BAGDAD, 19 Jun. (Reuters/EP) -
Los campos de desplazados habilitados para acoger a los civiles que huyen de los combates entre el Gobierno y las milicias del Estado Islámico están cada vez más desbordados por la constante llegada de personas procedentes de la ciudad de Faluya.
El primer ministro iraquí, Haider al Abadi, proclamó formalmente la victoria en Faluya el pasado viernes, cuando las tropas gubernamentales lograron acceder al centro de la ciudad tras cuatro semanas de ofensiva apoyada por Estados Unidos. Sin embargo, los yihadistas continúan teniendo presencia en los barrios del norte de Faluya y se siguen produciendo tiroteos, atentados suicidas y ataques con morteros.
Hasta el momento, más de 82.000 civiles han huido de Faluya y se espera que otros 25.000 les sigan, según las estimaciones de la ONU. Los civiles deberán superar un terreno escarpado, los disparos de los francotiradores del Estado Islámico y los campos minados bajo un sol abrasador para llegar a unos campos de acogida que ya se encuentran abarrotados.
"Han corrido y caminado durante días. Han salido de Faluya sin nada", ha destacado la coordinadora humanitaria de la ONU para Irak, Lise Grande. "No tienen nada y necesitan de todo", ha apostillado. En anteriores ocasiones los desplazados eran acogidos en otras ciudades cercanas, pero ahora no se permite a los desplazados de Faluya entrar en Bagdad, situada apenas a 60 kilómetros.
Ahora se teme que el éxodo pueda multiplicarse si finalmente las fuerzas gubernamentales y las milicias aliadas lanzan el asalto final contra Mosul, la ciudad más poblada del norte del país y en manos del Estado Islámico desde 2014.
Este sábado Al Abadi ha anunciado una serie de medidas para ayudar a los desplazados y la construcción de diez nuevos campos de acogida, pero el Gobierno ni siquiera conoce una estimación del total de desplazados, con multitud de personas deambulando en campo abierto o hacinadas en tiendas de campaña provisionales.
En uno de los asentamientos de desplazados hay 1.800 personas con una sola letrina, según denuncia el Consejo Noruego para los Refugiados. "Imploramos al Gobierno iraquí que se haga cargo de este desastre humanitario que está ante nuestros ojos", ha afirmado el director de la ONG noruega para Irak, Nasr Muflahi.
A toda esta situación hay que añadir los controles de seguridad para evitar la infiltración de milicianos yihadistas entre los desplazados y el miedo a un estallido de violencia sectaria por la participación de milicias paramilitares chiíes en la ofensiva contra el Estado Islámico, de carácter suní. Ya se han producido casos de desapariciones de hombres suníes e incluso ha habido detenciones por violencia sectaria perpetrada por milicianos chiíes.
En el conjunto del país se estima que hay 3,4 millones de desplazados por el conflicto sustentadas por las organizaciones religiosas de caridad y por la financiación internacional.