Actualizado: miércoles, 28 junio 2017 5:05


MADRID, 28 Jun. (EUROPA PRESS) -

El Banco Mundial (BM) financia proyectos agrícolas por valor de 500 millones de dólares (unos 440,6 millones de euros) relacionados con el trabajo forzoso y el trabajo infantil en Uzbekistán, según han denunciado este martes las organizaciones no gubernamentales Human Rights Watch (HRW) y el Foro Uzbeko-Alemán de Derechos Humanos.

En su informe, de 115 páginas y titulado "'No podemos negarnos a cosechar algodón': trabajo forzoso e infantil vinculado a las inversiones del Grupo del Banco Mundial en Uzbekistán", denuncia que el Gobierno uzbeko obligó a estudiantes, profesores, personal médico y, a veces, a niños a cosechar algodón en 2015 y 2016, así como a eliminar la maleza de campos y plantar algodón en la primavera de 2016.

El informe está basado en 257 entrevistas y cerca de 700 conversaciones breves con víctimas de trabajo forzoso e infantil, agricultores y actores clave en el sistema de trabajo forzoso, documentos gubernamentales filtrados y declaraciones de funcionarios gubernamentales.

Según el mismo, el Gobierno ha amenazado con despedir a personas, cesar los pagos de ayudas sociales y suspender o expulsar a estudiantes si se niegan a trabajar en los campos de algodón, según estas ONG.

Sin embargo, bajo los términos de entrega del préstamo, el gobierno uzbeko debe cumplir con las leyes que prohíben el trabajo forzoso y el trabajo infantil, y el BM puede suspender los créditos si hay pruebas creíbles de violaciones.

"El BM está encubriendo un sistema de trabajo abusivo en la industria del algodón de Uzbekistán", ha subrayado Umida Niyazova, directora del Foro Uzbeko-Alemán de Derechos Humanos.

"El BM debe dejar claro al Gobierno de Uzbekistán y a los potenciales inversores que no desea formar parte de un sistema que dependa del trabajo infantil y forzoso suspendiendo la financiación hasta que estos problemas se resuelvan", ha agregado.

En este sentido, ambas ONG ha indicado que el apoyo del organismo internacional a estos proyectos "ha creado la impresión de que Uzbekistán está tomando medidas de buena fe para poner fin al trabajo forzoso, cuando en realidad no es así, confundiendo a empresas responsables y gobiernos".

El Foro Uzbeko-Alemán de Derechos Humanos desveló recientemente que el Gobierno del país centroasiático está forzando de nuevo a sus ciudadanos, niños incluidos, a quitar maleza de los campos y a plantar algodón, además de calabazas, tomates y otros productos agrícolas.

El presidente del país, Shavkat Mirziyoyev, ha prometido reformas, tras más de dos décadas de gobierno de Islam Karimov, fallecido en septiembre de 2016. Así, sendas ONG han indicado que "este cambio de liderazgo brinda una buena oportunidad a los gobiernos interesados y las instituciones financieras internacionales para presionar a favor de reformas integrales".

"Los representantes de los países del G20, cuya reunión se ha fijado para los días 7 y 8 de julio de 2017 en Hamburgo, deberían asegurarse de que sus esfuerzos para apoyar cadenas de suministro sostenibles y el trabajo decente vayan más allá de las fábricas y alcancen a las granjas, y presionar al Banco Mundial para que deje de financiar proyectos que refuercen sistemas laborales abusivos", han recalcado.

Uzbekistán es el quinto productor de algodón más grande del mundo y exporta alrededor del 60 por ciento de su algodón en bruto a China, Bangladesh, Turquía e Irán.

LA INDUSTRIA ALGODONERA DE UZBEKISTÁN

La industria algodonera de Uzbekistán genera más de mil millones de dólares (alrededor de 881,2 millones de euros) en ingresos anuales, o alrededor de una cuarta parte del producto interno bruto (PIB) del país, de un millón de toneladas de fibra de algodón.

Los ingresos del algodón van a parar a una opaca cuenta extrapresupuestaria del Ministerio de Hacienda que no está abierta al escrutinio público y está controlada por altos funcionarios gubernamentales.

En 2015 y 2016, las inversiones del BM en el sector agrícola de Uzbekistán alcanzado los 518,75 millones de dólares (unos 457,1 millones de euros), después de que el Gobierno prometiera no recurrir al trabajo forzoso o infantil en los proyectos o dentro de las áreas de proyecto.

Pese a las denuncias de grupos independientes sobre el trabajo forzoso e infantil durante la cosecha de 2015, así como de ataques contra activistas que denunciaron estos abusos, el BM aumentó sus inversiones a través de la Corporación Financiera Internacional (IFC).

Las citadas ONG han recordado que el BM contrató a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para supervisar la situación, organismo que en 2016 indicó que no era necesario seguir vigilando el trabajo forzoso, citando el reconocimiento implícito del Gobierno de este problema.

"La misión del Banco Mundial es combatir la pobreza, pero las personas que viven en la pobreza son las más vulnerables al trabajo forzoso e infantil en Uzbekistán", ha manifestado Jessica Evans, investigadora sénior sobre empresas y Derechos Humanos de HRW y coautora del informe.

"El BM debería dejar de financiar proyectos que promuevan el sistema de trabajo forzoso del país, y en su lugar fomentar iniciativas que aborden las necesidades sociales y económicas de las personas que viven en la pobreza".

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