VIENA, 5 Ene. (EUROPA PRESS) -
A pocos metros de la plaza central de la pequeña ciudad austriaca de Braunau am Inn, junto a la frontera con Alemania, nació en 1889 Adolf Hitler. Décadas después, las autoridades de la ciudad han reconocido que temen que el hostal donde residía la familia del dictador cuando este nació se convierta en un lugar de peregrinación de neonazis de toda Europa.
Aunque Hitler solo vivió en el antiguo hostal del siglo XVII durante unas semanas, el número 15 de la calle Saizburger Vorstadt recibe constantes visitas de simpatizantes de la ideología del dictador, según han denunciado los habitantes del pueblo.
"He visto gente proveniente de Italia o Francia que viene con el propósito de adorarle", ha explicado Josef Kogler, un profesor de Braunau a la BBC. "Creo que uno era un profesor de historia francés. Vino y me preguntó por la casa natal de Hitler. Es difícil de comprender", ha añadido. Aunque en la actualidad el hostal está cerrado, las visitas no han cesado.
Junto a la casa se ha levantado un monolito de piedra en recuerdo de los muertos en el campo de concentración de austriaco de Mauthausen, una inscripción que reza: "Para la paz, la libertad y la democracia. Nunca jamás más fascismo. Millones de muertos lo advierten".
La preocupación del Gobierno austriaco ha llegado a un nivel tan alto que durante años, desde 1972, el propio Ministerio del interior ha alquilado el edificio para darle un uso social. De hostal pasó a ser un centro de día para discapacitados pero finalmente, en 2011, cerró sus puertas por las negativas de la dueña ante cualquier tipo de remodelación.
"No acepta ninguna propuesta para usar el lugar como oficinas u otros propósitos", ha explicado el historiador local Florian Kotanko. "No permite que se le haga ningún cambio a la casa, así que no se puede reconstruir ninguna habitación, ni construir baños modernos o instalar un ascensor, así que es difícil", ha añadido.
CENTRO PARA LA MEMORIA HISTÓRICA
Una de las propuestas que han destacado en los últimos años ha sido la conversión del hostal en un centro o museo de responsabilidad, para confrontar el pasado nazi.
A falta de un acuerdo, el Ministerio de Interior apeló al resto de ministerios regionales y federales para que ayuden a decidir el futuro del lugar.
Mientras tanto, los habitantes del pequeño pueblo se sienten incómodos y piensan que esta situación está despertando ideas dormidas y que está sacando a la luz recuerdos incómodos para toda Alemania y Austria. "No somos hijos de Hitler", ha asegurado el vicealcalde socialdemócrata de Braunau.
Incluso el segundo vicealcalde, Christian Schilcher, del ultraderechista Partido Libertad, piensan que es hora de dejar el pasado atrás. "La gente está harta", ha asegurado a la BBC. "Ese tema es un problema para la imagen de Braunau. Queremos que sea una bella ciudad pequeña, con turismo y visitantes.