MADRID, 23 May. (EUROPA PRESS) -
La ciudadana británico-iraní Nazanin Zaghari-Ratcliffe, liberada en marzo por Irán tras seis años arrestada por cargos de espionaje, ha asegurado este lunes que las autoridades iraníes le obligaron a firmar una confesión falsa antes de abandonar el país como condición para su excarcelación.
Zaghari-Ratcliffe ha afirmado en declaraciones a la cadena de televisión británica BBC que un funcionario de Reino Unido estuvo con ella cuando firmó el documento "bajo presión" y ha dicho que Irán usa estas confesiones falsas como una herramienta de propaganda.
Así, ha manifestado que miembros de la Guardia Revolucionaria iraní la trasladaron a un lugar para obligarla a firmar "una confesión forzada" en el aeropuerto de Teherán, antes de agregar que se le trasladó que no podría embarcar en el avión sin firmar dicho documento, proceso que fue grabado.
La mujer ha cuestionado por qué Reino Unido no puso pegas cuando vio que tenía que admitir crímenes que no había cometido. "¿Por qué firmaría algo? Intenté de forma muy dura durante seis años decir que no lo había hecho", ha recalcado Zaghari-Ratcliffe.
"Todas las confesiones falsas a las que hemos sido expuestos no tienen valor. Son sólo propaganda para el régimen iraní, para demostrar lo mucho que asustan y que pueden hacer lo que quieran", ha argüido, sin que el Gobierno británico se haya pronunciado sobre ello.
Sin embargo, fuentes del Ministerio de Exteriores de Reino Unido han afirmado que las autoridades iraníes sometieron a Zaghari-Ratcliffe a "un horrible calvario hasta el mismo momento en el que abandonó el país" y han defendido que el Gobierno "trabajó incansablemente para poner fin a su injusta detención".
"Pedimos al Gobierno de Irán que ponga fin a esta práctica de detener injustamente a británicos y otros extranjeros y seguiremos trabajando con socios internacionales para tal fin", han recalcado estas fuentes.
Zaghari-Ratcliffe, de 44 años y colaboradora de la Thomson Reuters Foundation, fue puesta en libertad vigilada en marzo tras cumplirse los cinco años en prisión a los que fue condenada por cargos de conspiración y espionaje. Sin embargo, poco después fue imputada con nuevos cargos de propaganda contra la República Islámica por participar en 2009 en una manifestación frente a la Embajada iraní en Londres y realizar declaraciones al servicio en persa de la BBC.
Finalmente, fue liberada en marzo tras un acuerdo entre Londres y Teherán sobre el impago de una deuda histórica con Irán por 400 millones de libras (unos 473 millones de euros), si bien Irán aseguró que no había relación alguna entre ambos casos.