MADRID, 8 Sep. (EUROPA PRESS) -
El 8 de septiembre de 2022, Reino Unido inició una transición inédita en siete décadas con el fallecimiento de la reina Isabel II. Su hijo, Carlos III, asumió a los 72 años el trono entre la conmoción generalizada, pero un año después los sondeos le conceden un ligero respiro, con un aprobado que le ha permitido sortear las críticas que sobrevolaban a la Corona a golpe de escándalo.
El fallecimiento de Isabel II abrió una ligera grieta para el republicanismo que sólo ha terminado por ampliarse en algunos países de la Commonwealth, la última gran herencia británica de la etapa colonial. En Reino Unido, un 62 por ciento de los ciudadanos apuestan por la monarquía, sin grandes cambios con respecto a la etapa de la difunta reina, según una encuesta de YouGov.
El 58 por ciento creen que la monarquía es una institución buena para el país y el 53 por ciento opinan que la Casa Real se merece todo el dinero que recibe, y eso que Carlos III acumula una de las grandes fortunas privadas del país --de unos 1.800 millones de libras (cerca de 2.100 millones de euros), según un informe de 'The Guardian' publicado en abril--.
La popularidad del actual rey ronda el 60 por ciento, frente al 32 por ciento de personas que tienen una visión negativa, según el sondeo, elaborado a partir de 2.020 entrevistas y en la que se pulsa la opinión acerca de un relevo que, para la mayor parte de los ciudadanos, no tenía precedentes.
Carlos III ascendió además al poder con una reina consorte, en fondo y título. La imagen de la reina Camila está ahora mucho más consolidada, después de que Isabel II le diese el aval público que durante años le negó, aunque su popularidad sigue por debajo de la media de la familia real, en el 47 por ciento.
EL FUTURO DE LA MONARQUÍA
Por edad, el reinado de Carlos III no batirá los récords de longevidad que alcanzó su madre, pero sí que parece llamado a esquivar el fantasma de la mera transición. En los sectores más monárquicos, pedían al primogénito de Isabel II que no se limitase a ser un mero transmisor de la corona entre su madre y su heredero, el príncipe Guillermo.
Sin embargo, en la mente de muchos está ya el siguiente paso en la línea sucesoria. El príncipe Guillermo, de 41 años, se mantiene como el miembro favorito de la familia real entre la ciudadanía, con un respaldo que asciende al 74 por ciento, ligeramente por encima del de la princesa Ana, hermana de Carlos III.
También obtiene buenos datos la princesa de Gales, Catalina, que con un 72 obtiene el bronce en este particular pódium de imagen. En su caso, de hecho, apenas un 15 por ciento de los británicos tiene una visión negativa de ella, dato que aumenta al 20 por ciento para su marido y heredero.
LOS RETOS
La monarquía tiene entre sus principales retos su propia autodestrucción familiar, la capacidad de sus propios integrantes para verse envueltos en polémicas que trascienden del ámbito privado al público y que, en algunos casos, rozan la esfera judicial.
El propio Carlos III personifica la capacidad de la monarquía para sobrevivir a sí misma, ya que su matrimonio fallido con la madre de sus dos hijos, Diana de Gales, y el posterior fallecimiento de ésta marcó un punto de inflexión para la Casa Real en cuanto a la gestión de su propia imagen. Para la historia quedará también la difusión de una conversación íntima en 1989 con quien por aquel entonces era su amante, Camila Parker Bowles.
En los últimos años, uno de los grandes protagonistas ha sido el príncipe Andrés, hermano del rey y despojado de honores tras verse implicado en un escándalo de presuntos abusos sexuales. Además, el hijo menor de Carlos III, el príncipe Enrique, ha renunciado a sus principales funciones como miembro de la familia real y ha aireado como nunca antes los trapos sucios de su familia, con alusiones directas tanto al rey como a su heredero directo.
De hecho, el príncipe Enrique vive de forma permanente en Estados Unidos y apenas viaja a Reino Unido. Sus últimas visitas coincidieron con la ceremonia de coronación de su padre, el 6 de mayo, y un juicio contra un grupo de medios al que el hijo menor de Carlos III acusa de haber ejercido desde espionaje a presiones.
El monarca, entretanto, ha evitado cualquier posible polémica y ha recuperado el perfil estrictamente institucional que ya había marcado su madre, pese a que en su etapa como príncipe de Gales sí que se implicó en ciertas causas como la defensa del medio ambiente.
Mantiene un perfil exclusivamente institucional pese a que, en lo político, Reino Unido ha vivido un último año convulso. La última imagen oficial de Isabel II corresponde a su primer encuentro con la denostada Liz Truss, que se vio forzada a dimitir apenas 45 días después de instalarse en Downing Street para dejar paso al actual primer ministro, Rishi Sunak.