El mariscal Haftar da un nuevo golpe de efecto a horas de la reunión al asumir el control del 60% del crudo libio
MADRID, 18 Ene. (EUROPA PRESS) -
Berlín acoge este domingo una conferencia de paz para Libia sacudida en las últimas horas por un nuevo incidente que multiplica la, ya de por sí, compleja situación en la que vive desde hace nueve años un país sin rumbo, con dos gobiernos enfrentados y una decena de países involucrados, cada uno con sus propios intereses: la toma de varios puertos petroleros en el este del país por parte del mariscal Jalifa Haftar, que ahora mismo controla el 60 por ciento del crudo libio.
Acuda finalmente o no a Berlín, Haftar será uno de los grandes nombres de la reunión. El comandante del Ejército Nacional Libio, señor de la guerra, es el brazo armado del Parlamento de Tobruk, el gobierno paralelo enfrentado a las autoridades de la capital, Trípoli, que reconoce la comunidad internacional. Ahora mismo, Jaftar lleva asediando la ciudad desde el pasado mes de abril, ha conquistado la ciudad de Sirte y se dispone a efectuar un asalto sobre Misrata, donde está el grueso de las fuerzas de Trípoli.
Haftar ha conseguido estos avances gracias a la presunta ayuda de mercenarios rusos -- el Kremlin niega toda presencia en el país --, mientras Trípoli cuenta a su favor con un acuerdo de seguridad firmado con Turquía, muy provechoso para Ankara. La internacionalización del conflicto no es nueva, y realmente Turquía ni Rusia tienen un deseo de enfrentarse por terceros, pero participan a su pesar en una intensificación de un conflicto internacional, como ya ocurriera en Siria.
Alrededor, observan países como Egipto o Emiratos, aliados de Haftar, y una Unión Europea a la espera de que Francia y Alemania tomen cartas en el asunto o decidan dejar una solución en manos del dúo ruso-turco, según estiman los expertos del panel de estudios internacionales International Crisis Group (ICG). Al fin y al cabo, ambos países trazaron al mismo tiempo las líneas maestras de un posible alto el fuego, y que se repetirán en el acuerdo final, si lo hay, de la conferencia del domingo.
EN VILO
Lo que ocurre este fin de semana es el resultado de un país desgobernado desde 2011, con la muerte del sátrapa Muamar Gadafi en 2011 en plena revolución árabe. Desde entonces, y a los ojos del exterior, Libia se ha convertido en un interés meramente estratégico por su potencial energético y su capacidad de "estado tapón" ante la ola de migraciones -- a expensas de flagrantes violaciones de los Derechos Humanos, como denuncian multitud de ONG --.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se ha mostrado especialmente crítico con las autoridades europeas, a las que ha acusado de desentenderse por completo de la situación.
"Libia ha estado lidiando con una sangrienta guerra civil durante casi una década. Sin embargo, hasta ahora, la comunidad internacional no ha cumplido con su responsabilidad de poner fin a la violencia y restaurar la paz y la estabilidad. Hoy, somos testigos de las consecuencias de esa apatía", ha sentenciado Erdogan en una columna de opinión en la web estadounidense 'Politico'.
Esta voluntad debe concretarse en el posible acuerdo al término de la cumbre, basado en una primera versión de Ankara y Moscú y en el que pedía a ambas partes que cumplieran con aspectos como la "creación una línea de contacto de batalla para garantizar un alto el fuego sostenible", designar a cinco representantes cada uno para una comisión de alto el fuego, y la apertura de negociaciones políticas bajo los auspicios de la ONU. Estos puntos forman parte de la columna vertebral de la hoja de ruta que se discutirá en Berlín.
Si todo sale bien, los países asistentes a la cumbre -- entre ellos Estados Unidos, la Unión Europea, Turquía, Egipto o la Liga Árabe -- firmarán una declaración de 55 puntos comenzando por el respaldo a un cese de las hostilidades, un plan de desarrollo político y el compromiso para mantener el embargo de armas impuesto por la ONU.
Sin embargo, la situación es extremadamente volátil. La UE ha dado garantías de que tanto Haftar como el primer ministro del Gobierno libio, Fayez Serraj, estarán en Berlín, pero no se ha comunicado nada desde las respectivas autoridades libias, y no se descartan nuevas evoluciones en el conflicto durante la propia conferencia, porque ahora mismo no hay alto el fuego en Libia.
FUERZA MAYOR
Prueba de ello es lo ocurrido este sábado, cuando la Compañía Nacional del Petróleo (NOC, por sus siglas en inglés) de Libia ha declarado el estado de fuerza mayor tras denunciar que las fuerzas de Haftar han bloqueado las exportaciones del petróleo en cinco puertos de la región y han expuesto al país entero a la pérdida del 60 por ciento de la producción diaria de crudo.
"La NOC declara fuerza mayor después de que el Ejército Nacional Libio bloqueara las exportaciones del petróleo de los puertos de Brega, Ras Lanuf, Hariga, Zueitina y Sidra", ha hecho saber la compañía en su cuenta de Facebook.
"Este cierre desembocará en una pérdida de 800.000 barriles de crudo diarios en producción y costes diarios aproximados de 55 millones de dólares", de acuerdo con el comunicado.
Previamente se ha dado a conocer que grupos de simpatizantes del mariscal Haftar habían cortado la entrada al puerto de Tobruk en una exhibición de fuerza a menos de 24 horas del inicio de la conferencia de paz de Berlín, después de que los líderes tribales de la región anunciaron su intención de cerrar el acceso y los yacimientos de la región al entender que los beneficios, en realidad, se los estaban llevando las autoridades de Trípoli, el Gobierno reconocido por la comunidad internacional.
La NOC es una organización que, en principio, cae bajo control del Gobierno de Trípoli, pero de un tiempo a esta parte ha protagonizado rencillas con las autoridades por falta de fondos para la financiación de sus operaciones de producción, una muestra más de la crisis endémica que define la política actual en Libia.
"El sector del petróleo y el gas es el elemento vital de la economía libia y la única fuente de ingresos para el pueblo libio. El petróleo y las instalaciones petroleras pertenecen al pueblo libio. No son cartas para jugar para resolver asuntos políticos ", había lamentado este viernes el presidente de la compañía, Mustafa Sanalla, en declaraciones al mismo medio.
"Si el cierre se prolonga, nos enfrentamos el colapso del tipo de cambio, un aumento enorme e insostenible en el déficit nacional, la salida de contratistas extranjeros y la pérdida de producción futura que puede llevar años restaurar", ha avisado.
Ésta es la situación en la que comienza mañana una conferencia donde ni siquiera hay un consenso entre las propias potencias europeas -- Francia no recela de Haftar porque considera importante, según ICG, respetar la importancia del mariscal de cara a las negociaciones, frente al escepticismo de Alemania o Reino Unido -- a la hora de zanjar un conflicto en un lugar prácticamente sin ley en los centros de detención de inmigrantes, con un asedio a la capital que ha dejado más de 2.000 muertos, una situación humanitaria crítica y las organizaciones yihadistas llamando de nuevo a la puerta.