Ejecutivo a diversas agrupaciones civiles argumentando que actuaban contra los intereses del Estado.
Las autoridades de transición fueron instauradas tras un acuerdo entre la junta militar anterior, surgida tras el golpe de Estado de 2019 contra Omar Hasán al Bashir, y diversas organizaciones civiles y formaciones políticas opositoras. Este Gobierno había iniciado una batería de reformas sociales y económicas y ha alcanzado un acuerdo de paz con importantes grupos rebeldes de Darfur y otras zonas del país.
El vacío de seguridad creado por la crisis política ha posibilitado un nuevo repunte de la violencia tribal en la zona, alimentada por la existencia de la presa del Renacimiento, el gigantesco proyecto de infraestructura de Etiopía que Sudán ha denunciado como un intento de explotación.