El 'premier' reivindica los beneficios de la UE, pero la división en su partido dificultan su permanencia
LONDRES, 21 Jun. (EUROPA PRESS) -
El primer ministro británico, David Cameron, ha evidenciado este martes los riesgos que el referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea suponen no sólo para Reino Unido, sino para su carrera política, con su más ferviente apelación al electorado para que este jueves vote por una continuidad de la que dijo "creer profundamente" que es "lo mejor para Reino Unido", puesto que lo hace "más fuerte y más seguro".
Las consecuencias de una salida que, ha insistido, "sería irreversible, no se podría deshacer", han pesado sobre un mandatario bajo presión tanto en casa, como a escala mundial. Sus socios comunitarios y su aliado natural, Estados Unidos, confían en que su apuesta estratégica de brindar la palabra a la ciudadanía permita cerrar un debate que ha puesto en jaque al bloque occidental.
Consciente de lo que está en juego, el 'premier' ha decidido comparecer ante el número 10 de Downing Street con un apasionado discurso que introdujo un golpe táctico, ya que, por primera vez, se ha centrado fundamentalmente en los factores positivos de formar parte de la UE, tras una campaña en la que el frente a favor de la continuidad había basado sus argumentos en el temor a los efectos de entrar en territorio desconocido.
Cameron ha reivindicado cuestiones con las que espera llegar al corazón de un votante confundido por la complejidad de las estadísticas y la disparidad de la guerra de cifras en la que se embarcaron los dos bandos. Así, ha puesto en valor elementos universales que, según él, dependen de la continuidad en la UE, como la prosperidad de las familias, el mantenimiento del empleo e, incluso, la seguridad nacional.
Además, su intervención ha evidenciado el interés por llegar a una audiencia concreta que podría decidir el futuro de Reino Unido: los mayores, los más proclives, según las encuestas, a votar por la salida. En un ejercicio de empatía electoral, ha dicho compartir sus "frustraciones" por una institución que no es perfecta, pero ha invitado a las generaciones de su edad y por encima a "pensar en los sueños y esperanzas de sus hijos y de sus nietos".
PROBLEMAS E INTERESES CREADOS
"Sus posibilidades de trabajar, de viajar, de construir la sociedad abierta y exitosa en la que queremos vivir depende de este resultado", subrayó. De consumarse la salida, sin embargo, Cameron no hallará mayor responsable que él mismo, puesto que más que por un clamor social, el catalizador del referéndum fue la olla a presión en la que la porfía comunitaria había convertido a su propio partido.
Tras años de enfrentamientos, Cameron acabó cediendo en 2013 con la promesa de un plebiscito incluido en el programa electoral para las generales del año pasado, pero lejos de rebajar la temperatura interna, las disensiones generadas amenazan ahora con cobrarse la cabeza del dirigente que decidió que cuatro décadas sin revisar la afiliación comunitaria eran demasiadas.
Incluso si no pasa a los libros de historia como el 'premier' que sacó a Reino Unido de Europa, Cameron ha quedado ya como el principal perjudicado de una campaña que ha reavivado las luchas cainitas que en los 90 habían abocado a su partido a la oposición durante tres legislaturas consecutivas.
Aunque ha reiterado que no dimitirá si este jueves pierde la batalla, el debate ya no analiza su legitimidad para permanecer en el Número 10 en caso de 'Brexit', sino en si el desgaste aparejado y las divisiones internas le permiten mantenerse como líder de una formación que coquetea con la guerra civil.
El desacato a su autoridad ha sido consumado por aquellos sectores que nunca han estado cómodos con su ascenso, pero el hecho de que prácticamente la mitad del grupo parlamentario 'tory' haya desafiado la postura del líder merma notablemente su margen de maniobra.
CARRERA POR LA SUPERVIVENCIA
En consecuencia, a partir de este viernes por la mañana, Cameron se enfrenta a una carrera por su supervivencia política en la que, junto al lugar de Reino Unido en el mundo, está en juego el futuro mismo del Partido Conservador. Los descontentos con su continuidad tan sólo necesitarían medio centenar de firmas y, de acuerdo con quienes ya han barajado esta posibilidad públicamente, el número es factible, sobre todo si, incluso de vencer la permanencia, la diferencia no es aplastante.
Las heridas de la campaña son profundas en las dos facciones en las que se ha dividido la formación, por lo que resulta improbable que el rechazo a Bruselas quede sofocado en caso de derrota del 'Brexit'. En consecuencia, la estrategia de Downing Street en las jornadas posteriores al referéndum será crucial para evitar que los acontecimientos se precipiten en forma de un desafío abierto a la dirección.
Una de las claves manejadas hasta ahora pasa por una remodelación de gobierno que permita reconciliar a las partes y enterrar un hacha de guerra capaz de escindir a una derecha británica en la que la aversión hacia Europa supera en muchos casos la afiliación política. La incógnita que el 'premier' debe resolver es cuándo conviene acometerla para intentar desactivar un potencial magnicidio, si inmediatamente después de la consulta, o aguardar al menos hasta el receso estival, o incluso hasta el otoño, cuando se celebra el congreso anual del partido.
CAMBIO DE TONO
El cambio de tono que el asesinato de la diputada laborista Jo Cox impuso en una campaña marcada por desacreditaciones que rayaban con los ataques personales ha dado cierto respiro a Cameron, pero el reto de cerrar las grietas de una formación que, en sí misma, constituye una gran coalición permanece.
No en vano, la libertad autorizada por el primer ministro para ir en contra de la posición oficial ha horadado la cohesión todavía más, por lo que, además de un delicado impasse para la propia gobernación, la campaña del referéndum ha generado una oportunidad de oro para expresar las frustraciones con su gestión.
Como resultado, la primera consulta comunitaria desde 1975 ha erosionado el dique de contención de unas divisiones que superan el ámbito de Europa, puesto que los críticos han ganado espacio para expresar su descontento sin sufrir necesariamente medidas disciplinarias.
CONSECUENCIAS SOBRE LA SUCESIÓN
Por si fuera poco, el golpe estratégico de anunciar antes de las generales del pasado año que el actual sería su último mandato ha abierto oficiosamente una carrera por la sucesión en la que el referéndum se ha convertido en el campo de batalla ideal para los aspirantes.
Los antagonistas representan a las partes y mientras el ex alcalde de Londres Boris Johnson ha aprovechado su presencia en el frente pro-Brexit para impulsar su popularidad al norte de Inglaterra, bastión del euroescepticismo, el ministro del Tesoro y hombre de confianza de Cameron, George Osborne, ha jugado a la baza de la continuidad.
Uno de los dos quedará notablemente tocado tras la consulta, pero sólo uno, Osborne, ostenta actualmente un cargo gubernamental, por lo que su activa implicación lo ha dejado expuesto a que su suerte corra pareja a la del primer ministro. La presión para dimitir podría aumentar notablemente si, en caso de 'Brexit', cristaliza la idea de que quienes ha apostado por la continuidad carecerían de legitimidad para dirigir la entrada de Reino Unido en una nueva era.