MADRID, 26 Ene. (EUROPA PRESS) -
La dimisión de Giuseppe Conte como primer ministro de Italia abre de nuevo el abanico de opciones para un país que, solo en la última década, ha tenido seis jefes de Gobierno. La inmensa mayoría de estos líderes llegaron al Palacio Chigi sin pasar por las urnas.
Italia ha vivido una última década convulsa en el terreno político que arrancó con Silvio Berlusconi en el poder, entonces al frente de el Pueblo de la Libertad. El líder conservador presentó la dimisión en noviembre de 2011, precipitado por la delicada situación financiera italiana.
Con el país al borde del rescate, se recurrió a un Gobierno tecnócrata con un economista al frente: Mario Monti. El experimento, que contaba con el apoyo de los principales partidos políticos, duró lo que restaba de legislatura, tras lo cual los italianos volvieron a las urnas.
En febrero de 2013, los italianos se pronuncian y conceden la victoria al Partido Democrático. Sin embargo, su teórico candidato, Pier Luigi Bersani, no logra los apoyos necesarios, lo que abrió el debate a otros nombres dentro de la propia formación, en concreto a Enrico Letta, que finalmente tomó posesión en abril.
Letta duró menos de diez meses, aunque en su caso la principal amenaza no vino de fuera sino de dentro. Una corriente interna liderada por Matteo Renzi dio un golpe en la mesa y forzó el cambio del gobierno, de nuevo sin pasar por las urnas y con el exalcalde de Florencia consolidado ya como figura de primer orden a nivel nacional.
Así, Renzi se hizo con el poder en febrero de 2014 y no soltaría hasta diciembre de 2016. Dimitió tras su derrota en el referéndum constitucional, por lo que fue sustituido por el entonces ministro de Exteriores, Paolo Gentiloni, también del Partido Democrático y que llevó a Italia hasta las siguientes elecciones, en marzo de 2018.
LA ETAPA DE CONTE
El escenario político dio un vuelco y se abrió un escenario incierto de negociaciones que se prolongó durante semanas y que culminó con un acuerdo inédito entre el Movimiento 5 Estrellas (M5S), surgido como alternativa a la clase política tradicional, y la Liga de Matteo Salvini, formación ultraderechista.
La figura que logró despertar un mínimo consenso tampoco se había presentado como candidato a primer ministro en las elecciones. El M5S y la Liga consensuaron el nombramiento del jurista y profesor Giuseppe Conte, que asumió la complicada tarea de unir a dos partidos que, en circunstancias normales, no parecían destinados a entenderse.
El protagonismo de Salvini y las discrepancias en temas clave terminaron por hacer saltar por los aires el gabinete. En septiembre de 2019, Conte repitió como primer ministro, aunque la coalición se había reformado para incluir como principal socio del M5S al Partido Democrático.
Italia Viva, partido fundado por Renzi tras su salida del PD, formaba también parte de este Ejecutivo hasta que decidió abandonarlo este mismo mes. La mayoría parlamentaria del gabinete volvía a tambalearse y, aunque Conte logró sortear dos pruebas de fuego en forma de mociones en el Parlamento la semana pasada, finalmente ha optado por hacerse de nuevo a un lado ante el temor a futuras derrotas.
Se abre ahora un nuevo escenario en el que el 'Conte ter' --el hipotético tercer gobierno de Conte-- es solo una opción. A lo largo de estas últimas semanas también se ha especulado con la posibilidad de plantear de nuevo una administración tecnócrata e incluso convocar elecciones anticipadas.