ABUYA 2 Ago. (Reuters/EP) -
El Gobierno de Nigeria mantiene abierto un programa de reinserción para miembros del grupo terrorista Boko Haram del que ya se han beneficiado algunos ex altos cargos como Shagari, a quien las autoridades han ofrecido apoyo y herramientas para que difunda un mensaje conciliador entre otros miembros de su organización.
El primer discurso yihadista que Shagari escuchó del fundador de Boko Haram, hace ya una década, tuvo un efecto inmediato. l mensaje sedujo a Shagari, que dejó atrás su vida como padre y electricista para unirse a los milicianos y adentrarse en sus filas; su ascenso es un reflejo del propio crecimiento del grupo.
Enseguida se adaptó al extremismo y a la brutalidad. "Si viera a un hombre llevando pantalones cortos y camiseta, acabaría con él por su ropa", ha contado en una entrevista a Reuters.
En las filas de Boko Harama, fue recompensado con una rápida promoción: elevado primero de colaborador a reclutador y más tarde a líder regional, hasta que se unió a la lucha por crear un califato islámico en Nigeria.
Shagari era un mercenario siempre dispuesto a matar por la causa. Pero ahora ha vuelto a cambiar de rumbo, gracias a un programa dirigido por el Gobierno con el que se pretende llegar a los altos cargos de Boko Haram con la esperanza de poder reformarles, tanto a ellos como al resto de sus miembros.
DE LA GUERRA A LA PAZ
"Mi idea de matar ha cambiado", ha dicho Shagari, que ha pedido mantener en secreto su localización actual y su nombre completo por miedo a una posible venganza de Boko Haram, después de haber cortado lazos con los insurgentes como parte de su nueva vida.
El origen de su reinserción se remonta a 2011, cuando fue detenido por enrrolarse en la insurgencia y encarcelado en Abuya. Aunque estuvo en la cárcel con otros compañeros de grupo, Shagari permaneció aislado del resto de convictos. Más tarde, en 2014, un programa anti radicalización dirigido por el Estado lo cambió todo.
"La discriminación acabó", ha contado Shagari. "La gente empezó a interactuar con nosotros y comenzamos a salir de las celdas. Nos trataban como a seres humanos", ha añadido. "Fui capaz de deshacerme de toda ideología y comenzar a ser una persona normal", ha recalcado.
Desde su salida de prisión en 2015, Shagari ha ayudado a otros radicales a reinsertarse. Además, ha vuelto a estudiar con el fin de poder entrar a la universidad y dedicarse a trabajar en la resolución de conflictos.
"Relacionarse con altos cargos de Boko Haram es algo fundamental para reformar y reinsertar a los fánaticos del grupo", ha declarado Fatima Akilu, la psicóloga que promovió el programa.
"Necesitabamos a Shagari para llegar a otros miembros de Boko Haram
que estaban en la cárcel porque él era su líder", ha explicado Akilu, director ejecutivo de la Fundación Neem, un grupo antiextremista. "No podríamos haberlo hecho sin su ayuda", ha agregado.
PERTENENCIA Y FRATERNIDAD
La pobreza suele ser la principal causa que lleva a muchos hombres a unirse a Boko Haram como un signo de pertenencia, fraternidad y poder. Estos tienden a ser factores determinantes, "en especial para la gente joven", ha añadido Akilu.
"La idea de Boko Haram de crear un califato cobró vida en la imaginación de muchas personas jóvenes. Querían ser parte de la historia, de su propia sociedad y de su modo de vida (...) para ejercer poder y reorientar el mundo hacia la manera en que ellos deseaban", ha contado.
Sin embargo, acabar con el radicalismo de aquellos que se unieron a la ideología de Boko Haram --a diferencia de los que se unieron por dinero o por temor a represalias-- supone un enorme reto para el Gobierno nigeriano.
Para Shagari, regresar a casa no ha sido nada fácil. Desde que salió
de la cárcel, ha sobrevivido a tres intentos de asesinato por parte de Boko Haram debido a su negativa a alistarse denuevo en el grupo armado.
Y aunque valora mucho su libertad y está muy orgulloso de haber inculcado a seis de sus hijos la importancia de estudiar, Shagari confiesa que la tentación de volver a Boko Haram a menudo ha sido muy fuerte.
"Si no hubiera cambiado de corazón, habría vuelto debido a las dificultades", ha contado. "Hay gente que lo ha hecho (...) por no tener ni un penique. Algunos han sido asesinados", ha lamentado.
Boko Haram ha matado a 20.000 personas y ha obligado a huir de sus hogares a 2,7 millones desde que desató su brutal insurgencia hace ocho años. El Ejército ha recuperado gran parte del terrritorio que estaba controlado por la organización, aunque esa aún continúa con los bombardeos y las incursiones tanto en zonas del noreste de Nigeria como en Camerún, Chad y Níger.
Sus ataques han aumentado en los últimos meses, con atentados suicidas, secuestros y violaciones utilizadas a diario como armas de guerra.