La FVF cuenta con dos casas para huérfanos seropositivos y organiza un campus en el que los menores con VIH reciben información y apoyo
MADRID, 1 Dic. (EUROPA PRESS) -
Tener VIH puede no ser una sentencia de muerte hoy en día pero quienes lo padecen continúan en muchos casos siendo víctimas de prejuicios y exclusión. El estado indio de Andhra Pradesh, el segundo en cuanto al número de seropositivos, no es una excepción, por ello la Fundación Vicente Ferrer (FVF) trabaja desde hace años para mejorar las vidas de estas personas y concienciar de que no suponen ningún riesgo para la salud de los demás.
El Gobierno indio también se ha implicado en acabar con esta práctica y desde el pasado septiembre está en vigor una ley que contempla hasta dos años de cárcel y una multa de 100.000 rupias (unos 1.250 euros) por discriminar, agredir e incitar al odio hacia las personas con VIH/sida.
Pero mientras la medida cala en la sociedad india, quienes tienen VIH siguen enfrentándose al estigma. Según las cifras oficiales, hay unos 2,1 millones de personas con VIH en el país, de las que 61.000 son menores de 15 años. En las zonas rurales donde trabaja la FVF, la falta de información adecuada empuja a muchas familias a tratar de forma diferente a sus hijos seropositivos o incluso a abandonarlos. En otros casos, aquellos que quedan huérfanos son repudiados por sus familiares.
FVF / Oriol Petit
Para ayudar a estos niños, desde 2013 la FVF cuenta con dos casas de la infancia, una para niñas en Bathalapalli y otra para niños en Kanekal. Los alrededor de 50 menores que viven en cada una de ellas reciben, además de cobijo, alimentación adecuada y el tratamiento necesario, apoyo educativo.
Pero tanto estos niños, como los que siguen viviendo con sus familias, están faltos de cariño. "Estos niños no son queridos como nosotros entendemos el amor hacia los hijos y el cuidado de nuestra familia", destaca Anna Sáez, una enfermera jubilada que desde hace 10 años colabora con la FVF y supervisa los dos orfanatos. "No se hacen besos ni abrazos y tienen muchas necesidades emocionales y afectivas", subraya.
Sáez, junto a Marta Roig, profesora de infantil, primaria y educación especial, y Claudia Fortuny, pediatra del hospital Sant Joan de Déu, en Barcelona, las tres voluntarias de la FVF, son las artífices del campus que desde hace ocho años organiza la fundación y en el que se reúne a menores con VIH con el objetivo de que estos puedan intercambiar experiencias y hacer amigos, además de conocer más sobre su enfermedad.
FVF / Oriol Petit
Este año, explica Sáez, "hemos organizado un encuentro mucho más participativo con el objetivo de que los niños puedan expresar sus vivencias y preocupaciones". Para esta enfermera es fundamental "saber qué necesidades tienen" puesto que no solo importa la parte física, que en general suele estar cubierta, sino que "la emocional también debe tratarse". El rechazo de sus familias y "el estigma les hace mucho daño", subraya.
LA MENTALIDAD ESTÁ CAMBIANDO POCO A POCO
"Es muy difícil cambiar la estructura y la mentalidad de la sociedad, pero poco a poco el trabajo va calando", reconoce Claudia Fortuny, impulsora del campus para los niños con VIH y especialista en enfermedades infecciosas. Sin embargo, reconoce que la situación ha mejorado en estos ocho años.
Entonces, recuerda, constataron que a muchos de los 40 niños que participaron "sus familias no les daban ni de comer, preferían que se murieran". Ahora, "vienen limpios, fuertes, bien alimentados y todos siguen al pie de la letra el tratamiento", destaca, aunque admite que "todavía queda mucho por hacer en el ámbito emocional" puesto que estos niños suelen tener "problemas para expresar sus opiniones".
En este sentido, según precisa Marta Roig, ahora quieren "introducir un protocolo para detectar casos de depresión y poder alertar a los trabajadores sociales". Según explica, para ellas es fundamental "ver cómo están y qué quieren hacer los niños que acaban en el orfanato, ayudarles a encontrar una salida y enfocar su futuro".
FVF / Oriol Petit
El VIH, aclara la profesora, "provoca en muchos casos dificultades añadidas de comprensión y concentración" de ahí que, defiende, no se deba insistir en que todos "tienen que acabar haciendo una carrera". "No todos pueden ser médicos e ingenieros", insiste, si bien reconoce que dos niñas que estuvieron en el orfanato actualmente están en la escuela de enfermería de la FVF.
El encuentro, que dura dos días y en el que participan 400 niños en grupos de 200 cada día, arranca con juegos que permiten a los niños conocerse y abrirse para luego pasar a formar pequeños grupos en los que los trabajadores sociales y comunitarios de la fundación les dan consejos sobre higiene y alimentación, además de recordarles la importancia de seguir su tratamiento médico. Los participantes reciben un diploma y un corazón de tela hecho a mano.
LOS NIÑOS NO ENTIENDEN QUÉ ES EL VIH
"Los niños no entienden realmente qué significa tener VIH", destaca Anna Sáez, por eso "es importante que sepan que se puede tratar, que si se toman las medicinas pueden seguir su vida y tener contacto con otras personas".
Es cuando se van haciendo mayores y llegan a la adolescencia cuando surgen las dudas, añade Marta Roig. En esta época, están presionados por los estudios y suele ser normal que "no expliquen que tienen el VIH por miedo al rechazo".
"Estoy muy feliz de haber venido", cuenta una niña de octavo curso que ha asistido al campus y que confiesa que en su escuela no saben que se seropositiva. "Nadie me lo ha preguntado y yo tampoco lo he explicado", puntualiza. "He hecho nuevas amigas y he aprendido que una persona con VIH se puede casar con una que no tiene el virus y tener hijos sanos", subraya.
De hecho, uno de los grandes logros de la FVF y en particular de su hospital de Bathalapalli es que ha logrado reducir la transmisión del VIH de madre a hijo de un 30 a tan solo un 2 por ciento, una ratio equiparable al de los países desarrollados, según destaca la ONG.