BUYUMBURA, 16 May. (Reuters/EP) -
Las autoridades de Burundi han acusado a las de Ruanda de expulsar en la última semana a más de 1.300 burundeses que no querían ser reubicados en campamentos de refugiados, en un nuevo capítulo de las tensiones que han venido marcando durante los últimos meses las relaciones entre los dos países vecinos.
Ruanda acoge en su territorio a decenas de miles de refugiados que han escapado de la violencia en Burundi durante el último año. La frontera también ha servido de punto de paso para burundeses que trabajan en el país vecino, a menudo sin los permisos necesarios.
Según el gobernador de la provincia burundesa de Kirundo, Melchior Nankwahomba, las autoridades de Ruanda han pedido a los burundeses "que vayan a los campos de refugiados o vuelvan" a su país de origen. "A los que se niegan, los detienen y les quitan sus posesiones", ha explicado a Reuters.
Uno de los afectados, Gilbert, de 45 años, ha relatado que fue expulsado "si nada" y que sólo podrá recuperar sus pertenencias si obtiene un permiso para poder entrar de nuevo a Ruanda.
Nankwahomba ha cifrado en 1.300 los burundeses afectados, aunque una fuente del Ministerio del Interior ha apuntado que esta cifra correspondería solo a la provincia de Kirundu. En total, serían unos 1.500, ha matizado.