BEIRUT, 15 Oct. (Reuters/EP) -
La inminente victoria sobre Estado Islámico en la ciudad siria de Raqqa, vaticinada por las fuerzas que combaten a Estado Islámico en la región, abrirá un período incierto para la población civil, que tiene que recuperarse de la miseria generada en tres años de asedio, y para las potencias internacionales con intereses en ocasiones enfrentados.
Tanto las Unidades de Protección Popular (YPG), milicias kurdosirias que combaten a Estado Islámico en Raqqa, como la coalición internacional liderada por Estados Unidos han confirmado la posible expulsión de la organización en las próximas horas, tras semanas de combates que han atrapado a cientos de miles de civiles y han acabado con la vida de cientos de ellos durante el último año.
Las personas supervivientes han tenido que soportar condiciones de vida miserables, sin agua, electricidad, alimentos o atención médica, además de sufrir el duro sistema normativo impuesto por Estado Islámico, basado en una interpretación extremista de la ley islámica, que incluye ejecuciones públicas, amputaciones y todo tipo de castigos violentos.
Estado Islámico invadió Raqqa en enero de 2014, tras arrebatar el control de la ciudad a las facciones rebeldes que se oponían al gobierno del presidente sirio, Bashar al Assad. Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza de milicias principalmente kurdas y árabes, comenzaron la ofensiva en la ciudad de Raqqa en noviembre de 2016, con el apoyo de la coalición internacional.
Desde esa fecha, decenas de miles de personas han tenido que abandonar sus hogares en Raqqa, establecida por Estado Islámico como capital de su califato, y alrededores. Muchas han huido de la ciudad a campamentos en el territorio circundante ahora bajo el control de las FDS.
La coalición ha afirmado que trata de evitar las bajas civiles en sus ataques en Siria e Irak, pero el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y Amnistía Internacional han expresado su preocupación por la gran cantidad de muertes de civiles y de personas obligadas a huir.
CONFLICTO DE INTERESES INTERNACIONALES
La campaña de Raqqa ha provocado tensiones entre Estados Unidos y Turquía, países aliados en la OTAN. Las YPG, miembro más fuerte de la coalición FSD, se han convertido en el principal socio de Estados Unidos en la lucha contra los yihadistas en el norte de Siria. Ankara ve a esta guerrilla como una extensión siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), fuerza insurgente en Turquía, y teme que el poder kurdo crezca a lo largo de su frontera.
Los aliados políticos de las FDS han impulsado la creación de un Consejo Civil formado por ciudadanos de Raqqa destinado a que tome el control una vez se haya derrotado a Estado Islámico. Por otro lado, la coalición liderada por Estados Unidos ha ayudado a formar una nueva fuerza policial para la ciudad. Sin embargo, Turquía se opone por temor al auge de la influencia kurda en la región en el futuro.
Mientras, el Ejército sirio se encuentra librando una campaña contra el grupo yihadista en el este de Siria, con el apoyo de Rusia y de otras milicias respaldadas por Irán. Lo único que une a todos los bandos es el enemigo común que constituye Estado Islámico y contra el que todos se encuentran, actualmente, combatiendo, por lo que pueden desencadenarse tensiones internacionales cuando deje de existir un enemigo común.