La única ayuda que no llega es la que no se da y el problema no es solo de los africanos
MADRID, 21 Mar. (Jorge Crisafulli, misionero y responsable Salesiano en los países de habla inglesa en África Occidental) -
Hace muchos años veía la película 'Un lugar en el mundo', donde el personaje principal dice que "cuando estas en un lugar y sentís que no te puedes ir, entonces significa que encontraste tu lugar en el mundo". A mí me pasa algo muy semejante: pienso que he encontrado mi lugar en el mundo en Sierra Leona, un país que hoy sufre y se desangra.
El ébola es mucho más que un desafío sanitario. Es un problema social, económico, educativo, moral... Está incidiendo profundamente en la cultura y la vida diaria de los habitantes de Liberia, Sierra Leona y Guinea. Ejemplos: los funerales no están permitidos.
Cuando una persona muere (de ébola o cualquier otra enfermedad) hay que avisar a un número especial y un equipo pasa a retirar el cadáver. No se permite tocar, lavar o preparar el cuerpo para la sepultura. Este equipo lo retira y la persona es puesta en una bolsa plástica especial y se la entierra en lugares específicos. No pueden asistir al entierro más de 6 personas, familiares y amigos. Puede sonar banal, pero para los africanos enterrar a sus muertos es un acto profundamente religioso y familiar.
Muchos niños y niñas han visto que las ambulancias se llevaban a padres, madres, hermanas y hermanos y nunca más han vuelto a verlos, ni los verán porque, en la mayoría de los casos, los cuerpos han sido incinerados. Es interesante ver que muchos niños y niñas dibujan a los padres tirados debajo de un árbol, la ambulancia y los enfermeros con el traje de protección. La ambulancia es un símbolo arquetípico en el inconsciente de muchos de estos niños y también el olor a cloro.
CONSECUENCIAS SOCIALES Y ECONÓMICAS
Más allá de las consecuencias culturales, las consecuencias sociales y económicas son profundísimas: todos los extranjeros han dejado el país, los negocios han quebrado, como la compañía aérea Gambia Bird, y las industrias se han parado (por ejemplo African Minerals, desde hace varios meses ha enviado a sus casas a miles de trabajadores). Los mercados abiertos trabajan debajo de su capacidad normal debido al temor de la gente a exponerse al virus.
El sistema educativo ha caído completamente y no hay clases desde agosto del año pasado. Y ya se ven consecuencias de que los niños y niñas anden por las calles. Algunos directores de escuelas me han dicho que el número de niñas embarazadas ha crecido considerablemente, algunas con tan sólo 12 años.
No obstante, en Sierra Leona ya se empieza a hablar de recuperación, más que de crisis y de emergencia. El presidente del país ha hablado de un Plan Marshall. Pienso que la tarea va a ser faraónica y se necesitará de un trabajo de sinergia muy grande entre gobiernos, ONG, iglesias y comunidades locales si queremos salir adelante.
En una aldea, hace unos días, conocí a un pequeño que perdió a toda su familia y de milagro se salvó. Era una aldea pequeña de 240 personas, con chozas de barro, y murieron 83 personas sin contar los que se fueron y aún no han vuelto. Todas las familias (unas 20) han perdido familiares por el ébola. Les preguntaba cuál fue la razón y me decían que al principio nadie creyó en la verdad sobre el ébola; pensaban que se trataba de una maldición o que alguien hacía brujerías, hasta que vino un doctor conocido y les contó la verdad, por qué la gente se enfermaba y moría y que debían dejar de tocar y lavar los cadáveres. Demasiado tarde.
EL VIRUS SIGUE ACTIVO
Aunque las cifras de infecciones han bajado aquí en Sierra Leona, la batalla contra el ébola sigue. Se cuentan nuevas infecciones por día: 14, 17, 5, 4, 19... estos números muestran que el virus sigue activo. La gente que ha visto hasta 130 nuevas infecciones diarias puede llegar a pensar que la batalla está ganada, pero no es así. Me parece muy imprudente, demasiado "entusiasmo".
Para declarar a Sierra Leona "libre de ébola" hay que llegar a "infección diaria cero", esperar dos periodos completos de 21 días y, por supuesto, esperar que Guinea Conakry, foco de la epidemia, llegue a cero infecciones.
HUÉRFANOS
En este momento, nuestra atención está focalizada en la atención a los niños huérfanos del ébola. Hemos transformado una escuela en un Centro de Atención al Niño y ya han pasado unos 200 niños y niñas de 4 a 17 años.
Por ejemplo, en este momento, tenemos un grupo de 5 huérfanos que perdieron papá y mamá, el menor de 4 y el mayor de 17, que es varón y fanático del fútbol, del Barcelona y de Messi. En el centro, se ofrece una apoyo integral a estos menores: comida, ropa, un hogar-familia, terapias grupales, consejerías personales, talleres para aprender a manejar la ira, las pérdidas, música, juegos, deportes, y clases todas las mañanas.
La idea es la reunificación después de unos meses de rehabilitación. Contactamos a familiares y vemos si están dispuestos a recibirlos; ayudamos a las familias para renovar casas, construir un cuarto más y con paquetes alimenticios y educativos.
Un problema nuevo es que familiares y amigos han usurpado y tomado posesión de tierras y propiedades que pertenecían a los padres de estos niños. Por eso hemos contratado abogados para que se respeten derechos de herencia de muchos de nuestros niños. Por ejemplo, cuando fuimos a ver la casa de estos cinco hermanitos descubrimos que su tío ya había alquilado la casa que pertenecía a sus padres a un extraño. Parece una historia inventada, pero no lo es. ¡Es más real que un reality show!
LENTITUD DE LA AYUDA
La ayuda ha ido llegando lentamente y hasta demasiado tarde, me animaría a decir. Esta epidemia y las 10.000 muertes podrían haberse evitado con una intervención más rápida y organizada de las grandes naciones del mundo. Alguien me preguntaba: "la ayuda que damos, ¿llega?" Mi respuesta, por supuesto. La única ayuda que no llega es la que no se da. Pero, la epidemia de ébola sólo se podría haber evitado hace 50 años ayudando a estos países a construir la infraestructura sanitaria y educativa necesaria.
Pero lo que con urgencia más necesitamos hoy es que se supere la indiferencia y el olvido. Que nadie diga: "Es un problema de África. Que se arreglen como puedan". ¡No! Cada uno tendría que sentir y decir de corazón: "Yo soy África. Yo soy sierraleonés o liberiano. Yo soy esa persona hambrienta y sin esperanza. Yo soy ese niño huérfano".
Leon Gieco cantaba en los 80, en un contexto diferente, pero tan actual hoy como ayer, "sólo le pido a Dios, que el dolor no me sea indiferente; que la reseca muerte no me encuentre vacío y solo sin haber hecho lo suficiente".
Ojalá el dolor de los marginados, los más pobres y débiles no nos sea indiferente. Yo creo en la fuerza de "muchos" para combatir la pobreza, la miseria, el hambre y el dolor de tanta gente afectada por el ébola. Como dicen nuestros hermanos africanos: "el que camina solo va más rápido, pero el que camina con otros llega más lejos".
El nombre de los pobres y necesitados es "hoy"; mañana es siempre demasiado tarde. Es cuestión de ponerse el jersey de la solidaridad, de jugar todos juntos como equipo y de anotar el gol más lindo de la historia: ¡derrotar la pobreza!