MADRID 11 Sep. (EUROPA PRESS) -
El presidente de Chile, Gabriel Boric, ha encabezado este miércoles los actos en recuerdo del golpe de Estado de 1973 y ha aprovechado para incidir en que lo ocurrido hace 51 años, incluida la muerte de civiles y el bombardeo del Palacio de La Moneda, no debe considerarse como la "única alternativa".
Boric ha respondido directamente con estas declaraciones al líder de la bancada de la Unión Demócrata Independiente en la Cámara de Diputados, Guillermo Ramírez, quien anteriormente había deslizado que el golpe de Estado era "inevitable" y "la única salida" teniendo en cuenta la situación por la que atravesaba el país.
Así las cosas, el presidente Boric se ha referido directamente a Ramírez en su discurso, aunque ha extendido su mensaje al conjunto de la ciudadanía, según unas declaraciones recogidas por la Presidencia chilena.
"Yo quiero decirle no a él en particular, sino a todos los chilenos y chilenas, que la muerte, la desaparición, el exterminio de compatriotas por pensar distinto, el término de la democracia y el bombardeo a La Moneda, nunca es la última alternativa", ha aseverado.
Finalmente, Boric ha respondido a aquellos que se oponen a este tipo de homenajes en recuerdo de las víctimas del golpe de Estado poque consideran que es "revivir odios del pasado". "Desde mi humilde punto de vista, están equivocados", ha señalado.
"Aquí tenemos una tarea pendiente de la cual el Estado de Chile debe hacerse cargo", ha remachado el mandatario chileno, que además ha señalado que se dará prioridad a la tramitación de un proyecto de ley aprobado hace una década para excluir la aplicación de la amnistía, indulto y prescripción respecto a los crímenes de lesa humanidad cometidos por agentes del Estado.
"Entendemos esta acción no solamente como una puesta al día de nuestra legislación en materia de Derechos Humanos, sino también como un acto de reafirmación de que los delitos de lesa humanidad son imprescindibles y que ninguna ley los puede borrar", ha expresado el mandatario chileno.
El 11 de septiembre de 1973, Chile vio cómo caía derrocado el Gobierno de Salvador Allende de la mano de un general, Augusto Pinochet, que a la postre terminaría instaurando una dictadura de la que el país sudamericano no pudo librarse hasta 1990 y que erigió bajo el pretexto de "restaurar la institucionalidad nacional quebrantada", lo que 'de facto' le permitió arrogarse todos los poderes al frente de la junta militar.