Carlos Escaño, responsable de Pena de Muerte de Amnistía
AMNISTÍA INTERNACIONAL
Actualizado: domingo, 9 octubre 2016 10:27

El responsable de Pena de Muerte de AI pide a los Estados que respondan con calma a los impulsos de la población que exige la pena capital

MADRID, 9 Oct. (EUROPA PRESS) -

La pena de muerte no hace sino "alimentar el ciclo de violencia" y es un acto "irreversible" en respuesta a un impulso irracional que los gobiernos de todo el mundo deben combatir, y más en un mundo amenazado por la violencia y la presión del terrorismo internacional que atemoriza a la población, según el responsable de países y de la Pena de Muerte de Amnistía Internacional, Carlos Escaño.

Amnistía conmemora mañana lunes el Día Internacional contra la Pena de Muerte, con un énfasis particular en el incremento mundial de ejecuciones -- más de 1.600, una cifra récord en los últimos 25 años -- motivado principalmente por la amenaza del terrorismo internacional, que ha llevado a países como Pakistán a reanudar los ajusticiamientos tras varios años de moratorias, y a otros estados a ampliar su legislación antiterrorista para incluir casos adicionales merecedores, a su entender, de la pena capital.

Sucede que estas nuevas legislaciones emergen de una nueva y demasiado vaga definición de terrorismo, según Escaño; una interpretación que en ocasiones ni siquiera se refiere a un acto violento.

"A veces, los estados interpretan que determinadas movilizaciones políticas atentan contra el orden establecido y lo enganchan con el concepto tradicional de terrorismo", indica Escaño, que recuerda sin ir más lejos el caso de Arabia Saudí, donde las ejecuciones han aumentado en un 76%, "vinculadas en su mayoría a disidentes políticos" como el clérigo Nimr al Nimr, cuya muerte desencadenó una violentísima lucha sectaria en la región.

"No hay pruebas de que la pena de muerte tenga efectos disuasorios. La pena de muerte no hace sino alimentar el ciclo de violencia y responde a una muerte con otra", estima.

AVANCES EN EL DERECHO INTERNACIONAL

Aunque el derecho internacional dispone que la pena de muerte puede imponerse por los "más graves delitos", como el asesinato, Amnistía Internacional considera que incluso este marco normativo está registrando avances en los últimos años enfocados a disminuir la aplicación de este castigo.

"El proceso, de hecho, tiende a la abolición. Es una campaña que estamos ganando. Dos tercios de los países han abolido la pena de muerte y el Derecho Internacional está evolucionando", indicó Escaño en entrevista con Europa Press.

En este sentido, Escaño recuerda instrumentos como el 2º Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, por el que los países firmantes se comprometen a no ejecutar "a ninguna persona sometida a la jurisdicción de un Estado Parte en el presente Protocolo", según su primer artículo.

"Es decir", resume Estaño, "vamos avanzando sobre el papel, entendiendo que, sin embargo, choca con la soberanía propia de los estados".

ESTADO DE ÁNIMO

Escaño estima que la población, en su fuero interno, no desea ver a nadie morir. Sin embargo, el miedo que infunde el terrorismo internacional provoca en muchos casos una respuesta irracional que los Estados deben combatir.

"Estados Unidos es uno de los principales verdugos del mundo y el único país de América que sigue ejecutando a personas, pero a su favor hay que decir que en 2015 se alcanzó la cifra de ejecuciones más baja desde 1991 y a día de hoy, el 51 por ciento de la opinión pública se muestra contraria a su aplicación", indica Escaño.

"El caso es que el rechazo habitual a la pena de muerte cambia cuando se habla de terrorismo. La actitud de la población es distinta, porque el terrorismo genera terror, como su propio nombre indica", añade, en referencia al repunte registrado este año y marcado por giros como el que ha dado el Gobierno paquistaní, que "había establecido una moratoria, como Pakistán, ejecutó este año a 320 personas tras el atentado contra la escuela militar de Peshawar" que desencadenó la ira de la población.

"Es una reacción a un estado de ánimo. En este sentido, Amnistía intenta llamar a la reflexión apelando a una cuestión fundamental: la población no quiere ser cómplice en una muerte. La pena de muerte tiene la circunstancia de que es irreversible. Quitar la vida a una persona no tiene marcha atrás", concluye Escaño.

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