BAGDAD, 22 Abr. (Reuters/EP) -
Casi medio centenar de iraquíes han fallecido al estallar las múltiples trampas explosivas dejadas por Estado Islámico durante su huída de la reconquistada ciudad de Ramadi, y a pesar de las peticiones del Ejército iraquí y de la comunidad internacional a los civiles para que no vuelvan antes de que la ciudad esté despejada por completo.
Ahora mismo hay en Ramadi decenas de miles de personas que no han podido aguantar a esperar el desminado de la ciudad por las duras condiciones en las que vivían en los campos de refugiados en el este de la ciudad, antes del avance del Ejército.
Estado Islámico ha colocado bombas en calles, en hogares, debajo de alfombras, o conectadas a la red eléctrica para que hagan explosión cuando los residentes intenten restaurar la electricidad.
Dado que hay cientos de estos artefactos, no existen los suficientes artificieros como para desmantelar a tiempo el lugar, de ahí estos incidentes, que prosiguen a pesar de las peticiones formuladas por líderes religiosos y autoridades locales.
Concretamente, la cifra de fallecidos por estas explosiones se encuentra ahora en 49, a la que hay que sumar además otros 79 heridos, según fuentes oficiales iraquíes a Naciones Unidas. Sin embargo, la organización internacional está "casi completamente segura" de que este balance es bastante inferior al número real de víctimas.
La coordinadora humanitaria de la ONU en Irak, Lisa Grande, ha comunicado la "enorme preocupación" que existe en el seno de la organización ante la existencia de "barrios completamente plagados de artefactos sin detonar o bombas trampa".
"La forma más responsable de actual consiste en limpiar estas zonas como sea posible y con los métodos más avanzados, modernos y profesionales. Todos lo demás es arriesgar demasiado", ha lamentado.
Una compañía de artificieros de Estados Unidos fue contratada el mes pasado para desmantelar los artefactos explosivos de Estado Islámico y fuentes de la ciudad han añadido que se espera la incorporación en un futuro cercano de una segunda empresa. Sin embargo, todavía no existen los suficientes efectivos como para ponerse al día con el ritmo al que regresan los civiles.