ALHUCEMAS (MARRUECOS), 15 (Reuters/EP)
Las manifestaciones en la localidad de Alhucemas, en el norte de Marruecos, bajo el lema de "Movimiento Popular" se han convertido en la mayor protesta política del país desde la Primavera Árabe y muchos aseguran que sólo la intervención del rey, Mohamed VI, puede desactivar una crisis cada vez más profunda.
Durante meses se han producido intensas movilizaciones en la ciudad de Alhucemas convocadas por el movimiento Hirak, que pide empleo, infraestructuras y la liberación de activistas encarcelados como Nasser Zefzafi, líder del grupo arrestado por las autoridades por "poner en peligro la seguridad nacional". Desde la detención de Zefzafi la población ha protagonizado diversos actos de protesta a los que las autoridades han respondido con el arresto de al menos otros 100 líderes y miembros del movimiento.
En un país donde las manifestaciones son escasas y la monarquía tiene mucho apoyo y poder supremo, las protestas se han dirigido contra el Gobierno y la comitiva del rey, y no contra el propio monarca. A pesar de los llamamientos de los activistas para una intervención real, no se han producido declaraciones desde el palacio real. El Gobierno ha asegurado que los pasos e iniciativas tomadas por el Ejecutivo con respecto a Alhucemas se han adoptado bajo instrucciones directas del Rey Mohammed VI".
Después de una reunión este miércoles con el rey, el presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró que Mohamed VI está ansioso por "calmar la situación en la región del Rif y responder a las demandas de este movimiento".
"No tengo nada que decir al Gobierno, dirijo mis quejas a la más alta autoridad", ha segurado Ahmed Zefzafi, cuyo hijo Nasser dirigió el movimiento Hirak hasta su arresto. "Con una llamada de teléfono todo esto se resolvería", ha asegurado. "Nasser no mató a nadie, no lastimó a nadie, no sé cómo van a desarrollarse las cosas", ha declarado Zefzafi.
SÍMBOLO DE LA FRUSTRACIÓN DE LA POBLACIÓN
El movimiento Hirak nació después la muerte en octubre del pescador Mouhcine Fikri, aplastado en un camión de basura cuando intentaba desesperadamente recuperar el pescado que le había confiscado la Policía.
Fikri se ha convertido en un símbolo de las frustraciones de la población y ha reavivado al Movimiento 20 de Febrero, que protagonizó varias protestas en 2011 hasta que Mohamed VI decidió ceder algunas de sus competencias.
Este domingo en Rabat tenía lugar la mayor protesta que se produce desde entonces en el país, cuando al menos 15.000 manifestantes se movilizaron en solidaridad con Alhucemas.
"Nunca hemos visto a nadie morir así", aseguraba Silya Ziani, uno de los líderes de Hirak, poco antes de ser arrestada. Las autoridades de Marruecos arrestaron a 11 personas por la muerte de Fikri y prometieron proyectos de desarrollo para Alhucemas y la región del Rif.
Sin embargo, y a pesar de estar celebrando el mes sagrado del Ramadán, las protestas se han seguido produciendo en un momento en el que el país se prepara más reformas económicas, entre ellas la devaluación de su moneda. Muchos marroquíes dependen del dinero enviado por sus familiares desde el extranjero, y el país está tratando de atraer a los inversores presentándose como un refugio seguro en una región sacudida por los conflictos.
"Tenemos un modelo económico de desarrollo que depende mucho del turismo y de la inversión extranjera directa", ha asegurado el economista Najib Akesbi. "Si no se liberan los presos y no se ponen en marca iniciativas reales y creíbles que aborden los problemas es probable que la situación se deteriore".
Varias organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, entre ellas Amnistía Internacional, han criticado las detenciones en la región de Rif, citando denuncias de tortura, palizas y falta de acceso inmediato a un abogado. Las autoridades, por su parte, asegura que las acusaciones se realizan siguiendo el debido proceso.