CIUDAD DE GUATEMALA/TEGUCIGALPA, 1 Nov. (Reuters/EP) -
La producción de cocaína en Centroamérica no ha hecho más que crecer en los últimos años, una tendencia preocupante en una región que es considerada una de las más violentas del mundo.
El llamado Triángulo Norte --formado por El Salvador, Guatemala y Honduras-- ya había absorbido las rutas de la droga que se desviaron como consecuencia del refuerzo de la lucha contra el narcotráfico en Colombia y México.
Pero hasta ahora la región se limitaba a servir de paso para el tráfico de drogas, no a producirlas. El año pasado, las autoridades hondureñas descubrieron su primer cultivo ilegal. Guatemala lo hizo el pasado mes de mayo.
"Aspiramos a controlar nuestro territorio, pero es muy difícil erradicar estas acciones", ha dicho a Reuters Jaime Quintanilla, jefe de la agencia antidrogas de Honduras.
Según Quintanilla, las plantaciones de coca en Centroamérica son una especie de experimento empresarial de los cárteles regionales, que buscan reducir los costes del transporte desde Bolivia y Perú, principales productores, hacia el norte.
"Esto va a continuar", ha afirmado un policía guatemalteco que ha hablado bajo condición de anonimato por razones de seguridad. En el caso de Guatemala, ha explicado, la localización de los cultivos ilegales es muy difícil porque algunas zonas montañosas siguen inexploradas.
A este respecto, ha recordado que en mayo hicieron falta un chivatazo y diez horas de caminata por la selva guatemalteca para que la Policía encontrara 75.000 plantas de coca repartidas por menos de una hectárea de terreno en Alta Verapaz.
De momento, la presencia de los cultivos ilegales en el Triángulo Norte es anecdótica. Las 50 hectáreas de que han localizado las autoridades hondureñas en estos años representan tan solo una pequeña fracción de las 171.000 hectáreas que se calcula que todavía hay en Colombia.
Sin embargo, el cóctel formado por la producción y el tráfico de drogas en Centroamérica puede resultar explosivo porque El Salvador, Guatemala y Honduras son países asolados por la violencia criminal y la pobreza extrema y caracterizados por unas instituciones débiles.
Prueba de la extrema situación en estos tres países, es la caravana de migrantes centroamericanos que el pasado 13 de octubre partió de la ciudad hondureña de San Pedro Sula con 1.300 personas y que avanza ya por territorio mexicano con más de 7.000 personas que buscan el 'sueño americano'.
"Colombia tiene equipos de erradicación que se mueven por todo el país y leyes para restringir la importación y la comercialización de los precursores químicos necesarios para convertir la hoja de coca en cocaína", ha indicado James Bargent, analista de InSight Crime. "Honduras no tiene nada de eso", ha subrayado.